Patrice, en su puente de París. Foto: Jerome Perrin

4.000 peregrinos sin hogar con el Papa

"El lugar de los sin hogar es el corazón de la Iglesia"

11 de noviembre de 2016

En su colchón debajo de un puente de Paría, Patrice lee la Biblia cada día. "En las parroquias hay mucha ayuda, pero me duele cuando voy a Misa y veo que a veces la gente evita mirarme".

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Patrice duerme bajo un puente en la parisina estación de metro "Corvisart". Ha conocido las calles de la ciudad de la luz durante diez años -cuenta en Alfa & Omega-, desde que se mudó a París tras una ruptura sentimental. También  ha estado en pisos de protección oficial, o alquilados si había trabajo, hasta que hace seis meses sus vecinos lo echaron después de que dos hombres que fueron a su casa se pelearan violentamente. “La calle –cuenta- es miedo a que te ataquen o te roben. No tenemos dónde guardar las cosas, y hay compañeros con los que hay que tener cuidado. Los días son largos. Cuando hace frío o llueve, nos quedamos el mayor tiempo posible en el saco de dormir. Pero la gente es amable y generosa. Ahora vivo al día porque no cobro la renta mínima desde hace tres meses”. Pero no se queja: “En otros países la gente se muere de hambre. Con fe siempre sales adelante”.
 
La relación con Dios es una constante en el día a día de este hombre de 57 años. “Él es nuestro Padre, y le importamos todos, ricos y pobres. Leo mucho la Biblia, porque gracias a ella me he levantado y he sobrevivido”. Su fe también será pronto fortalecida –espera- este fin de semana, cuando peregrine a Roma con otras 4.000 personas sin hogar de 21 países. “Me gustaría que el Papa diera respuestas a mis preguntas”, añade.
 
Patrice ha viajado a Roma con la Sociedad de San Vicente de Paúl, por una gestión de feligreses de la parroquia Santa Rosalía. Allí, en las comidas de hermandad “he conocido a otros como yo”. Los participantes de este grupo en la peregrinación se han reunido varias veces. “Ha sido muy interesante. Hemos rezado juntos, y cada uno ha dicho lo que necesitaba”. Eso “enriquecía a todos”. Además, le han prometido ayuda para encontrar alojamiento.
 
 
Cuatro millones en la Unión Europea
 
No hay datos fiables sobre las personas que viven en la calle en Europa, pues cada país mide el fenómeno de forma distinta, explican desde la Federación Europea de Organizaciones Nacionales que Trabajan con los Sin Hogar (FEANTSA, por sus siglas en francés). El dato más citado es el de un grupo de investigadores que en 2010 estimaron que, en la Unión Europea, cada año cuatro millones de personas pasan al menos una noche en la calle o en un albergue. En los últimos años –añaden– las cifras han aumentado en casi todos los países, incluidos aquellos con un Estado de bienestar fuerte.
 
En 2014, varias entidades caritativas francesas decidieron organizar una peregrinación a Roma con 150 de estas personas. Querían “mostrar que son parte de la Iglesia y no solo los que se quedan fuera” pidiendo en la puerta, explica Geoffroy d’Hueppe, uno de los responsables de la peregrinación. Fueron cuatro días de catequesis, visitas culturales, celebraciones y fiestas que “les ayudaron a lidiar mejor con su vida diaria después. Sintieron que eran parte de algo más allá del mundo que conocían”. Varios pidieron bautizarse.
 
“Estar invitados significa mucho”
 
El éxito fue tal que las entidades organizadores crearon la asociación Fratello para seguir preparando peregrinaciones para los más vulnerables. Pensaron hacer otra a Roma en el Año de la Misericordia y el Vaticano aceptó su propuesta para el penúltimo fin de semana del Año Jubilar. Llegan hoy a Roma y mañana 12 de noviembre comienzan su Jubileo con una catequesis del Papa. Quieren seguir mostrando que “el lugar apropiado de los más vulnerables es el corazón de la Iglesia”. Ya el hecho de “ser considerados lo suficientemente importantes para ser invitados significa mucho para ellos –subraya Geoffroy d’Hueppe–. Ojalá ahora más gente tome la iniciativa de incluir a las personas sin hogar en la sociedad”.
 
Las palabras de Patrice confirman que en el seno de la Iglesia hace falta una conversión permanente de todos para amar de verdad al prójimo…: “En las parroquias hay mucha ayuda, pero me duele cuando voy a Misa y veo que a veces la gente evita mirarme. Una mirada, una sonrisa, no cuestan nada pero dan alegría”.

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