Tras su conversión

Joven madre testimonia que ella y su hija, fueron agredidas por el demonio. San Miguel Arcángel las auxilió

02 de octubre de 2015

Es bueno pedir a san Miguel Arcángel su mediación y protección… "¿Quién como Dios?" (voz de batalla del glorioso Arcángel), vendrá en nuestro auxilio "cuando nuestro orgullo se sale de control" o cuando el mal quiere tomar nuestras vidas, dice Cari Donaldson.

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Cari Donaldson, fue formada en la fe presbiteriana de sus abuelos, que también profesaba su madre. Con los años se dejaría seducir por la New Age, adhiriendo a la creencia panteísta de que “Dios es todo y todo es Dios”, tal como lo advierte con maestría el hindú, hoy sacerdote católico, James Manjackal (ver en artículo de Portaluz: El Yoga: En la filosofía y en la práctica es incompatible con el Cristianismo).

Pero Cari en aquellos años no habría escuchado al padre James. Reiki, Yoga y otras prácticas de la New Age, le parecían benéficas. Pero habría consecuencias, incluso después de su conversión a la fe católica, iniciada el sábado  2 de abril de 2005…
 
Retorno a la casa del Padre
 
Ese día ella había salido de compras al centro de la ciudad con su esposo e hijos. Se detuvieron en una pizzería que tenía vistosas pantallas de televisión… “Mientras mi marido llevaba a nuestra hija al buffet, mis ojos se posaron en una de las pantallas de televisión, y vi la noticia. El sonido estaba quitado, así que la única forma de entender el sentido de las imágenes era leer los titulares que recorrían el fondo de la pantalla: el Papa Juan Pablo II, después de una dura lucha pública con el Parkinson, acababa de morir”.

Cari Donaldson no era católica, ni siquiera se consideraba cristiana. Pero fue tal el impacto emocional experimentado ante esa noticia, que inició desde entonces un camino de retorno a la fe, marcado por la compañía de la Santísima Virgen María y san Juan Pablo II (entonces beato)…

“Al año siguiente (del evento en la pizzería) recibimos la Eucaristía y bautizamos a nuestros hijos. Y aunque mi conversión radical, pasando de ser una feminista New Age a una madre católica de seis niños, no es uno de los milagros oficiales reconocidos para su canonización, no tengo dudas de que fueron las oraciones e intercesión del entonces beato Juan Pablo II lo que me ayudó a volver a la Santa Madre Iglesia”, ha declarado en diversos portales católicos Cari.
 
La mordida del demonio
 
Pero no es de su conversión que trata este tramo de su testimonio, sino de una experiencia posterior que le enseñó cuán urgente es permanecer alerta –con oración, vida sacramental, coherencia entre fe y obras- para cuidar la salud espiritual, propia y la de aquellos que Dios le ha confiado…
 
Cuenta Cari en una columna publicada por Catholic Exchange esta semana, que una noche, poco tiempo después de recibir los primeros sacramentos de la fe católica, estando ya acostada en la oscuridad de su habitación, se quedó absorta unos instantes escuchando la respiración de sus hijos que dormían. “El bebé estaba en una cuna a mi derecha y mi hija de cuatro años dormía en un nido de mantas y almohadas en el suelo, a los pies de mi cama”.

Ken, el marido, estaba trabajando con turno de noche y recién podría llegar pasadas las tres de la madrugada. Cari y sus hijos habían tenido un día ajetreado visitando durante la tarde el convento de las Misioneras de la Caridad en Memphis, para ayudar a dar la comida a madres y niños sin hogar que allí acogen y acompañan esas religiosas. Como muchos conversos, Cari vivía con pasión todo aquello que le permitía experimentar a Dios y además las hermanas eran tan cariñosas con su hija quien jugaba siempre a tomar la tela de sus hábitos-sari y ponerla sobre su cabeza, como si fuera una de ellas.

