Maternidad en tiempos de aborto

"Fui violada en un viaje de negocios. Con mi esposo optamos por la vida"

19 de diciembre de 2014

Son los testimonios de maternidad y humanidad en condiciones extremas quienes también hablan y cuestionan los argumentos pro aborto.

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El pasado mes de enero yo estaba de viaje por negocios y me hospedé en el pequeño hotel de una ciudad universitaria (la protagonista decidió reserva de ciertos nombres por decisión de su familia)…

Por lo general suelo estar atenta a lo que sucede en mi derredor, pero el lugar estaba tan cubierto de nieve y con viento que no habría escuchado sus pasos incluso si él hubiera pisado fuerte. ¡Sucedió tan rápido! Abrí la puerta, me giré para cerrarla, y allí estaba él, un hombre enorme. Mi primer instinto no fue de miedo, sino sólo confusión. De inmediato él me dio un puñetazo en la cara. Yo no recuerdo que me haya sacado de la habitación, pero al recuperar la conciencia me encontré en la escalera… no sé cómo, tal vez yo intentaba ir en busca de ayuda…

Los exámenes del protocolo de violación arrojaron resultados negativos para el VIH, la gonorrea, la clamidia, sífilis, herpes, y docenas de otras cosas de las que nunca había oído hablar. «Dios es misericordioso», pensé.

Para el mes siguiente,  tenía programado trabajar en un crucero. El segundo día después de embarcarme fui golpeada por una repentina disentería que no superé con los antibióticos. En cuanto atracamos en Cartagena (Colombia) me llevaron al hospital para ver qué sucedía conmigo. Preocupados por mis problemas intestinales, me llevaron a realizar un ultrasonido… y entonces vimos el pequeño ‘guisante’,  mi hijo.

De regreso en el barco, les compartí a los médicos una versión abreviada de mi historia. ¡Ellos me pusieron en cuarentena! ¿Evitar suicidio? ¿Temían que por algún brote psicótico yo saliera corriendo desnuda por el barco? Quién sabe. Lo real es que la semana siguiente la pasé escuchando al equipo de médicos y enfermeras que con sus buenas intenciones buscaban consolarme y para ello me decían lo “fácil” que sería “hacerse cargo de eso” -matar al niño- para que yo pudiera volver a empezar… ¿¡Fácil!?

Hubieron un montón de incómodas cuestiones que discutí llorando en cada llamada telefónica que hice a casa esa semana, pero nunca consideré ni salió de mis labios el "hacerse cargo de eso" (abortar-matar al bebé). Tampoco mi marido. Cuando le dije que estaba embarazada, me dijo con voz tranquila y firme: "Está bien. Está bien... Bien... Todo está bien". Yo le pregunté: "¿Qué quieres decir con que todo está bien?". (Su respuesta fue todo lo que ella precisaba escuchar) "Quiero decir que podemos hacer esto. Vamos a salir adelante. Todo irá bien. Y que... ¡me encantan los bebés! Vamos a tener otro bebé. Cariño, esto es un regalo. Esto es algo maravilloso desde algo terrible. Podemos hacer esto". Y en ese mismo momento empecé a sentir los alegres movimientos de la nueva vida en mi vientre, floreciendo en mi corazón. Este nuevo amor que crecería con tal fuerza que doblegaría cualquier inquietud o angustia. Y mi marido estaba en lo cierto. Podríamos hacerlo.

En mi última mañana a bordo de la nave, le dije al equipo que me cuidaba: "Si alguna vez se acuerdan de esto, si alguna vez se preguntan lo que me pasó, sólo piensen en que habré tenido un hermoso bebé en octubre de 2014".  Recuerdo bien su reacción, la expresión de sus rostros y las lágrimas en los ojos del médico que había insistido con más vehemencia en el aborto. Por primera vez, pensé en ese momento cómo Dios puede usar esto, esta pesadilla que había tenido que soportar. ¡Úsame Señor Jesús!

Durante mi embarazo estuve ingresando y saliendo del hospital por un par de meses, más dentro que fuera. Tenía preeclampsia, hipertensión arterial, y convulsiones no controladas. Fue aterrador cuando me ingresaron en la semana 26 y dijeron que podría tener a mi bebé esa noche… Estaba desesperada. ¡Yo quería que mi hijo viviera! Superamos ese momento, pasaron las semanas  hasta que él llegó aquí, a salvo, a mis brazos.

Nuestro hijo pequeño fue concebido en la violencia, pero él es un regalo de Dios que hizo  completa a nuestra familia. ¡Estoy tan agradecida de haber podido establecer vínculos con otras madres que también quedaron embarazadas por violación! Somos sobrevivientes, no las víctimas. Mi hijo me ha sanado.


Jennifer Christie esposa y madre de ‘cinco’, residente en Carolina del Norte (USA), pidió en el blog Savethe1 que para este testimonio se publicara su segundo nombre, en lugar del apellido, con el fin de proteger la identidad de su familia.


 

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