Vida y no muerte

Tras ser violada, agradece a Dios que su bebé sobreviviese a la píldora del día después

16 de septiembre de 2016

Kathryne Taylor-North, reside en Little Rock, Arkansas. Su testimonio –registrado por nuestro portal amigo Save The 1( Salvar El 1)- es una denuncia y un signo de esperanza, pues confirma que el aborto en nada ayuda al bienestar de una mujer.

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El 22 de diciembre de 2008 es una fecha que Kathryne Taylor-North jamás olvidará. Baste decir  que ese día fue brutalmente agredida y violada. Recién pudo incorporarse y acudir a un centro médico de urgencias al día siguiente.

Aún en estado de shock Kathryne  recuerda haber recibido los cuidados médicos sin poner reparos. “Me dieron un medicamento para la prevención de enfermedades y la píldora del día después que, más tarde supe, es potencialmente un abortivo”.

¿Abortar?

Seis semanas más tarde, fue al médico para controlar su evolución y le tomaron también una muestra de sangre. Un par de días después, la enfermera del médico llamó para decirle que estaba embarazada. “Estaba muerta de miedo y perpleja”, dice Kathryne. En los últimos años había intentado en varias ocasiones quedar embarazada y como nunca ocurrió, ella pensaba que era infértil. Ahora bien, estar embarazada de su violador le provocaba tal estado de ansiedad, que sintió le quedaba sólo una vía de escape y entonces…

“Pensé en un aborto pero teniendo en cuenta el precio,  no me lo podía permitir, así que me deprimí. Luego, contemplé la posibilidad de auto-abortar y el pensamiento se hizo enfermizo, así que me decidí por la adopción. Pero todavía tenía remordimientos por llevar un bebé concebido consecuencia de la violación”.

A pesar de lo complejo y doloroso que era todo lo que vivía, Kathryne estaba contenta de haber logrado decidir que ella no sería una asesina de su hijo. A los pocos días ya había encontrado una agencia de adopción y quería firmar los documentos de forma inmediata. Pero en la agencia la descolocaron nuevamente tras preguntarle por las pruebas para detectar Síndrome de Down, puesto que era una mujer algo mayor. “Si el bebé tenía Síndrome de Down no suponía ninguna diferencia para mí, por lo que me quedé turbada y recelosa con la agencia”.

(En los países que se complacen en autodenominarse “modernos” y “desarrollados” ya casi no nacen bebés con Síndrome de Down… la industria del aborto se encarga de ellos antes de que nazcan)

Defender la vida, trae vida

En esa encrucijada decidió hablar de todo esto con un amigo, Ralph, y le contactó por Facebook. Él le mencionó que tenía una hermana que vivía cerca y tal vez podría hablar en la parroquia para darle consejo. Unas horas más tarde Karen, la hermana, le llamó. “Es una bendición y un ángel enviado desde arriba. Me dijo estar dispuesta para ayudar en la crianza, incluso que ella  podía  adoptar al bebé.  Nos juntamos esa semana… me contó que tenía dos niños adoptados… hablamos largo y tendido”.

Ambas mujeres fueron juntas a la primera cita con el  médico que cuidaría el proceso de embarazo. Todo fue muy emotivo y tras confirmar que ya tenía casi ocho semanas de  -“hicimos el ultrasonido y escuchamos los latidos del bebé”- Kathryne sinceró un secreto que era de suma importancia… ella consumía drogas. “Cuando escuché por primera vez el latido del bebé, juré y prometí a Karen que no tomaría drogas durante los próximos meses; sabía que mi decisión era la correcta y que lo quería tener”. 

Durante el embarazo,  ambas mujeres estuvieron juntas y muy compenetradas. Así como a lo largo de los meses el bebé crecía en el vientre de Kathryne, ella pudo ver cómo también en Karen “crecía dentro de su corazón, y supe que yo estaba sacando adelante a un ser humano querido por Dios. Doy gracias a Dios que lo hizo posible…”.

Adopción: Optando por un papá y una mamá

Karen tenía siete hijos y estaba disponible para regalar su amor de madre a otros bebés. Esto fue una gran lección para la embarazada Kathryne, quien a medida que gozaba sintiendo a su bebé crecer, fue sanando las heridas que había dejado la violación. “Un tragedia se puede convertir en algo maravilloso”, reflexiona ella misma.

Así lo que auguraba ser un duro proceso se iba transformando en una experiencia de sanación y felicidad. La tarde del 11 de septiembre de 2009 nació el bebé y a los pocos segundos ya estaba en brazos de Bobby el esposo de Karen. Tal como lo había decidido, Kathryne no vio al pequeño… “Karen se quedó conmigo hasta que estuvo segura de que  me encontraba bien. Y, entonces, ella finalmente conoció a su hijo. Nunca lo vi, pero ella estaba tan feliz y muy emocionada. Él es un pequeño muy querido y feliz”.

Con la decisión de Kathryne triunfó la vida, la del bebé dado en adopción y también la de ella que pudo sanar de lo ocurrido. “No tengo pesadillas sobre la violación”, reconoce y por ello testimonia que el aborto en nada ayuda al bienestar de una mujer… Sus palabras finales refieren a esto:

“Estoy muy feliz de que él no fuera abortado y siempre lo llevaré en mi corazón. Hice a Karen y a su familia un regalo más que especial. Fue una bendición. Si usted ha sido violada y descubre que está embarazada, también puede convertir un acto tan horrible en algo increíble y especial”.

 

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