Fe, verdad y justicia

La esperanza de la asesora Pontificia no fue derrotada por el abuso que padeció en la infancia

11 de julio de 2014

Estuvo junto a Papa Francisco cuando el Pontífice en significativa Eucaristía y encuentro privado se reunió este 7 de julio con seis víctimas de abusos perpetrados por sacerdotes. Por decisión del Papa ella integra la Comisión Pontificia para la Tutela de los Menores.

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Silencio y emoción se evidenciaba en los rostros de quienes escuchaban a las siete de la mañana del pasado siete de julio la homilía en la que el Papa Francisco pedía perdón, cargaba la cruz, de la vergüenza, el dolor y otras consecuencias, por el daño que han causado algunos sacerdotes. Sus palabras eran categóricas:
 
“Desde hace tiempo siento en el corazón el profundo dolor, sufrimiento, tanto tiempo oculto, tanto tiempo disimulado con una complicidad que no, no tiene explicación hasta que alguien sintió que Jesús miraba, y otro lo mismo, y otro lo mismo… se animaron a sostener esa mirada. Y esos pocos que comenzaron a llorar nos contagiaron la consciencia de este crimen y grave pecado. Esta es mi angustia y el dolor por el hecho de que algunos sacerdotes y obispos hayan violado la inocencia de menores y su propia vocación sacerdotal al abusar sexualmente de ellos. Es algo más que actos reprobables. Es como un culto sacrílego porque esos chicos y esas chicas le fueron confiados al carisma sacerdotal para llevarlos a Dios, y ellos los sacrificaron al ídolo de su concupiscencia. Profanan la imagen misma de Dios a cuya imagen hemos sido creados”, denunció el Papa.

Entre los asistentes le escuchaba una de las víctimas, la irlandesa Marie Collins, quien padeció los abusos sexuales de un sacerdote cuando era pequeña.
 
Collins, que hoy tiene 66 años, es fundadora de una ONG que lleva su nombre, y presta asistencia psicológica a las víctimas de abusos o a sus familiares en Dublín (Irlanda). Junto con Sheila Hollins, catedrática emérita de Psiquiatría y miembro de la Asociación Médica Británica, escribieron el texto "Sanando una herida en el corazón de la Iglesia y la Sociedad", que se presentó en el Simposio sobre abusos efectuado en Roma en febrero de 2012.
 
Ante más de un centenar de delegados provenientes de diversas conferencias episcopales del mundo, Collins narró en aquella ocasión los dolorosos acontecimientos que vivió cuando pequeña.
 
“Yo fui víctima de abuso sexual clerical. Acababa de cumplir trece años y estaba en mi momento más vulnerable, una niña enferma en el hospital, cuando un sacerdote abusó sexualmente de mí”.
 
Arduo camino para restaurar la esperanza
 
Pero su vida no se quedó detenida en el abuso, pues según ella misma señala, desde aquél calvario comenzó a recorrer un camino de sanación sostenida por la fe, alentada por la esperanza. “No me volví en contra de mi religión”, declara, y en un gesto que muestra la gracia del perdón, extraordinaria, que la habita dice que en muchas ocasiones rezó para que esa persona “no lo hiciese más”. No fue simple, precisa,  pues en aquellos años hubo de lidiar con el encubrimiento de los delitos por parte de su obispo.
 
Sí, para alcanzar la paz y ver renacer la esperanza, vivió un proceso no exento de dificultades. A los veintinueve años se casó, tuvo un hijo y en esa instancia vital retornaron los fantasmas. “Desarrollé la agorafobia, es decir, no podía salir de mi casa sin sufrir severos ataques de pánico. No pude darle a mi hijo toda la atención que una madre debería y no pude gozar plenamente de su infancia. Sentí que era un fracaso como madre y esposa. Sentí que mi marido y mi hijo serían mucho más felices si les dejara o si muriera”.
 
Consolidando el perdón
 
Marie -como ocurre con la mayoría de quienes han padecido algo semejante-, dio un firme paso hacia su sanación cuando la verdad fue expuesta y el agresor “asumió la responsabilidad por sus acciones y admitió su culpabilidad ante la corte”.
 
El apoyo de profesionales idóneos en salud mental y su fe fueron luego los dos pilares que Marie tuvo para caminar con paso firme hacia el perdón y la paz.  “Pude recuperar el rumbo de mi vida en lugar de que el pasado me contralara a mí. Era capaz de dejar los años perdidos atrás”.
 
Consejera Pontificia
 
Pero aún quedaban espacios de vida por reconquistar para Marie. Ella era católica, creyente, pero el retorno a la Iglesia era complejo. “¿Cómo podía recuperar mi respeto por el liderazgo de mi iglesia?”.
 
Fue en esta instancia de su vida que la invitaron a incorporarse en la Comisión Pontificia para la Tutela de los Menores, instituida por el Papa Francisco el pasado 22 de marzo de 2014. Para Marie este gesto Pontificio selló el retorno a su Iglesia que ya había iniciado como asesora de la arquidiócesis de Dublín buscando la necesaria justicia para las víctimas… “y también una mejor comprensión del abuso infantil –añade- para mejorar la protección de los niños. Mi vida ya no es un terreno baldío. Siento que tiene sentido y vale la pena”.

 

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