Aquella noche, dice, en el silencio de su habitación, recordaba las imágenes de aquella tarde y aunque su pequeña hija tenía sólo cuatro años, se deleitaba imaginando que pudiera algún día consagrar su vida a Dios en alguna familia religiosa…

“Fue entonces que, de repente, no pude respirar. Era como si hubieran aspirado todo el aire fuera de la habitación”, escribe Cari en su columna. Pero aclara que junto a esta opresión que repentinamente la ahogaba, tuvo la absoluta certeza  “…de que había una presencia en la habitación, de pie, junto a mi hija”. Fue entonces que experimentó auténtico terror… “Se apoderó de mí, no el miedo de la adrenalina que experimentas en una película de terror o si escuchas de repente un golpe en el silencio de la noche o por una cuasi colisión yendo en un coche. Era un miedo más profundo, más allá de las respuestas físicas”.

En ese instante en su ser íntimo Cari Donaldson señala que comprendió a quien se enfrentaba… (hasta hoy prefiere incluso no nombrarlo)… “era algo mayor y más oscuro. Yo quería saltar de la cama y correr hasta mi hija, para tomarla en mis brazos y protegerla, pero no pude. No podía respirar, ni moverme y mi mente sólo estaba fija en esa horrible presencia…”
 
“Respirando” la oración a san Miguel Arcángel
 
Su desespero, dice, aumentó cuando escuchó que su hija, dormida, rodaba y gemía a los pies de su cama. Pero allí, en la angustia, clamó y vino a ella el auxilio…

“De repente, las palabras de una oración que apenas había aprendido, a instancias de mi mejor amigo, vinieron a mi mente. Reuniendo toda la fuerza que pude, aunque mis labios apenas se movían… respiré las palabras de la oración a San Miguel Arcángel”.

Al final de la oración, la cosa (demonio) se había ido. Podía respirar y moverme de nuevo. Tomé a mi hija que seguía durmiendo y la traje a la cama conmigo. Me quedé allí, conmocionada y sin comprender, hasta que mi marido llegó a casa”.

Es bueno para nosotros –señala Cari- pedir a los ángeles, sobre todo a san Miguel Arcángel, su mediación y protección… "¿Quién como Dios?" (voz de batalla del glorioso Arcángel), agrega, vendrá en nuestro auxilio “cuando nuestro orgullo se sale de control” o cuando el mal quiere tomar nuestras vidas.

 
Nota del editor: Reza esta Oración-Consagración…

 
Príncipe nobilísimo de la jerarquía Angélica
Valiente guerrero del Altísimo,
celoso amador de la gloria del Señor,
terror de los ángeles rebeldes,
amor y delicia de todos los ángeles buenos,
Arcángel San Miguel,
deseando ser incluido entre tus numerosos devotos,
hoy a ti me consagro, me ofrezco y me entrego.
Pongo mi persona, mi trabajo,
mi familia, mis amigos y todo lo que me pertenece
bajo tu vigilante protección.
Muy poco es lo que te ofrezco,
siendo yo un miserable pecador; no obstante
aceptas generosamente el ofrecimiento de mi corazón.
Recuerda que si desde hoy estoy
bajo tu protección,
debes ayudarme en durante toda mi vida.
Procúrame el perdón para mis numerosos
y graves pecados;
la gracia de amar a Dios con todo mi corazón y
a mi muy querido Salvador Jesucristo,
como también a mi dulce Madre María Santísima
y a todos mis hermanos
que el Padre ama y Jesús ha redimido.
Dame toda la ayuda necesaria
para alcanzar la corona de la gloria.
Defiéndeme siempre del enemigo de mi alma,
especialmente en el último instante de mi vida.
Ven oh Glorioso Arcángel en aquel momento,
Ayúdame en la última lucha y arroja lejos de mí,
En el abismo del Infierno,
Aquél ángel mentiroso y soberbio
El que venciste en la batalla del Cielo.
Preséntame entonces ante el trono de Dios
para cantar contigo, Oh Arcángel San Miguel,
y con todos los Ángeles
canciones de alabanza, honor y gloria
a Quien reina por los siglos de los siglos.
Amén.
 

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