Verdad o mito

La reencarnación: Creencia de religiones… y masones

15 de agosto de 2014

En esencia toda propuesta que afirma la reencarnación niega no sólo las verdades reveladas y dogmas que profesan los católicos, sino más aún para afirmarse requiere anular la conciencia de filiación divina que Jesús afirma constituye la identidad de toda persona humana.

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El ecumenismo y diálogo inter religioso plantea a los representantes de diversos credos no pocas dificultades en la búsqueda de objetivos comunes y respeto a la existencia de unos y  otros.

Uno de estos escollos dice relación con la cuestión de la reencarnación versus la resurrección.  “Al morir, nacemos para la vida eterna” es una máxima atribuida a San Francisco de Asís que refiere a la fe en la resurrección de los creyentes. Verdad que los católicos y el Papa no pueden tranzar… aún a riesgo de que se dificulte el ecumenismo.

Para comprender algunos aspectos del por qué la fe cristiana cuestiona a la Reencarnación,  reproducimos un extracto del trabajo desarrollado por el profesional colombiano en Ciencias Religiosas,  Guido Rojas…
 
Las religiones orientales

El Hinduismo: Para esta religión de la India la reencarnación tiene su origen en los textos sagrados Vedas (Conocimiento), que aparecieron entre los años 800 al 500 a.C., aquí se enseña que con la muerte sólo desaparece el organismo, mientras que el alma (Atman), vive muchas vidas en diferentes cuerpos hasta completar la liberación de su ser (Moksha), por medio de un proceso de nacimiento, muerte y reencarnación (Samsara); la meta final consiste en romper dicho ciclo y llegar a estar eternamente en la presencia de Brahma, el “Espíritu Universal” o el “Océano Divino”; del que surgieron todos los seres y al que deben retornar.

La reencarnación va íntimamente ligada al “Karma” de cada persona (la palabra Karma tiene dos significados: “acción” y “los resultados buenos o malos de toda actividad física o mental”); y en tal caso, la existencia futura del Atman está predestinada por el comportamiento de toda su vida terrenal, la que será favorable o miserable; ya que el Karma opera de una manera implacable con las personas que se dedican al mal, teniendo como castigo el renacer en algún animal inferior, planta o cosa. Del mismo modo, la ley del Karma es independiente del tiempo y el espacio; y por eso, nada tiene que ver que un individuo necesite trescientos o tres mil años de aprendizaje para evolucionar completamente.
Para la religión de los “mil dioses” los méritos propios de cada persona, pueden tener su recompensa con el renacimiento de alguna de sus divinidades, como es el caso de Shankara, filósofo, místico y poeta hindú; quien por su grado de santidad se le veía como la personificación viva de la diosa Shiva. Igualmente, en el Ramayana, poema épico de la literatura india, se narra que su héroe el príncipe Rama, era la reencarnación del dios Visnú.

El Budismo: sus creencias religiosas se inicia con la aceptación del proceso de cambio (samsara), las personas mueren y renacen en uno de los seis reinos de la existencia universal, descritos en la rueda budista de la vida; entre ellos el cielo y el infierno, estados imperfectos en los que la reencarnación depende de los progresos que se haya hecho allí. Por último, todos los seres humanos irán al reino “sin muerte” llamado “Nirvana”. La palabra Nirvana tiene su origen en el sánscrito y quiere decir “extinción”, bien sea de las pasiones, de los errores y demás defectos propios; lo que trae como resultado final el colmen de la iluminación, la serenidad y tranquilidad sin limites. Por lo tanto, quien llega al Nirvana ha vencido a la muerte y el dolor físico.

