Madre de Jesús y de los pecadores

La Santísima Virgen advierte: "Si ustedes no cambian, abreviarán la venida de una tercera guerra mundial"

06 de mayo de 2016

Las cinco apariciones en Cuapa, Nicaragua, concluyen dando una clave de continuidad con Fátima, que entrega la propia "Señora", al pedir que se restaure la devoción de los primeros cinco sábados de reparación.

Compartir en:



Los hechos que aquí se narran ocurrieron en Cuapa, un pequeño pueblo campesino, situado a 150 kilómetros al este de Managua en el Departamento de Chontales, Nicaragua.

"Cuapa" deriva del término "coatl pan" (idioma Nahualt), que significa "por encima de la serpiente". Allí, el 8 de mayo de 1980 la Santísima Virgen María -quien se presentó como “Madre de Jesús y de los pecadores”-, iniciaría una serie de apariciones, comunicando a la humanidad sus  mensajes a través de un modesto campesino de cincuenta años, Bernardo Martínez. La Santísima Virgen de Cuapa, Madre de los Pecadores, pide conversión para evitar una tercera guerra mundial. Para ello el creyente y no creyente tiene entre otras armas que en las apariciones se mencionan: el obedecer a Dios, poner en práctica su Palabra, perseverar en el rezo del rosario...

El vidente

Bernardo Martínez nació en Cuapa el 29 de Agosto de 1931 (día de San Bernardo) y siendo muy niño fue entregado por sus padres al cuidado de la abuela materna que vivía a unos pocos kilómetros del poblado. Ella era una campesina analfabeta pero profundamente devota, conocedora del catecismo y un sinfín de oraciones -en especial el rosario-, formación que transmitió día a día al nieto Bernardo quien la llamaba: Mamá. “Yo no soy tu mamá. Tú tienes dos mamás: una en la montaña y otra en el cielo”, le replicaba entonces la abuela Eloísa.  

Trabajar en el campo, cuidar de la abuelita, asistir a los oficios litúrgicos en la capilla y vivir en lo íntimo sus devociones marianas, llenaban la vida de  Bernardo. Al poco de cumplir 43 años de edad quedaría sólo al fallecer doña Eloísa el 5 de abril de 1974. Más se aferró entonces a su madre del cielo, confiado en que algún día el párroco respaldaría su anhelo de ser sacerdote.

Desde que su abuelita lo llevó por primera vez con ocho años a visitar la imagen de La Purísima en la parroquia de Juigalpa, ciudad cercana a Cuapa, Bernardo se las ingeniaba para repetir la visita regularmente. Tendría unos catorce años cuando en una de esas escapadas a ver a La Purísima se topó con el párroco, el padre Octavio Mejia Vilchez, quien le contó que la imagen sería reemplazada por una “moderna y bonita” que las Hijas de María habían adquirido en Barcelona.

A Bernardo el corazón le dio un brinco cuando supo que el cura estaba pensando hasta en quemar la antigua imagen que él tanto quería, puesto que nadie se interesaba por ella. Finalmente, tras insistencia del chico, el padre Octavio fijó como precio de venta de la imagen 300 córdovas… poco más de cuarenta dólares americanos. Aunque era un gran capital, con la ayuda de algunas niñas y amistades colectaron en la comunidad el dinero. Luego el cura párroco de Juigalpa les entregó junto a un recibo la imagen, que hizo entrada festiva en Cuapa al son de cantos, tambores y estruendosos cohetes que celebraban la entronización de La Purísima. Allí, en la capilla de la aldea permaneció silenciosa, cuidada por el fiel Bernardo…

Hasta que el 15 de abril de 1980 iniciaron los primeros avisos, luces que irradiaba la imagen, adelanto de la cercana primera aparición de la “Madre de Jesús y de los pecadores”…

La imagen emite luz

“El 15 de Abril de 1980 –narra el propio Bernardo- miré la imagen iluminada.  Pensé que eran los muchachos que, jugando en la plaza, habían quebrado las tejas y así era que entraba claridad sobre la imagen.  También pensé que les iba a cobrar las tejas y la reparación.  Pensaba que ellos habían entrado intrusamente, porque yo vivo lejos… Me acerqué y vi que no había ningún agujero en el techo; salí para ver si por las ventanas entraba luz de fuera y no vi nada.  Volví cerca de la imagen para ver si le habían puesto un rosario fosforescente; le miré las manos, los pies, el cuello... no era nada de eso.  La luz no salía de ninguna cosa; la luz salía de ella. Para mí fue un gran misterio.  Con la iluminación que ella daba se podía caminar sin tropezar.  Y era de noche, casi las ocho de la noche, porque había llegado tarde.

