Con su filme Little Boy (El Gran Pequeño)

El ex ´sex symbol´ Eduardo Verástegui propone "volver a ser niños y rescatar la inocencia"

09 de octubre de 2015

Entrevistarlo sobre su última producción, ha sido la excusa para conocer la maduración espiritual del que antaño fuera calificado de sex symbol latino y que hoy -enamorado de Dios- se mantiene célibe y casto.

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La historia de conversión del mexicano Eduardo Verástegui, actor y productor de cine, es conocida. Calificado antaño como un símbolo del erotismo latino, su vida ha sido narrada en cientos de portales web desde el año 2003 y él, siempre que puede, está disponible para dar testimonio de gratitud a Dios. Se expone en ello al máximo, como cuando ante las pantallas de CNN confesó en mayo pasado que desde su transformación espiritual comprendió que podía y debía restaurar la pureza en su vida… “Hace trece años que no tengo sexo”, dijo, y agregó que seguirá así hasta el matrimonio.
 
En otro ámbito de su activismo, “Derecho a vivir” en España y campañas similares en Estados Unidos, México y otros países, puedan dar prueba del compromiso que Eduardo tiene con la defensa de los derechos humanos del no nacido.
 
Pero es en el cine donde vuelca sus energías. Si antes vivía –según el mismo ha narrado- movido por su ego, hoy declara ser un siervo a disposición de Dios. “Entendí -cuenta en esta entrevista cedida a Portaluz- lo que la madre Teresa de Calcuta nos dijo hace muchos años: «No somos llamados a ser personas de éxito, somos llamados a ser personas fieles a Dios, ese es nuestro éxito», así es que si tu le eres fiel a Dios y después viene el éxito como consecuencia pues es una bendición”.
 
Por ello, desde 2008 incursiona en la faceta de productor que le permite, dice, “poder controlar el mensaje, el contenido”. Conmocionó a millones en Estados Unidos con su primera producción, Bella, una estética propuesta que valora la vida y la familia. Pero es “Little Boy”, su último trabajo, donde los valores inmutables que cautivaron el alma de Eduardo Verástegui, se plasman en un personaje heroico que además es niño, que está dispuesto a jugarse la vida –en medio de la Segunda Guerra Mundial- por salvar no sólo a su padre, sino a toda la humanidad de aquél desastre.
 
Hablando de “Little boy” -hoy disponible en muchas salas de cine del mundo-, Eduardo Verástegui nos expone su propia maduración espiritual y  la intimidad de aquello que apasiona su vida. Aprovechó también esta plataforma, para cuestionar el proyecto de ley sobre aborto que por estos días se discute en el Parlamento chileno…
 

Eduardo, ¿de qué trata la película?
Esta historia sucede en los años cuarenta, en un pueblito de California, Estados Unidos... Es la aventura de un niño que quiere terminar la Segunda Guerra Mundial para poder salvar la vida a su papá, una historia que despierta la niñez, la inocencia, la pureza, la capacidad de amar, perdonar y soñar en grande; esa capacidad que todos teníamos de manera perfecta cuando éramos niños…
Hoy, setenta años después, es lo mismo, la respuesta es la misma… dejar que Dios sea el centro de nuestras vidas, volver a ser niños y rescatar la inocencia, esa pureza que todos teníamos de manera perfecta.
 


En la película se nota que quieres proponer el cristianismo como un estilo de vida…
La película es para todos, habla de valores universales… Diría que esta película, con independencia de las creencias de cada persona, de los credos, de las filosofías, llega al corazón. Te regala tres cosas muy importantes, que no le pueden faltar al ser humano: fe, amor y esperanza. Son tres valores, tres virtudes, tres alas muy importantes que si las tenemos, tenemos todo. Esa es la mentalidad de Little Boy en la película… y ese niño que es perseguido, al final de la historia pues se convierte en un héroe.
 