Los budistas afirman que todos los individuos se reencarnarán varias veces antes del alcanzar el Nirvana, llamado también el “Gran Todo”; pero sólo los seres iluminados o “Budas” pueden recordar sus vidas pasadas; como su fundador, el príncipe Sidharta Gautama (2500 a.C.), quien decía tener recuerdos de mil vidas anteriores. Asimismo, los Lamas Tibetanos plenamente realizados (o Tulkus), pueden escoger las circunstancias de su próxima reencarnación, e incluso indicar el lugar exacto donde renacerán, en el cuerpo de un infante que nazca en ese preciso momento, y que deberá ser cuidadosamente buscado unos ocho años después por los monjes, gracias a determinadas señales y diversas pruebas de reconocimiento. El caso más conocido es el de su gran líder el Dalai Lama, cuyo espíritu ha renacido catorce veces hasta llegar al actual, Tenzin Gyatso (1935- ).

La sociedad Teosófica. Masones y Reencarnación

Fundada en 1875 por la rusa Elena Blavatsky, en compañía de varios masones de Estados Unidos, y algunos espiritistas. Esta secta de lo oculto y lo secreto pregona que cada uno va experimentando progresivas reencarnaciones hasta llegar a ser un dios o “Mahatma”; con la misión de gobernar todo el universo. Para llegar a esta meta tiene que pasar varios siglos, como le sucedió a su fundadora, quien aseguraba haber pasado por 32 reencarnaciones durante 72000 años.


El culto a los muertos

La doctrina que predica la existencia del cielo y el infierno como moradas eternas para el alma humana después de esta vida, es un hecho más constante y generalizado en la historia universal. Así lo demuestra las antiguas culturas como los babilonios, asirios y egipcios; quienes levantaron templos y pirámides destinadas a sus reyes y faraones para estar más cerca de ellos, y que luego despertarían en el más allá.

Por otra parte, para las religiones monoteístas como el judaísmo, las ofrendas a favor de los muertos son base de su fe; como lo constata la lectura del Machsor, libro de oraciones para los días sagrados del Yom Kipuer (La fiesta del perdón). También las iglesias primitivas cristianas, a la cabeza con la Católica, los Ortodoxos Griegos y Rusos, los Arrianos, Nestorianos y Eutiquianos; conservaron en sus liturgias la costumbre de pedir por las almas de los fieles difuntos. Mientras que para el Islam esta práctica esta consignada en el libro del Corán.

El punto de vista bíblico

Los reencarnacionistas argumentan sus enseñanzas con las Sagradas Escrituras. Según ellos, se encuentran al menos unas 600 citas para testificar lo dicho, siendo las más importantes el encuentro de Jesús con Nicodemo, cuando le dice: “En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3,3); a lo que los exegetas y teólogos aclaran, que el Mesías está haciendo referencia al sacramento del bautismo, que nos hace “volver a nacer por el agua y el espíritu”(5-7). Así también cuando se dice que Juan el Bautista era el profeta Elías (reencarnado), que “ha venido ya” (Mateo 17,12); se da a entender que la fuerza del profeta recae en la misión del Bautista, quien fue el precursor de la primera venida de Cristo, y Elías lo será de la segunda (Parusía). De Igual manera cuando Juan es interrogado por una comisión del Sanedrín, si era realmente Elías, éste responde categóricamente “no lo soy” (Juan 1,21). Sin embargo, se había predicho que Juan Bautista precedería al Mesías “con el espíritu y el poder de Elías” (Lucas 1,17; Malaquías 4, 5-6; Eclesiástico 48,10). En otra oportunidad, el Señor se encarga de decir que su primo no era Elías, pues éste “ha de venir” (Mateo 11,14); además el antiguo profeta de Israel se hace visible al lado de Moisés en la transfiguración en el monte Tabor (17,1-9).

La Revelación Divina también nos dice que “está establecido que los hombres mueran una sola vez” (Hebreos 9,27); con la muerte, “el polvo (o poéticamente ‘el cuerpo’) vuelve a la tierra como vino de ella, y el espíritu a Dios, que lo ha dado” (Eclesiastés 12,7). “Sólo aquel que peque morirá. Ni el hijo ha de pagar por los pecados del padre, ni el padre por los pecados del hijo” (Ezequiel 18,20). “Porque todos tenemos que presentarnos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponde, según lo bueno y lo malo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo” (2Corintios 5,10); además la resurrección del Salvador, y las realizadas por él, son la prueba de que cada alma fue creada para un cuerpo humano ((1Corintios 15,12-57). El apóstol Pablo agrega que al final de los tiempos habrá resurrección tanto de “buenos” como de “malos” (Hechos 24,15); que serán juzgados ante el tribunal supremo del Hijo de Dios (Mateo 25,31-46; Juan 6,40; Hechos 17,31; Apocalipsis 20,11-15).