Entonces comprendí que esa cosa era extraña; que ya no era una cosa común.  Para mi pensé: «La Santísima Virgen, la Madre Santísima, está enojada conmigo porque yo he estado peleando con la gente», y decidí pedirle perdón porque me conmovió tanto el verla así iluminada; vi linda la imagen… Me fui a tocar la campana porque llegué con una hora de retraso y con lo de la iluminación, más tarde se me había hecho para el rezo del rosario.  En mi pensamiento tenía grabado todo aquello que había visto y pensaba: «Soy el culpable».

En estos pensamientos andaba cuando me acordé que, cuando era niño, mi abuelita me decía que nunca fuera ‘candil de la calle y oscuridad de mi casa’.  Comprendí mi pecado: Quería que otros hicieran la paz y yo andaba peleando en mi casa… Y así decidí pedirles perdón delante de toda la gente.  Lo hice y ellas me perdonaron.

Después conté a toda la gente que vino a rezar el rosario, lo que había visto: la imagen iluminada.   Pero les dije que lo guardaran en secreto.  No fue así.  El secreto corrió por todo Cuapa y yo sufrí con ello por las burlas que algunos hicieron. Una de las hermanas de la comunidad fue a Juigalpa y se lo dijo al sacerdote que es nuestro párroco.  Cuando yo llegaba él me decía,  «¿Qué tenés vos de nuevo?»  Yo decía que nada y él insistía, «Vos tenés algo»...

Un día el sacerdote, me preguntó de nuevo y me refirió todo lo que ya le habían dicho.  Yo le dije que sí, que era verdad.  El me dijo que se lo dijera todo de nuevo.  Se lo referí.  El me preguntó qué era lo que yo rezaba.  Le dije que el rosario y las tres Avemarías a la Santísima Virgen desde que era pequeño.  Y que mi abuelita me había enseñado a invocarla siempre que tuviera alguna tribulación, diciéndole: «No me dejes, Madre mía».  También me enseño a decir: «Es María Auxiliadora dulce faro de la mar; es el amor de mi alma desde que yo supe amar. Ella en mi niñez mis pasos guió, y por eso desde niño siempre la quise yo». Esto me lo enseñó de memoria, porque ella no sabía leer.  Entonces me dijo el sacerdote que hiciera oración y le pidiera a la Santísima Virgen que si algo quería de nosotros, que se manifestara más claramente.  Lo hice, pero rezaba así: «Madre Santísima, no me des a mí ningún encargo.  Tengo muchísimos problemas en la iglesia.  Dale el encargo a otra persona, porque yo quiero evitarme más problemas.  Tengo muchos ahora.  Ya no quiero más». Así decía yo a la Santísima Virgen. Con el correr de los días, la gente se empezó a olvidar de lo de la iluminación de la imagen.  Yo, por mi parte, seguía con mi oración como el padre me lo había ordenado.”

Primera Aparición. 8 de mayo. “Vengo del cielo, soy la Madre de Jesús”

El 8 de mayo de 1980 Bernardo estaba inquieto y decidió ir a pescar al río para disiparse un poco. De regreso con su pesca, se recostó en un árbol a rezar. De improviso, dice, serían las tres de la tarde, vio un relámpago. Al no saber de dónde venía caminó unos seis pasos y entonces otro relámpago iluminó todo… y empezó a ver la imagen de la Virgen de La Asunción, conocida en Nicaragua como La Purísima o Inmaculada Concepción. Asombrado, pensó primero que le estaban jugando una broma y no dijo nada. Luego la Señora -que es como le llama Bernardo-, hizo un movimiento y de sus manos salieron rayos uno de los cuales se posó en el pecho de Bernardo…; y es entonces que Él se atreve a preguntarle: «¿Quién es usted?», a lo que ella respondió… «Vengo del cielo, soy la Madre de Jesús».

