Verdad histórica y verdad de fe

Hildegarda de Bingen es una santa católica, doctora de la Iglesia y no la fantasía inventada por la Nueva Era

10 de octubre de 2014

El hoy Papa Emérito Benedicto XVI y el monje Benedictino chileno Mauro Matthei nos entregan los necesarios argumentos históricos y de doctrina para comprender el regalo que Dios realiza a la humanidad en Hildegarda.

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Hubieron de transcurrir ocho siglos para que finalmente el jueves 10 de mayo de 2012  se hiciera oficial (mediante decreto firmado por el Papa Benedicto XVI), lo que el pueblo fiel por cientos de años conocía: Hildegarda de Bingen (1098-1179), miembro de la familia Benedictina, es una católica santa. Luego, el 7 de octubre de ese mismo año, el hoy Papa Emérito la proclamaría Doctora de la Iglesia.

Para el registro histórico al menos, es destacable que sean las “visiones” uno de los dones de Dios que el querido y sabio Papa Benedicto XVI más valoró en santa Hildegarda:

“Las visiones místicas de Hildegarda son ricas en contenidos teológicos. Hacen referencia a los principales acontecimientos de la historia de la salvación, y usan un lenguaje principalmente poético y simbólico. Por ejemplo, en su obra más famosa, titulada Scivias, es decir, «Conoce los caminos», resume en treinta y cinco visiones los acontecimientos de la historia de la salvación, desde la creación del mundo hasta el fin de los tiempos. Con los rasgos característicos de la sensibilidad femenina, Hildegarda, precisamente en la sección central de su obra, desarrolla el tema del matrimonio místico entre Dios y la humanidad realizado en la Encarnación. En el árbol de la cruz se llevan a cabo las nupcias del Hijo de Dios con la Iglesia, su esposa, colmada de gracias y capaz de dar a Dios nuevos hijos, en el amor del Espíritu Santo (cf. Visio tertia: PL 197, 453c)” (Audiencia General 8 de septiembre de 2010).

Empobrecer es lo que hacen algunos

Pero no son pocos los gurús de la New Age que en evidente acuerdo con feministas e incluso junto a voces rebeldes a la recta doctrina desde el interior de la Iglesia –como la religiosa norteamericana Joan Chittester- inventan un personaje de fantasía, empobreciendo ante el ignorante la santidad de Hildegarda.  La publicación “Namaste Insights. Fall 2012” (publicada en issuu.com) -donde se unen con la disidente Chittester, feministas como Mary Sharratt y defensores de la New Age como Matthew Fox- es un buen ejemplo de ello.

Al respecto, el historiador y monje Benedictino Mauro Matthei realiza un preciso apunte en ‘Humanitas’ sobre los intentos que hasta hoy el feminismo y la New Age despliegan para desperfilar a santa Hildegarda de Bingen: 

“Ningún riesgo se corre al afirmar que muy pocas mujeres –o digamos mejor, ninguna– en la historia no sólo de Europa sino del mundo entero ha sido objeto de mayor respeto, rodeada de más reverencias, tomada en cuenta por casi todos los notables de su época, que Hildegarda, la abadesa y mística de Bingen en el Rhin. Al mismo tiempo, en las más de trescientas cartas que se conservan hasta hoy, sorprende el tono de autoridad y libertad con que ella responde a los elevados personajes que se dirigen a ella. En una primera aproximación a esta figura histórica es eso lo que más llama la atención: la densa nube de incienso que hay que atravesar para comenzar a vislumbrar algo de aquella mujer, famosísima en su tiempo, olvidada después y resituada en nuestros tiempos en el centro de los más diversos haces de luz. La bibliografía moderna que se ocupa de ella alcanza hasta la actualidad más de 3.000 volúmenes. Paradójicamente, y a causa, por cierto, de la ignorancia acerca de los contenidos teológicos de su obra, se la ha transformado también hoy en máxima autoridad del esoterismo, en heroína del New Age, en ejemplo luminoso para los movimientos feministas, en libro de consulta del régimen de vida alternativo, en diccionario viviente de la medicina natural, en estrella solitaria femenina entre los compositores de música, en no superada conocedora de los peces del Rhin y cuántas cosas más. Pero todo ello no se comprende si no se la reconoce pri­mordialmente como santa abadesa benedictina, como la mística más inspirada en cuanto al dogma de la creación, como mujer de oración, al mismo tiempo que de acción exterior en el ámbito de la Iglesia de su tiempo…”
 
¿Quién eres Hildegarda?

