"Carito", el párroco triatleta que reza mientras nada, pedalea y corre

31 de marzo de 2017

"El deporte también es una forma de atraer fieles a la Iglesia… quedamos para entrenar y terminamos celebrando una Eucaristía", comparte el párroco de Arriate (Málaga, España)

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“Abril, mayo, junio, julio, agosto y septiembre entrenando… 148 km de natación, 6.112 km de bici y 938 km de carrera. Todo esto para preparar mi primer triatlón distancia Iron Man (3.8 km nadando, 180 km en bicicleta y 42.2 km corriendo)”…  Esta es parte de la crónica que hacía de su primer Iron Man Rafael Caro, “Carito”, el párroco de Arriate (San Juan de Letrán, diócesis de Málaga, España) publicada por el portal español ‘Ciclismo Cortés’, que es también su club de amigos deportistas.
 
Minutos antes de la partida tenía “los nervios a flor de piel” recuerda. Luego su alma impulsó los músculos, animada por la oración que de tanto en tanto iba enhebrando el sacerdote malagueño a medida que transitaba la prueba.
 
Su afición deportiva no ha pasado desapercibida para los medios locales. Portaluz reproduce la entrevista que el padre “Carito” concedió a Diario El Sur, pues valoramos la óptica evangelizadora de sus contenidos…
 
¿Cómo llevan sus parroquianos tener a un cura triatleta?
No es muy frecuente ver a un sacerdote metido en la vida deportiva e incluso provoca impacto en el pueblo, pero a mí me sirve para acercarme a la gente. Queramos o no, hay que reconocer que hay muchas personas que no se acercan a la Iglesia así que… El deporte también es una forma de atraer fieles a la Iglesia.
 
¿Consigue atraer a gente?
Pienso que sí. De hecho, estamos planteando una plataforma de ‘cristianos deportistas’, que nos reunimos una vez al mes, quedamos para entrenar y terminamos celebrando una Eucaristía. Como anécdota, cuando acudo a algún ‘Iron-Man’, muchos deportistas me preguntan que si tengo que correr, cómo celebro la misa del domingo y les respondo que la oficio a las cuatro de la madrugada en mi habitación. Muchos pegan en la puerta y me acompañan. Numerosas personas se van acercando a la Iglesia o grupos religiosos gracias a que Dios me usa a mí como instrumento para acercar a la gente a la Iglesia.
 
¿Cómo compagina el tiempo de su labor sacerdotal con el que necesita para entrenarse?
Es difícil. Mi vida como sacerdote no es fácil porque hay muchas cosas que hacer: Eucaristía, despacho, Cáritas, residencia de ancianos, los catequistas, los matrimonios, etc... El tiempo para entrenarme lo saco de horas tempranas o momentos en los que la gente descansa, como el mediodía o incluso de noche.
(…)

¿Qué le llegó antes, la llamada sacerdotal o su afición al deporte?
Mi pasión es Dios y a través del deporte intento acercar a los demás a Él.
 
¿Suele encomendarse a alguien para obtener buenos resultados en las pruebas a las que acude?
…lo primero que hago cuando me levanto es rezar, casi siempre con la palabra de Dios, el Evangelio del día que se nos propone para la Eucaristía. Antes de cada competición rezo un Padre Nuestro, me persigno y cuando termino una carrera miro al cielo en señal de agradecimiento a Dios por regalarme salud por hacerme sentir un privilegiado por hacer deporte.
 
¿Qué piensa durante los ‘Iron-Man’?
Pienso en muchas cosas. A veces dentro de la misma competición rezo, me gusta ir mirando la cara de los competidores, el esfuerzo reflejado en sus rostros e incluso en alguna prueba de estas característica, tan extensa, paso por alguna Iglesia y me atrae contemplarla. Recuerdo que en la prueba que realicé en Vitoria se me dio esa circunstancia. Se creó el clima adecuado para ello porque fue una prueba en la que estuve muchos kilómetros en solitario, así que recé en varias ocasiones y reflexioné durante el recorrido.
(…)

¿Dónde se siente más cómodo, realizando los tres segmentos o dirigiéndose a sus feligreses?
Me siento afortunado y arropado por todo el mundo. El deporte hace que te relaciones con muchas personas y el hecho de que cuenten conmigo, por ejemplo en el Club de Arriate, me satisface. Doy gracias a Dios porque estoy lejos de la familia pero me doy cuenta del cariño que recibo por parte de los demás.

(...)



 

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