Confiándose a la Virgen, rezando el rosario, el director de cine Marcelo Torcida logró paz y salud

16 de junio de 2017

Alcanzó notoriedad con su película "Felices los que lloran" que ganó en 2015 el premio "Mejor Película" y "Mejor Director" en el VI Festival Internacional de Cine Católico "Mirabile Dictu" en el Vaticano.

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El paraguayo Marcelo Torcida estuvo alejado de Dios varios años. Había sido un destacado deportista en su juventud y más tarde un exitoso emprendedor. Se consideraba un hombre capaz de esforzarse y conseguir objetivos. Pero volcado en sus metas personales dio la espalda a Dios. Cuando llegó el momento de la prueba, se quebrantó. Sin saber qué hacer solo pensaba que no podía “permitirse errar y vivía pretendiendo que lo tenía todo controlado”, refiere al diario paraguayo La Nación.

“Terminé colapsado. Después de muchos años de tratamiento me fue cada vez peor. Me olvidé de Dios. Pero tenía la semilla puesta de la espiritualidad de cuando era un mitã’i (niño en guaraní) y en un momento dado, dentro de ese egoísmo enorme, en medio de ese colapso, una madrugada lo único que me salió fue ir a donde estaba el crucifijo. Me postré, abrí mis brazos en cruz y allí dije solamente esto: ‘A donde vos quieras y como vos quieras, pero te pido socorro’ y me quedé allí”, recordó Marcelo.
 
Tras esta sencilla oración, empezaron a cambiar cosas en su interior y en su vida. “Hubo una apertura real en mí y fue por eso que tuve la experiencia de Dios”.
 
El amor de la Virgen a quienes rezan el rosario
 
Pero lo que cambió realmente su salud fue el rezo del rosario y la cercanía a la Santísima Virgen María. Él llevaba 10 años consumiendo fármacos para dormir. Pero en cierto momento probó algo muy distinto… “Como tardaba en conciliar el sueño, tenía momentos de ansiedad, introduje el rosario en mi vida. Yo pensaba que esta era una oración de las viejas antes de la misa. Pero fue el arma más poderosa para combatir los desvíos del estado de ánimo”, dijo.
 
Tras esta nueva experiencia con el rosario, Marcelo aprovechó sus viajes de trabajo por el mundo para visitar los principales santuarios marianos. Así llegó a Fátima, Lourdes y otros. “Luego de esta experiencia dije: ‘voy a visitar a la Virgen’, porque cuando eso no era devoto de la Virgen de Caacupé. Pero luego de agarrar el rosario, no la dejé nunca más, porque ya me sujeté de la mano de ella”, aseveró y agrega: “Cuando visité el Santuario de Lourdes (Francia), en vez de rezar, renuncié al mal y rompí a llorar por más de 20 minutos”, confidencia.

 

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