Bernardo enseguida recordó que el sacerdote con quien había hablado cuando aparecieron las primeras señales, le había recomendado preguntar a la Virgen cuáles eran sus deseos. Una vez hecha la pregunta, la Señora respondió: «Quiero que recen el Rosario todos los días. No quiero que lo recen solamente en el mes de mayo. Quiero que lo recen permanentemente, en familia, desde los niños que tengan uso de razón... que lo recen en una hora fija cuando ya no haya problemas con los quehaceres del hogar».

Continuó enseñándole y diciéndole –dice Bernardo- que al Señor no le gusta que hagamos oraciones de forma ligera o mecánica, “y por eso nos recomendó el rezo del rosario con citas bíblicas y quería que pongamos la palabra de Dios en práctica”. También le dijo al vidente: «Ámense, cumplan con sus deberes. Hagan la Paz. No (solo) pidan la paz al Señor porque si ustedes no la hacen no habrá paz».

Después la Señora prosiguió diciendo: «Nicaragua ha sufrido mucho desde el terremoto. Está amenazada a sufrir más todavía. Seguirá sufriendo si ustedes no cambian. Reza hijo mío el rosario, por todo el mundo… Diles a creyentes y no creyentes que al mundo lo acechan graves peligros. Pido al Señor que aplaque su justicia; pero si ustedes no cambian, abreviarán la venida de una tercera guerra mundial».

Bernardo, al ver la dimensión del encargo intentó persuadirla para que fuese otro el mensajero… «Señora tengo muchos problemas en la Iglesia. Dígaselo a otra persona», suplicó el campesino. A lo que Ella contestó: «No, porque el Señor os ha escogido para dar el mensaje». 

Aún así Bernardo prefirió guardar todo en secreto, pero estaba triste y sentía como un peso al no decir aquello que había visto. A los ocho días cuando iba en busca de una ternera, buscó otro camino que no fuera el de la aparición. Después de caminar un rato, vio nuevamente un relámpago y sintió, dice, el gozo de la primera vez; luego vino otro relámpago y enseguida vio a la Virgen. Ella le dijo en tono amable pero de reclamo: «¿Por qué no has dicho lo que te mandé que dijeras?» Y Bernardo respondió: «Es que tengo miedo. Tengo miedo de que se burlen de mí». Y entonces la Virgen le dijo: «No tengas miedo. Yo te voy a ayudar; dile al sacerdote». Hubo entonces otro relámpago y luego ella desapareció.

Segunda Aparición. 8 de junio. Camino al cielo

El 8 de junio Bernardo fue al lugar de las apariciones, más no sucedió nada. Pero por la noche tuvo un sueño en el que veía a la Señora en el lugar de las apariciones. Ella le señalaba una zona del cielo y allí apareció -como en una pantalla de cine-, una multitud de personas con vestidos hermosísimos. Bernardo lo describe así: «Miré un grupo de personas que, vestidas de blanco caminaban hacia donde sale el sol. Cantaban. Los oía, pero no entendía las palabras. Tenían un gozo que yo jamás había visto. Luego apareció otro grupo, y la Virgen me dijo: Mira. Éstas son las primeras comunidades cuando empezó el cristianismo. Son los primeros catecúmenos. Muchos de ellos fueron mártires. ¿Quieren ustedes ser mártires?¿Os gustaría a vos ser mártir?”» Bernardo sigue relatando: «Yo no sabía lo que esto significaba pero le dije que sí. Después vi otro grupo, vestido de blanco con rosarios luminosos en las manos. Se les veía en oración, rezaban el Padrenuestro y diez Avemarías. Yo rezaba con ellos. Después vi un tercer grupo, todos vestidos de color café. Luego de haber rezado me dijo la Señora: “Estos recibieron el rosario de mano de los primeros”. Vino un cuarto grupo, pero estos venían vestidos como nosotros vestimos. Sentí de pronto que podía entrar en este grupo, porque vestían como yo. Pero me miré las manos y me las vi negras; ellos, en cambio, como los anteriores despedían luz. Entonces dije: “Señora con estos me voy porque están vestidos como yo”. Ella me dijo: No todavía te falta, tienes que decir a la gente lo que has visto y oído. Te he mostrado la gloria del Señor, y esto van a adquirir ustedes si obedecen al Señor, la Palabra del Señor, si perseveran en el rezo del Santo Rosario y ponen en práctica la Palabra del Señor».