La reencarnación presenta cuestiones difíciles de explicar

1. No puede definir con claridad en qué momento el alma humana empieza a existir
2. No se sabe cuántas vidas tienen que experimentar
3. No se determina cuánto tiempo tiene que pasar entre una reencarnación y la otra
4. No está establecido cuánto tiempo dura todo este proceso de nacer, morir y renacer hasta alcanzar el ciclo final
5. No presenta una explicación lógica al origen del mal, pues si solamente los buenos o los menos buenos reencarnan en seres humanos; los malos que renacen en seres inferiores, tendrán una desventaja al no tener conciencia de sus errores pasados.
 
Por otra parte, la Iglesia Católica desde sus raíces históricas siempre negó la reencarnación como un hecho real, y con la sola excepción de Orígenes (s. III), quien dudó si sería posible que se admitiera en el cristianismo; los demás Padres de la Iglesia como San Agustín, Tertuliano o San Jerónimo; la rechazaron tajantemente. Además el emperador Justiniano I fue uno de los principales enemigos de la misma, en el II concilio de Constantinopla en el siglo VI. La reencarnación fue definitivamente condenada por el magisterio eclesiástico en 1917, bajo el pontificado de Benedicto XV.

¿Pruebas de la ciencia?

En estos últimos años se han hecho famoso en el mundo entero, las experiencias médicas de algunos psicoterapeutas, parapsicólogos y siquiatras como el doctor Brian Weiss; autor de varios libros sobre este tema, quien sostiene que es posible que con las llamadas “regresiones hipnóticas”, los seres humanos puedan viajar por el pasado experimentando diferentes situaciones de otras vidas. Es importante aclarar que este método no es capas de demostrar científicamente la existencia de la reencarnación, pues muchos de los testimonios han sido imprecisos, incorrectos, no se ajustan a la realidad de los hechos; varios pacientes coinciden en haber sido un personaje importante como “Cleopatra” o “Napoleón”. También influye de manera especial fenómenos de percepción extrasensorial, telepatía, clarividencia o simplemente el terapeuta es quien induce a la persona a recrear una serie de situaciones irreales, sugeridas o predispuestas. Del mismo modo, se pone de manifiesto que solamente un 40% de los individuos sometidos a esta prueba resultan positivos.

Para muchos expertos este método tiene la misma fiabilidad que los sueños, ya que ambos son elaborador por nuestras fantasías, mezcladas con imágenes de momentos reales, de deseos y temores del subconsciente; que constituye un depósito de información mucho mayor del que podamos pensar. Es más, si las reencarnaciones sucesivas del alma humana fueran ciertas; nuestra memoria, que junto con la inteligencia y la libre voluntad, son facultades propias del individuo; sería correcto creer, que todas las personas en estado de normalidad síquica, sin recurrir a la hipnosis, deberían recordar perfectamente ciertos instantes de sus anteriores vidas.

Tampoco es de extrañarse el hecho de que los pacientes empiecen ha hablar en otros “idiomas”, que a veces son comprensibles pero con frecuencia no lo son. Como los casos narrados en el Nuevo testamento, de los primeros cristianos que hacían uso del “don de Lenguas”; y a los que el apóstol San Pablo puso un toque de desconfianza, pues “es preferible decir cinco palabras que se entiendan, para enseñar a otros, que decir diez mil palabras en lenguas extrañas” (1Corintios 14,19).
 
Fuente:
Texto. Verdades de la Fe Católica
Guido Rojas Z., Licenciado en Ciencias Religiosas
Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia)

 

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