El paso de hombre viejo a hombre nuevo

Seducido por el dinero practicó la magia, arrastrando al abismo a su familia. "Dios me liberó".

20 de marzo de 2015

En un país donde predomina la religión hindú, Dharmesh Rami divinizó al dinero y con ello llegó el caos. Pero Dios salió a su encuentro.

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"Jesús ha liberado a mi familia. Cristo nos ha salvado, sacándonos de nuestra confusión, de nuestra miseria y de mi amor por el dinero"… Son las palabras de Dharmesh Rami, de 40 años, quien comparte su historia para la agencia Asia News.
 
Nacido al oeste de la India, Dharmesh veía que algunos de sus conocidos, amigos, emigraban a otros países del mundo, seguros de mejorar sus ingresos. Esto le seducía, pero en su conciencia alguien en su infancia había sembrado la semilla de la fe, y resistía la tentación de correr tras ese mundo de ‘luminosas’ oportunidades.

 “Desde chico viví en un barrio de Mumbai, habitado por católicos. Una vecina mía que es católica, siempre me trató como a un hermano menor. Siempre me llevaba consigo a la iglesia”.
 
Los medios “no éticos” para obtener el dinero
 
Sin embargo aquella espiritualidad se opacó y llegó un momento en que se dejó llevar. “Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de hacer dinero, aún con medio no tan éticos: me convertí en esclavo del dinero y la única preocupación de mi vida era siempre hacer más con cualquier medio a disposición”.
 
Cuenta luego que cuando se casó con Asha en el primer año de matrimonio tuvieron a su primogénito. Pero él seguí obsesionado con producir para acumular más dinero… “Nuestra unión fue sacudida por continuas discusiones, amarguras, acusaciones y sospechas. Por trece años nuestra vida matrimonial fue sólo infelicidad, insatisfacción y peleas. Caí también en la «magia negra»”.
 
Perjuicios al matrimonio y la familia
 
Por estas puertas que había abierto, comenzó a colarse el desastre. Asha -cuyo nombre en gujarati significa esperanza- tomó al niño y escapó a la casa de su madre. Sin los que amaba, comenta Dharmesh, se sentía “un fallido, un nadie, una nada absoluta. Inicié a buscar la paz y respuestas para mi vida, y me acerqué a muchos «babas» (maestros espirituales) y a otros hombres de Dios. Mi vida estaba vacía y sin ningún sentido, ni siquiera mi dinero me satisfacía en la profunda infelicidad y tristeza que sentía”. 
 
En esta incertidumbre recordó a una amiga de la infancia, cristiana, quien le aconsejó participar de un retiro de cinco días. Serían sus primeros pasos hacia la libertad. “Por primera vez después de mi casamiento me sentí en paz, fue un momento de extraordinaria gracia. Me sentía lleno de esperanzas: quería que mi mujer Asha sintiese también esa paz. Esos cinco días fueron los más felices de los últimos trece años de mi vida”.
 
El camino hacia la paz
 
Mientras pasaban los meses, vivió un importante proceso de re-encuentro con Dios. Intentó incluso persuadir a su esposa argumentando que había cambiado. “Compartí con ella mi alegría, y ella dijo que mi rostro estaba radiante de felicidad”, recuerda.
 
Como una forma de recorrer juntos, en familia, el camino de la fe, viajaron ambos y con su hijo a Ahmedabad, una de las ciudades más pobladas del estado de Gujarat. Allí los recibieron los padres Vicentinos quienes predicaban un retiro a los peregrinos que llegaban hasta  la casa de oración “Tabor Ashran” . “El predicador –narra Dharmesh- habló de Jesús, de su gran amor y del hecho que Cristo vino para darnos la vida y sanar nuestras heridas a través de su sangre. Asha estaba conmovida hasta las lágrimas, sintió la sanación del Señor y que curaba su dolor, la soledad, su desesperación y la angustia que se desvanecía, sintiendo la paz en su interior. Asha y yo sentimos la llamada a aceptar a Jesús, como Dios que salva, ama, cura y da la vida”.
 
Luego de este vital retiro los esposos y su hijo tomaron la decisión de recibir los sacramentos… “Dios me liberó y en junio de 2013 nos inscribimos en el Rito de iniciación cristiana para adultos  y hemos iniciado nuestro camino de fe. Mi hijo asiste a catequesis en Malad, al norte de Mumbai, y todos juntos esperamos con alegría y esperanza la vigilia de Pascua, en que viviremos Su gracia y Su amor”.
 
 

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