Tercera aparición. 8 de julio. El poder de la oración

Para la aparición que correspondía al 8 de julio la Virgen no vino al lugar de las apariciones, sino que Bernardo tuvo un sueño que se relaciona con la confirmación de todos estos sucesos que parecían de orden sobrenatural. También el sueño tiene que ver con las peticiones y encargos que la gente le hacía a Bernardo para que le pidiera a la Señora. En el sueño, Bernardo ve a un ángel y éste le dice que la oración que él había hecho en el lugar de la aparición y donde la Virgen no llegó, había sido escuchada.

Entre las peticiones de mucha gente, se encontraba la de una señora que tenía un hermano preso, acusado injustamente; y el ángel trajo un mensaje para ellos. El ángel dijo: «Ve y dile a la hermana que el preso está muy triste; que le aconseje que no firme un documento; que lo van a presionar para que lo firme haciéndose responsable de un dinero; él es inocente. Que ella no se aflija, que va a poder hablar con él a solas, que la van a tratar con amabilidad. Que vaya el lunes al comando de Juigalpa a dar todos los pasos para sacarlo, porque ese día lo van a dar. Que lleve mil córdobas porque le van a cobrar la multa».

Bernardo, despierto del sueño, hizo lo que el ángel mandó. Todo salió como el ángel había dicho. Luego la señora, maravillada del evento, fue a dar gracias a Bernardo por lo ocurrido.

Cuarta aparición. 8 de septiembre. Templos vivos

En agosto no hubo aparición, sino hasta el mes de septiembre. Bernardo fue acompañado de mucha gente, al lugar de la aparición; y como era costumbre, al segundo relámpago vio a la Señora, solo que esta vez como niña. Bernardo la describe así: «Ella era bellísima, pero niña. Era pequeña, vestía una túnica color crema pálido. No tenía velo, ni corona, ni manto. Ningún adorno, ni bordado. El vestido era largo, manga larga y estaba ceñido con un cordón rozado a la cintura. El cabello le caía a los hombros y era color café. Los ojos también, aunque más claros, casi color miel. Toda ella irradiaba luz. Se parecía a la Señora, pero era una niña. Era como una niña de ocho años». Cuando le habló, dice, le dio el siguiente mensaje: «Quiero que recen el rosario, todos los días. No quiero que lo recen solamente el mes de mayo»... Bernardo le dice entonces que, como le quieren construir una iglesia, hay personas que le han regalado dinero y ya tienen recogido ochenta córdobas. Ella le contesta: «No. El Señor no quiere templos materiales. Quiere los templos vivos, que son ustedes. Restauren el Sagrado Templo del Señor. En ustedes tiene el Señor todas sus complacencias».

Quinta aparición. Continuidad con Fátima.

En esta aparición Nuestra Madre se aparece como la Virgen Dolorosa. Decía estar triste porque le dolía ver la dureza de corazón de algunas personas; y le encargó a Bernardo orar para que esas personas cambiaran; pidió renovar la devoción de los primeros cinco sábados de reparación e invocarla así: «Santísima Virgen, eres mi Madre, la Madre de todos nosotros los pecadores». Concluyó diciéndole a Bernardo que ya no la vería más en aquel lugar.
 
 
 
El 13 de noviembre de 1982 Mons. Bosco M. Vivas Robelo Ob. Aux. y Vic. Gral. de Managua dio Aprobación Eclesiástica para difundir lo acontecido en Cuapa. Cada 8 de mayo las principales autoridades eclesiales de Nicaragua celebran la festividad de la primera aparición.

El año 1995 Bernardo alcanzó el anhelo de su vida y fue ordenado sacerdote a los 64 años en la catedral de León por Monseñor Bosco Vivas. El vidente de la Santísima Virgen María de Cuapa falleció el año 2000.


Fuente: cuapa.com / curiamanagua.org



 

Compartir en:

Portaluz te recomienda