La batalla de la eutanasia

19 de agosto de 2017

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Estoy convencido de que la mayoría de los que hablan a favor de “Amoris Laetitia” no han leído la exhortación apostólica del Papa Francisco. Lo digo porque sus posiciones en temas candentes no coinciden con las que el Pontífice defiende en ese documento. O quizá es que en realidad no les importa lo que dice el Papa Francisco, sino la lectura que ellos quieren hacer de lo que dice. Muchas veces lo he dicho, con amigos así no se necesitan enemigos. La oposición del Santo Padre a la ideología de género en ese documento es frontal. Lo mismo cabe decir de su rechazo al aborto o a la eutanasia. Nadie podrá acusar a Francisco de haber titubeado en la defensa de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural.
 
 Una prueba es lo que está sucediendo con los religiosos responsables en Bélgica nada menos que de 15 hospitales, en los que se atiende a más de cinco mil personas, muchas de ellas enfermos psiquiátricos. Se trata de la Congregación de los Hermanos de la Caridad, fundada en 1807 y que, como otras, está al borde de la desaparición, sobre todo en su país de origen. Los dirigentes de la institución en Bélgica, han decidido implementar en sus hospitales la eutanasia, que es legal en ese país desde 2002. El superior general, el padre René Stockman, se ha negado a aceptarlo y ha denunciado a sus propios hermanos a Roma, que le ha dado la razón. Pero ha sido el propio Papa, informado de la situación, quien ha urgido a tomar medidas drásticas si al final los responsables del instituto en Bélgica deciden llevar adelante la medida aprobada. O se retractan de ello o tendrán que dejar la congregación, arriesgándose incluso a una excomunión.
 
La firmeza del Vaticano, respaldada por el Papa, no es sobre una cuestión menor. La eutanasia se cierne sobre Europa y es ya el primer objetivo de la izquierda en su programa electoral. En Holanda es ya la causa de muerte del 20 por 100 de los que fallecen, afectando sobre todo a ancianos, los cuales la piden no porque sufran sino porque han sido olvidados por sus hijos. Es decir, primero les haces la vida imposible y luego les muestras el camino -la eutanasia- para acabar con los sufrimientos que les has provocado. La eutanasia, seamos claros, se está planteando sobre todo como una solución económica al elevado gasto de las pensiones y de la sanidad pública. En continentes tan avejentados como Europa, sin niños y con una esperanza de vida muy alta, el llamado “Estado de bienestar” está al borde del colapso. La solución es acabar con los mayores y con los enfermos crónicos. La eutanasia, aunque se disfrace de “muerte por compasión”, es el camino
 
 La Iglesia ha perdido muchas batallas -aborto e ideología de género, por ejemplo-, pero está dispuesta a seguir luchando y el Papa está a la cabeza de esa lucha, lo mismo que estuvieron sus predecesores, aunque lo haga con un talente diferente. Lo de Bélgica es un ejemplo de que se va en serio.


 

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