El don de la vida para todos

La Legión de Honor para Pierrot Crépieux, quien con capacidades mentales diferentes testimonia: "Vivo feliz"

12 de diciembre de 2014

Jean Vanier, su padre espiritual, el conocido fundador y líder de las comunidades El Arca comenta sobre el reconocimiento: "Esta es la visión de Jesús, una sociedad en la que el fuerte y el débil se necesitan mutuamente".

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Después de Gustave Flaubert y Philip Roth, Isabel de Inglaterra y Dwight Eisenhower, la insignia de la Legión de Honor ha sido ahora otorgada a Jean-Pierre Crépieux, un francés de 70 años con capacidades intelectuales diferentes. El lunes, el presidente Hollande le ha puesto en su chaqueta, con el rango de caballero, el reconocimiento más prestigioso de Francia, establecido por Napoleón en 1802, por haber contribuido a la fundación y crecimiento del “Arca”, comunidades de vida para personas con capacidades diferentes, hoy presentes en todo el mundo.

Se trata de una decisión histórica que, abriendo las puertas del Elíseo a Crépieux y a su paso firme, a pesar de que se apoyaba en un bastón, abre tal vez una brecha en la sociedad contemporánea de acogida a la fragilidad humana. Y es natural imaginar que esto sucede también a raíz de la opción preferencial que Papa Francisco promueve hacia los marginados y excluidos cuando denuncia la "cultura del derroche". Ver la cara sonriente de Jean-Pierre (Pierrot) y leer o escuchar su historia, es una poderosa invitación a superar todas las etiquetas y las barreras de la discriminación, de acuerdo con sus propias palabras dichas a radio France Info: "Una persona con discapacidad es capaz de hacer muchas cosas. La combinación de los términos "discapacidad" y "incapaces" es una gran mentira".

El encuentro con un apóstol de la misericordia 

"Las cosas", que ha dicho y hecho Jean-Pierre Crépieux son destacables. Nacido en 1944 en Choisy-le-Roy, crece entre en una familia con ocho hermanos, pero a causa de su padre, tiene una infancia dura y dolorosa. Entre los cinco y trece años vive en un instituto de rehabilitación. En 1964 se encuentra con el ex oficial de la marina Jean Vanier, quien hace unos pocos meses había tomado una opción radical por su vocación: dedicarse a  las personas con discapacidad, viviendo una inserción plena, junto a ellos. Un camino que lo llevó a convertirse en un ejemplo de vida y padre espiritual de miles de hombres y mujeres.

Jean-Pierre entró entonces a ser parte de la comunidad del Arca de Trosly-Breuil, en Piccardia (Francia), primer eslabón de una cadena que hoy tiene 131 casas de familia en 34 países. "Llegué –ha recordado en estos días- pensando permanecer dos semanas, pero han sido 50 años". En poco tiempo, gracias al espíritu de fraternidad que reina en Arca, Jean-Pierre, dice Pierrot, revolucionó su vida, junto a Rafael y Felipe, los primeros niños acogidos por la comunidad, junto a muchos otros que pronto llegarían. Para superar la timidez, abrirse al prójimo y entonces comienzas a cantar de alegría, declara Pierrot.

Hay ángeles del cielo en este lugar...

"Rafael, en su silencio, nos enseñó -dice Jean Vanier- que es posible amar con la sola fuerza de la mirada y de Philippe, que le encantaba hablar tanto, disfrutábamos escuchándolo; Pierre… era la música, para que nuestra casa fuese un lugar de celebración y alegría. Cantaba y cantaba en todas las ocasiones. En especial amaba las viejas canciones de París". En el portal web del Arca, al comentar sobre la Legión de Honor otorgada a Jean-Pierre, Vanier añade que "su presencia, su buen humor, sus bromas e incluso su seriedad han hecho mucho para que el Arca sea lo que es: un lugar donde se tratan las heridas del corazón, un lugar de celebración y trabajo".

Jean-Pierre conquistó la conciencia de su dignidad, y en 1972 aceptó con valentía ir hasta Ambleteuse para dar vida a una nueva comunidad, Le Tre Fontane. Aquí trabajó como carpintero, dio la bienvenida a los recién llegados, formó a los voluntarios y tuvo un rol decisivo en la organización de la casa. En 2009, con la ayuda de su amigo Michèle Dormal, relató su vida en el libro Je n'ai pas peur de devenir vieux (No tengo miedo de envejecer) y en los últimos años, ahora retirado, se ha comprometido a difundir el revolucionario mensaje del Arca "una comunidad de paz -puntualiza Vanier- que puede dar fe es posible para hombres y mujeres de culturas y capacidades diferentes, vivir felices juntos, celebrando nuestra humanidad".

El premio recibido en el Elíseo, donde Pierrot llegó acompañado de muchos amigos de la comunidad, muestra que la visión detrás del Arca, nacida en 1964 siguiendo la estela del espíritu conciliar y creciendo en una década de gran esperanza, es más relevante que nunca. Si lo miramos bien, concluye Vanier, "esta es la visión de Jesús: una sociedad en la que los fuertes y débiles se necesitan mutuamente".

Fuente: Artículo publicado en L'Osservatore Romano. Difundido por Tempi. Traducido al español en Portaluz.

 
 
 

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