Con la fe y la razón

El periodista converso Vittorio Messori: "Rechazar a la Iglesia es rechazar el plan mismo de Dios"

21 de marzo de 2014

Nacido y criado en la cuna del marxismo en Italia, consideraba la fe un mito esclavizador. Hoy es reconocido entre sus pares por su capacidad para establecer puentes de reflexión en el mundo católico.

Compartir en:



Apenas tenía unos meses de vida y como es tradicional en las familias italianas, los padres llevaron a bautizar a Vittorio Messori pero sólo “como si fuera una especie de rito supersticioso, sociológico”, puntualiza el hoy converso periodista. Admite que su relación con la fe se vio minada desde pequeño, en un proceso que además lo acercó al más extremo laicismo desde la juventud
 
Inoculado por la zaga anticlerical

Nació en una zona industrial de Sassuolo, Módena, en 1941, pero pronto viviría más de treinta años en la ciudad de Turín. Cultivó el gusto por la lectura especialmente textos de Gramsci o Palmiro Togliatti que abordaban el racionalismo y escepticismo ateo. “En el liceo D´Azeglio -para muchos, el santuario del laicismo- donde estudié, no se hablaba de religión más que para inculcarnos el desprecio teórico hacia ella” y agrega que solamente debido al concordato -acuerdo que regía entre el gobierno italiano y la Santa Sede- asistía a una clase semanal de enseñanza religiosa, “pero casi ninguno la tomaba en serio y yo, en concreto, eludía la asistencia con las más variadas excusas. O sea, que si por mi familia estaba imbuido de anticlericalismo pasional, la escuela llovió sobre mojado al enseñarme la cultura del iluminismo, del liberal-marxismo".
 
Comprendiendo y asimilando “lo desconocido”

Acabado el bachillerato, eligió como carrera universitaria las Ciencias Políticas y perteneció a la generación ideológica del ´68, convirtiendo la política en su pasión. "Decía el teólogo protestante Karl Barth que «cuando el cielo se vacía de Dios, la tierra se llena de ídolos». Para mí, el cielo estaba vacío, y uno de los ídolos que llenaba mi tierra era precisamente la política. Era una auténtica pasión. Estaba muy comprometido con los partidos de izquierda".
 
Pero ‘algo’ continuaba vacío en el espíritu de Vittorio, no podía negarlo. Pero resistía y jamás habría pensado en abrirse a la doctrina del cristianismo. “Pensaba que cualquier dimensión religiosa pertenecía a un mundo pasado, al que un joven moderno como yo no podía tomar en serio. (...) el Evangelio era para mí un objeto desconocido: nunca lo había abierto, pese a tenerlo en mi biblioteca, porque pensaba sin más que formaba parte del folklore oriental, del mito, de la leyenda”.
 
La razón desnuda sumergida en Dios

Entre julio y agosto del año 1964, cuando a sus 23 años era un alumno predilecto del profesor laicista más influyente del momento, Alessandro Galante Garrone e iniciaba su tesis doctoral en Ciencias Políticas, cuenta que ocurrió en su interior una auténtica revelación…
 
“Ocurrió inesperadamente. Sin que yo lo buscase y quisiese, fue como si me hubiese caído en un agujero, era un lugar luminoso donde yo comprendí de golpe que todo estaba en el cristianismo. Así, estuve en un mes o dos. Ni antes ni después me había pasado algo así. Quiero precisar que no soy un visionario, ni un místico… soy un una persona normal, pragmática, racional. No fue una ilusión o que mi temperamento me llevara al misticismo, al contrario. Fue una aventura verdaderamente inexplicable. De hecho, he esperado muchos años para contarla, porque si la hubiese contado cuando no era nadie, no era famoso, ni escribía libros, la gente habría pensado que era un visionario. He esperado contarlo ahora para que sea creíble”.
 
El castigo de los intelectuales

Cuando en la revista italiana Huellas reconoció su conversión, tuvo que pagar un “alto precio”, señala.  “Galante Garrone, al conocer la noticia, rompió conmigo, desconcertado, y mi carrera en aquel mundo elitista y discreto terminó justo en el momento en que comenzaba, al mismo tiempo que mi vida privada y mi afición a coleccionar aventuras mujeriegas daban un giro de ciento ochenta grados. Hubiera querido no tener que hacerlo, lloraba mientras arrugaba mi agenda llena de direcciones, pero no podía hacer otra cosa. Mi madre, al descubrir desconcertada que había empezado a ir a misa –a escondidas y como avergonzado- llamó al médico, convencida de que yo no estaba bien de la cabeza”.
 
Jesús y sólo Jesús

Lo que hasta hace poco era ajeno y despreciable comenzaba a ser su todo. Y Jesús, su pasión. El recorrido de este conocer al Señor de esta fe regalada lo cuenta en su libro “Hipótesis sobre Jesús”, best- seller que fue lanzado en 2008 y que ya ha sido reeditado en distintos idiomas.
 
“Cuando me sucedió este acontecimiento -explica Vittorio- sentí como vocación y deber, buscar, ayudar a la gente a considerar también la razón para creer. Tenía la necesidad de ser en mi vida un periodista que no se dedicara a las cuestiones religiosas, sino políticas, pero me cambió de golpe la perspectiva. Sentí el deber de dedicarme a este tipo de periodismo, de contar que Jesús de Nazareth había sido crucificado y luego resucitado”.
 
Vittorio fue luego el primer periodista en realizar una larga entrevista al Papa Juan Pablo II, que se publicó en un libro titulado “Cruzando el Umbral de la Esperanza” (1994). Posteriormente sostuvo diversos coloquios con el cardenal Joseph Ratzinger. “A mí siempre me ha fascinado su personalidad y pensamiento. Hace veinticinco años escribimos juntos un libro «Informe sobre la fe». No ha pasado de moda, pues ahí estaba el programa de su pontificado”.
 
Él erigió y conforma su Iglesia
 
Día tras día trata de ser un católico “sin adjetivos”, señala. Por lo demás, relata, “mi conversión en soledad, aquel verano de hace cuarenta años, todavía me impulsa hacia delante cada día. En el fondo, mi vocación es la del ermitaño que estudia, reflexiona, piensa y escribe libros. Con mi mujer retirados por propia elección en nuestra casita de Desenzano del Garda, en Brescia, somos una pareja de ermitaños”.
 
Al finalizar su testimonio Vittorio reflexiona sobre su amor a la Iglesia y el acoger la obediencia que ha de vivir todo católico… “¿Qué entendemos cuando decimos iglesia? Entendemos dos cosas: La iglesia como misterio y como cuerpo de Cristo; y la iglesia como institución, que deben convivir. Jesús no es un paracaidista, no es un extraterrestre que llegó en un ovni a saludar a todos y retornar al cielo. En la lógica de la encarnación, Dios se hace hombre para siempre. Ha querido ser representado por un hombre y ha querido que su carne y su sangre continúe siendo renovada en una institución humana. Por eso, aceptar a Cristo y rechazar a la Iglesia es rechazar el plan mismo de Dios, el plan de la Encarnación. Cristo, el Jesús de la historia ha querido estar presente hasta el final de nuestra historia por medio de esta institución”.

 

Compartir en:

Portaluz te recomienda