Nació en 1098 en Renania, en Bermersheim, cerca de Alzey, y murió en 1179, a la edad de 81 años, pese a la continua fragilidad de su salud. Era la décima y última hija de Hildeberto y Mectildis, familia  que pertenecía a la nobleza local. A los ocho años, a fin de que recibiera una adecuada formación humana y cristiana, fue encomendada a los cuidados de la maestra Jutta von Spanheim, que se había retirado en clausura en dependencias junto al monasterio benedictino masculino  Disibodenberg (fundado por san Disibodo). Allí con el tiempo se fue formando un pequeño monasterio femenino de clausura, que seguía la regla de san Benito. Hildegarda recibió el velo de manos del obispo Otón de Bamberg y, en 1136, cuando Jutta falleció, las hermanas eligieron a Hildegarda como su Abadesa. Algunos años más tarde, también a causa del número creciente de  jóvenes que llamaban a las puertas del monasterio, Hildegarda fundó otra comunidad en Bingen, dedicada a san Ruperto, donde pasó el resto de su vida.

En la Edad Media los monasterios fueron el punto de inicio alrededor del cual se constituyeron las ciudades. Eran centros de progreso económico, cultural y espiritual. En ellos se conservaba y transmitía el saber teológico, artístico y científico de la época. Sin embargo son escazas las mujeres que en aquella época deslumbraban como lo hiciera la Abadesa Hildegarda.

“Ya en los años en que era superiora del monasterio de Disibodenberg, Hildegarda había comenzado a dictar las visiones místicas, que recibía desde hacía tiempo, a su consejero espiritual, el monje Volmar, y a su secretaria, una hermana a la que quería mucho, Richardis de Strade. Como sucede siempre en la vida de los verdaderos místicos, también Hildegarda quiso someterse a la autoridad de personas sabias para discernir el origen de sus visiones, temiendo que fueran fruto de imaginaciones y que no vinieran de Dios. Por eso se dirigió a la persona que en su tiempo gozaba de la máxima estima en la Iglesia: san Bernardo de Claraval. Este tranquilizó y alentó a Hildegarda. Y en 1147 recibió otra aprobación importantísima. El Papa Eugenio III, que presidía un sínodo en Tréveris, leyó un texto dictado por Hildegarda, que le había presentado el arzobispo Enrique de Maguncia. El Papa autorizó a la mística a escribir sus visiones y a hablar en público. Desde aquel momento el prestigio espiritual de Hildegarda creció cada vez más, tanto es así que sus contemporáneos le atribuyeron el título de «profetisa teutónica»” (Catequesis Papa Benedicto XVI Audiencia General 1 de septiembre de 2010).

Las Obras de santa Hildegarda… online

El monje Mauro Matthei nos narra que…

"El llamado «tríptico visionario» o «trilogía visionaria», que constituye el núcleo central de los escritos de Hildegarda, lo conforman el Scivias o «Sé los caminos a la luz vivificante», escrito entre 1141 y 1150..." (pulse para leer); "el Liber vitae meritorum o Libro de las retribuciones de cada cual por su vida, elaborado entre 1158 y 1163" (pulse para leer); "y el «Liber divinorum operum» o Liber de operatione Dei(Libro de las obras divinas), redactado entre 1163 y 1173" (pulse para leer).

"El Scivias se compone de tres libros, abocados sucesivamente al Creador y la creación, al Mesías y a la Iglesia y a la historia de la salvación. El Liber vitae meritorum trata de los vicios y virtudes, y finalmente elLiber divinorum operum, la obra más madura y espléndida de la mística, medita la relación entre el microcosmos -el mundo de la creación, en especial del hombre- y el macrocosmos -el Universo como proyección de Dios- en el contexto de la historia de la salvación."

"Contrastan con estas obras visionarias dos libros en que prevalece la observación y la experiencia: la Physica o Liber simplicis medicinae, es decir, «Libro de la medicina simple», centrado en el mundo animal, vegetal y mineral" (pulse para leer) "y Causae et Curae o Liber compositae medicinae sobre las causas y los remedios de las enfermedades" (pulse para leer)

"Una tercera vertiente de la creatividad y dones de la santa son sus obras musicales reunidas en el tomo de Symphonia armoniae celes­tium revelationum, es decir, «Sinfonía de la armonía de las revelaciones celestiales…A estas obras musicales se agrega una especie de Oratorio o auto sacramental cantado, titulado Ordo vir­tutum."
 
"La correspondencia de santa Hildegarda, por último, es copiosa, ya que abarca más de trescientas cartas, que revelan el contacto que la aba­desa mantenía con los más conspicuos personajes de su siglo." 

"Todas estas obras constituyen un universo que apenas se ha comen­zado a recorrer….".

Fuentes: abtei-st-hildegard.de/ Humanitas/ Vatican.va

 

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