La donación de órganos crea un vínculo de por vida entre dos madres del hockey

02 de febrero de 2018

Algunas personas acuden a Dios solo en tiempos de crisis o buscando una señal para tomar decisiones que cambiarán sus vidas. Pero las hay que dan todo de si.

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Lo que comenzó como una amistad entre dos mamás cuyos hijos era deportistas de hockey, daría frutos de vida, nutridos en la fe, que jamás imaginaron. Transcurría el año 2008 cuando Sarah McCartin -prefiere ser llamada Sally- de North Branford (USA) conoció a Michelle. Los hijos de ambas jugaban juntos al hockey y de forma espontánea fueron vinculándose e incluso, aunque ocasionalmente, las familias se reunían para cenar. "Me agradó inmediatamente", sincera Sally recordando ese período con Michelle. "Nos hicimos amigas”, cuentan ambas al Magazine Catholic Transcript de Hartford Connecticut.
 
Para que supuestos imposibles sucedan basta la fe que se confía a Dios… y una dosis de sueños, de candor, de esperanza irrenunciable; pues aunque se esté en el dolor esa alma siempre joven volverá a levantarse. Y esto quedaría a carne viva en esta historia…

¿Amas a Dios?, dona

Hacia el año 2013 los hijos de estas mujeres aún jugaban al hockey pero en diferentes equipos y rara vez se veían o comunicaban entre sí. Un día de ese año ‘Sally’ McCartin vio aquél anuncio en Facebook que cambiaría la vida de ambas. El texto de auxilio decía que Michelle necesitaba un riñón. Sally "no podía creerlo", pues nunca supo -dice- que su amiga estaba enferma.

Y esta mujer de fe silenciosa, sin aspavientos, tuvo la serena certeza del amor: "Me sentía lo suficientemente saludable como para salvar la vida de alguien, ¿cómo no hacerlo?"

Un número telefónico del Hospital Yale-New Haven se incluía en el anuncio para que los donantes potenciales llamaran. Sally inmediatamente lo hizo, y fue al hospital para los primeros análisis de sangre y pruebas de detección. Después de seis semanas en innumerables exámenes médicos adicionales, ella se enteró de que no sólo era compatible con Michelle, sino que era una compatibilidad perfecta. Otros dos candidatos también sometidos a la prueba fueron rechazados por razones médicas y un tercero que resultó compatible, se arrepintió de donar su riñón.
 
Al principio, a ‘Sally’ McCartin no se le permitió decirle a Michelle que sería su donante de órganos. Cuando Michelle finalmente se enteró de que era su amiga de antaño, de inmediato –dice- comenzó a preocuparse “de que algo le pudiera pasar a Sally durante la cirugía… No podía creer que ella se presentara", agrega Michelle.

Amor que todo lo da

Desde sus días de universitaria Michelle había estado viviendo con la enfermedad poliquística renal (PKD, por sus siglas en inglés), una condición hereditaria que provoca grupos de quistes en los riñones. La afección no tiene cura.

El 22 de agosto del año 2013 Sally y Michelle llegaron para la cirugía al hospital Yale-New Haven. Siguiendo el protocolo la asistente social le advirtió a Sally que podía resignar su donación incluso a último momento. Pero McCartin, solo le respondió con un silencio… “estaba convencida de que Dios estaba guiando este proceso. No me arrepentí, ni lo pensé dos veces ", dice la donante de órganos Sally. "Sabía en mi alma que era lo correcto. Me volví aún más espiritual cuando hice esto", agrega.
 
El año 2017 Sally McCartin conoció de una organización nacional, American Organ Donor Fund, que ayuda a los donantes de órganos vivos. Inmediatamente llenó el papeleo para crear una sucursal en Connecticut, a la que llamó Kid-U-Not (www.KidUNot.org). Hasta la fecha, la organización ha donado cerca de $13,000 a tres donantes vivos de riñón y un donante de hígado. "No quiero que la falta de dinero sea una razón por la cual la gente no se convierta en donante", puntualiza.
 
Hoy ´Sally’ McCartin y Michelle hablan todos los días, se ven a menudo y acordaron que son "hermanas espirituales… Es increíble lo que hizo por mí, fue tan desinteresado", confirma Michelle.

 

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