Lobos, ovejas y pastores

28 de octubre de 2016

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Mientras tiene lugar el asalto a Mosul, la segunda ciudad de Irak (no creo que sea casual la fecha elegida para ello, justo cuando se van a celebrar las elecciones norteamericanas y hay que ayudar un poco más a la campaña de la señora Clinton con una gran victoria en el exterior), llegan noticias alarmantes desde Alemania. Se había dicho ya antes, pero ahora ha sido una organización luterana que defiende a los refugiados cristianos (los católicos, si saben lo que pasa, no hablan para no molestar a los hermanos musulmanes), ha denunciado el clima de persecución en que viven los pocos cristianos que han sido acogidos en ese país procedentes de Siria e Irak.
 
En un año, han sufrido 743 ataques documentados -los que no han sido denunciados son muchísimos más-. Todos ellos a manos de musulmanes. 314 de esos ataques fueron con amenazas de muerte. 44 fueron agresiones sexuales. Más aún, en 205 casos fueron los mismos guardias pagados por las autoridades alemanas los que participaron en los ataques, simplemente porque ellos, los guardias, también son musulmanes.
 
La institución que ha presentado el informe no oculta cuál es la causa. Cita el caso de un refugiado iraní, cristiano, que descubre pintada en la pared de su dormitorio esta frase: “Ha llegado la hora de cortarle la cabeza a todos los cristianos”. Y es que los atacantes se sienten legitimados por la autoridad divina para atacar a los cristianos en cualquier parte del mundo.
 
Siempre se ha dicho que los musulmanes radicales son una minoría y que el islam no es en sí mismo violento. Siempre se ha dicho eso, quizá porque es lo que nos conviene creer. Pero nada menos que el vicepresidente de los imanes musulmanes franceses, acaba de pedir una reforma de su religión que una la fe con la razón y que respete la libertad y la igualdad. No basta, dice, con condenar los ataques terroristas. Hay que ir a la raíz del problema y averiguar si es el propio Islam el que da pie a la violencia y la justifica.
 
En todo caso, mientras ellos debaten sobre su futuro, los cristianos siguen siendo perseguidos, tanto en Siria e Irak como en la propia Alemania. Rezar por ellos y ayudarles económicamente es fundamental, pero también lo es dejar de ser ingenuos que consideran que los lobos que se comen a las indefensas ovejas no existen y que éstas se están muriendo por muerte natural. Los lobos existen y los pastores tienen que defender a sus ovejas. Una forma de hacerlo es pedir que se dé a los refugiados cristianos un trato digno y que se les separe de los que les atacan. O hacen al menos eso y defienden a sus ovejas o no son buenos pastores.

 

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