En el amor de sus padres encontró a Dios

Drogas, parranda y "sexo ilícito", hasta que escuchó el llamado de Dios. Hoy es un joven predicador

30 de enero de 2015

Criado en una familia católica, en la adolescencia perdió el rumbo. Sus padres no se cansaron de amarle. Una noche, cuando volvió de una fiesta, Dios le habló en su madre.

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“El vacío del corazón del hombre tiene el tamaño de Dios, sólo Dios puede llenar tu vacío” … es la consigna medular en las prédicas del joven predicador colombiano Juan David Henao que pueden encontrarse en Youtube. Pero anduvo varios años errando sin rumbo antes de que su vida diera un vuelco de conversión, según puede concluirse de su testimonio difundido en esos videos y medios de comunicación como la revista católica La Palabra entre nosotros…
 
Oscar y Luz María, como la gran mayoría de las familias católicas en Colombia, quisieron forjar en su hijo Juan David Henao la fe. Sin embargo, las festividades populares religiosas y la Eucaristía, muestra clara de amor para el mundo cristiano y que tanto gustaban sus padres, nunca encajaron plenamente en la lógica del joven. “No quería buscar a Dios. De adolescente, me daba pereza ir a los grupos, las misas y todo lo referente a la religión. Mis padres siempre me hablaban de un encuentro personal con Jesús y del inmenso amor de Dios, y yo pensaba: «Claro, si Dios existe, nos debe amar», pero nunca había experimentado su amor y su presencia cercana”.
 
El descalabro toma ribetes dramáticos
 
Estudió también en un colegio jesuita, pero confiesa que en los noventa, despuntando su juventud, ya se sentía “aparte” del camino de Dios. La diversión era lema y obsesión en su vida. “Empezaron las fiestas, la parranda, la bebida, el cigarrillo, el juego, los casinos, el ocio y lo demás, todo lo que ofrece la sociedad de consumo y las malas amistades. Cada vez, yo me alejaba más de Dios y de los valores que mi familia me había enseñado… recuerdo cuando los domingo mi mamá y mi papá me decían «ya Juan, vamos a misa», les decía que si, pero en realidad nos íbamos a jugar un partido con los amigos, o armábamos paseos o visitábamos por ahí algunas ‘amigas’”.
 
Juan David Henao recuerda que eran compañeros de universidad quienes le vendían drogas e incuso en un momento le ofrecieron ser parte de aquél negocio. “En ese momento empecé a preguntarme: «¿Qué estoy haciendo con mi vida?, ¿Qué sentido tiene todo esto? ¿A dónde voy a llegar si sigo por este camino?». Porque el peligro iba creciendo en este ambiente: las propuestas de afectividad y sexualidad ilícita y sin amor, sin responsabilidad y yo recordaba siempre los valores católicos que desde niño me habían enseñado. No me atrevía a entrar en ese mundo, pero tampoco estaba buscando a Dios”.
 
En medio de la oscuridad de la noche, Dios en la voz de la madre
 
Aunque confuso y aún vinculado a ese mundo que ponía cadenas a su espíritu, Juan se aferró a  al anhelo por vivir según el querer de Dios cuando su madre le expresó el dolor que le causaba…. “Llegué a mi casa muy tarde, había estado en un baile, había tomado licor y olía a cigarrillo. Mi mamá estaba despierta y esperándome. Cuando llegué, me abrazó, me miró con amor y me dijo: «Juan David, tienes olor a licor y a cigarrillo. ¿Dónde estabas? ¿Qué estabas haciendo?», recuerdo que me llené de vergüenza, pero mi madre me miraba con ternura. No se enojó, no me regañó, ni me gritó… estaba tranquila, pero con su mirada de amor me lo decía todo y fue allí donde empecé a cuestionarme con más fuerza: «¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Para dónde voy si sigo así?» Y esa noche pensé mucho en el gran amor de mi familia y en el buen ejemplo que ellos siempre me han dado”.
 
Durante esa madrugada, a sus 21 años, hizo memoria de los momentos que marcaron su infancia, del cariño de sus padres y de cómo ese amor lo seguía protegiendo. “Siempre quisieron que conociera más del Señor; de Jesús, de María y de su inmenso amor. Entonces, me dije: «quiero conocer ese amor, quiero conocer a ese Dios, que ha hecho que mi familia sea feliz, amable, dulce, donde es alegre vivir»”.
 
«Te he elegido para grandes cosas»
 
Pasaron las semanas y lo primero fue el retorno a encontrarse con Cristo en la Eucaristía. “Empecé a ir a misa, asistir a los grupos de jóvenes y a la oración. Antes era distraído, participaba por cumplir, pero ahora tenía sed de Dios, quería encontrarlo y ponía mucha atención y disfrutaba de estos encuentros”.
 
En la parroquia San José de Calasanz en Medellín, semanalmente se reunía una escuela bíblica llamada Yeshu´a, dirigida por los padres de Juan David. El primer día que Juan David conoció aquella experiencia apostólica, el Espíritu Santo lo tocó. “Fue justamente cuando mi madre hablaba sobre el amor de Dios y de cuánto Él nos ha amado. Siempre había escuchado que Dios me amaba, pero fue la primera vez que no solo escuché que Dios me amaba, sino que sentí, experimenté que Dios me amaba, que me rodeaba con su amor”.
 
Inmediatamente, dice, sintió que todos los pelos de su cuerpo se erizaban y se puso a llorar, pero no de tristeza -subraya- sino, “de consuelo, de tanto amor que experimentaba en ese momento, porque sentí la presencia de Dios a mi lado, que me abrazaba, me rodeaba, me acompañaba. Ese día marcó mi vida para siempre, porque experimenté a un Dios real, vivo, presente, resucitado, un Dios cercano que me decía: «Juan David, te amo, tú eres mi hijo, yo te he elegido para grandes cosas»”.
 
Enamorado de Cristo
 
Ese íntimo encuentro con Cristo trajo consigo cambios que determinaron el presente de Juan. “Se modificaron mis proyectos, mis prioridades, ya no me interesaba más la parranda, el licor, ni la sociedad de consumo”, explica, y agrega que, motivado por esta experiencia y con el profundo deseo de servir a Dios, decidió estudiar teología, “para saber más de la Biblia y de la doctrina de la Iglesia Católica y así poder servir mejor al Señor. Así fue que la Sagrada Eucaristía, los sacramentos, la lectura de la Palabra de Dios, los grupos de jóvenes y la oración se convirtieron en mi mejor alimento espiritual y ahora solo sueño con anunciar cada día más el amor de Dios”.
 
Hoy, con más de treinta años, Juan se sumó a la apuesta evangelizadora de su familia en la comunidad de evangelización católica Yeshu´a. “Hoy me dedico en tiempo completo a servirle a Él, a predicar, evangelizar, por la radio, por medio de retiros espirituales con los jóvenes por los medios de comunicación, porque encontré la perla preciosa, el tesoro escondido”.

 

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