¿Cómo haces para alimentarte espiritualmente?
Los dichos son muy sabios, eres lo que comes, eres lo que lees, eres un reflejo de tus experiencias, del pasado, con quien te juntas… Así como al cuerpo lo tienes que alimentar, pues también el alma. Para mí como católico es la comunión diaria, ese es el centro de mi vida, lo más importante, Dios mismo. (Si) me quitas mi comunión diaria, me quitas a Dios del centro de mi vida y yo me colapso en un segundo, porque soy la persona más débil del mundo.
Es muy importante, llevar una vida sacramental, una vida de oración, una vida de meditación, de contemplación… Primero tienes que dejar que Dios entre a tu vida y que se convierta en el centro de tu vida, que él gobierne tu vida.
Tú no puedes amar lo que no conoces. Cuando te das cuenta a Quién estas conociendo… caes derretido de amor, y después la consecuencia final es el servicio, el ayudar a los demás.
La raíz está en un encuentro con Dios. Si tú me preguntas de dónde nace Little Boy, de dónde nace Bella y todas las cosas que hemos hecho, son frutos de la comunión diaria.
 
¿Cómo sobrevives, porque existe la tentación permanente de hacer cosas que sean más lúdicas o que quizás vayan contra tus valores?
Crecí  en un mundo bastante secular donde  perdí la perspectiva de qué estaba bien y qué mal y me fui con la corriente durante muchos años. A los veintiocho me di cuenta de que estaba muy confundido. Por un lado pensaba que lo tenía todo y por el otro lado no tenía nada, estaba vacío. Después de diez años de carrera en el medio del entretenimiento trabajando muy duro para sacar mi vida adelante, llegar a la cima de la montaña y tener fama y éxito y todas estas cosas que la sociedad te dice que si las tienes vas a ser muy feliz, llego a esta confusión, me topo con la pared y digo: ¿por qué no soy feliz?, ¿por qué estoy vacío? Empiezo a cuestionarlo todo ¿no?… Entonces le hice la promesa a mis padres, a mi madre, a Dios, de que jamás volvería a trabajar en ningún proyecto de cine, de televisión o de lo que sea, que ofendiera mi fe, mi familia, o a mi comunidad hispana. Y por andar haciendo promesas, pues me quedé sin trabajo cuatro años… Me di cuenta de que la única manera para poder controlar el mensaje, el contenido de una historia, de una obra, de una producción, es si te conviertes en productor… Entendí lo que la madre Teresa de Calcuta nos dijo hace muchos años: “No somos llamados a ser personas de éxito, somos llamados a ser personas fieles a Dios, ese es nuestro éxito”… Ahí empezó un nuevo camino con una nueva visión, con una nueva misión, con un grupo de personas que fui conociendo en el camino, que se fueron uniendo a esta iniciativa y que años después seguimos luchando.
 
Hay muchas personas que teniendo un llamado similar quizás no han perseverado
Pues mira, es como todo en la vida. Tú te puedes lavar los dientes durante ocho años y si dejas de hacerlo, pues ya sabes lo que pasa. Es lo mismo en el alma. ¿Cuál es el sarro del alma?, pues la envidia, los rencores, el odio, los celos, todas estas cosas que de pronto te llevan a convertirte en tu peor enemigo… Para el alma entonces es importante tener un equipo, buenos amigos, un director espiritual que te vaya guiando, que te vaya cuidando, que te vaya ayudando en este caminar… Uno tiene que hacer su parte y abrir su corazón estar dispuesto a morir a sí mismo para que pueda realmente uno vivir, Dios te de la verdadera vida.
 

 
Tú sueles ser un defensor de la vida. En Chile justamente se está discutiendo por estos días despenalizar el aborto. ¿Algo que desees mencionar al respecto?…
Mi padre José y mi madre Alicia me inculcaron una regla de oro, desde muy niño… “trata a los demás como te gustaría ser tratado”, “has por los demás lo que quisieras que hicieran por ti o por los tuyos”. Es una ley muy sabia. La pregunta es muy sencilla, ¿Cómo te gustaría ser tratado si estuvieras en el vientre de tu madre y estuvieras corriendo el riesgo de ser abortado? ¡Pues que alguien venga a defenderte! ¿no?, a cuidarte, a protegerte, ¿Para qué?, para que puedas ver la luz del sol algún día y poder cumplir tus sueños. Poder trabajar, llorar, reír, sufrir y poder vivir ¿no? El derecho de nacer, es un derecho fundamental y ningún otro derecho es importante si no se nace.


 

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