Stephen Wang es uno de ellos

Más de un millón trescientos mil hombres y mujeres optaron libremente por el celibato

12 de septiembre de 2014

La norma se sostiene no sólo por lo señalado en los evangelios respecto de Cristo, por las indicaciones del Magisterio y la Tradición, sino especialmente por las mujeres y hombres que libremente optan por el celibato como núcleo vital de su consagración y ordenación.

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 “Santo Padre, evite que nos roben el gran tesoro del celibato”. Es parte del texto que un grupo de madres biológicas y madres espirituales de sacerdotes hizo llegar al Papa. El documento está fechado el 19 de junio pero ha sido filtrado recién esta segunda semana de septiembre por Vatican Insider. Lleva la firma de 332 personas que forman parte de un colectivo denominado “Maternidad Espiritual de Sacerdotes”, con presencia en España y otros países del mundo, señalan los firmantes. Uno de ellos es Raúl Berzosa, obispo de la diócesis española de Ciudad Rodrigo.

Que el celibato no es dogma de fe, no niega la norma y su sustento evangélico, en el Magisterio y la tradición. Pero sorprende que los más interesados en que sea abolido como requisito obligatorio para ser sacerdote no son seminaristas, religiosas, religiosos, ni sacerdotes en ejercicio… sino laicos, personas no vinculadas a la iglesia o quienes han ‘colgado los hábitos’. El ex-monje Richard Sipe, por ejemplo, escribió un contundente cuestionamiento del celibato y lo mismo hizo el disidente católico Donald Cozzens.

Sobre el celibato el Código del Derecho Canónico lo ensalza en su n° 247 reconociéndolo como “don peculiar de Dios”. El mismo número explica de qué se trata este don: "Continencia perfecta y perpetua por el Reino de los cielos".

Que gracias a él  “los ministros sagrados pueden unirse más fácilmente a Cristo con un corazón entero y dedicarse con mayor libertad al servicio de Dios y de los hombres"...  es para el Derecho Canónico la función y riqueza de esta norma (n° 277)

En su nr. 1579 el Catecismo de la Iglesia Católica precisa que… “El celibato es un signo de esta vida nueva al servicio de la cual es consagrado el ministro de la Iglesia”. Vida nueva que refiere -como indica Mt. 19,12- a ser célibe “por el Reino de los cielos”. Esto significa que mujeres y hombres son por el celibato consagrados “totalmente al Señor y a sus cosas (cf 1 Co 7,32), entregándose enteramente a Dios y a los hombres”.

El testigo

Padre Stephen Wang, sacerdote de la diócesis de Westminster (Inglaterra) nos comparte su experiencia que explicita aquello que los documentos magisteriales señalan…

Recuerda Stephen que todo inició para él un 13 de julio de 1997 en una capilla con vistas al lago Albano, en las afueras de Roma, donde se prometió ser célibe “por el bien del reino y para mejor servir toda mi vida a Dios y a la humanidad”.

Ese instante, dice, estuvo colmado de paz y plena conciencia de lo que estaba haciendo. Ya había vivido meses antes los momentos de crisis e interrogantes. La teoría entonces era clara pues se trataba, señala, de seguir el ejemplo de Cristo y sólo el celibato ofrece auténtica libertad para amar como Cristo, precisa. “Pero no se había hecho real para mí y una tarde de primavera supe el por qué. Había estado viendo el celibato en términos negativos: No al matrimonio, no a las relaciones sexuales, no a la paternidad, cuando en realidad se trataba de un profundo Sí… Poner a Cristo en el centro de mi vida”.

Las palabras que desde Inglaterra testimonia el padre Wang encarnan fielmente lo que Pablo VI en su encíclica sobre el Celibato Sacerdotal (1967) señala:

“Cristo permaneció toda la vida en el estado de virginidad, que significa su dedicación total al servicio de Dios y de los hombres. Esta profunda conexión entre la virginidad y el sacerdocio en Cristo se refleja en los que tienen la suerte de participar de la dignidad y de la misión del mediador y sacerdote eterno, y esta participación será tanto más perfecta cuanto el sagrado ministro esté más libre de vínculos de carne y de sangre”.

Don de amor que enamora a millones

 Dice el sacerdote Wang que sólo entonces comprendió el don que involucraba el celibato al permitirle amar a los demás con una generosidad que no sería posible si fuera además de sacerdote, esposo y padre. “El celibato no era una negación sino un regalo de amor, un don de sí, tanto como el matrimonio podría ser”.

Sin embargo el celibato, no se trata sólo de una cuestión práctica para Wang. “Hay un lugar en tu corazón, en tu propio ser, que das a Cristo…”

Con honestidad este sacerdote reconoce que si bien ha sido feliz como sacerdote, ello no lo exime de haber vivido también momentos de dificultad… “Pero los esposos que conozco luchan con las mismas cosas. Lo que importa es tratar de ser fiel, en lugar de pretender que otra forma de vida sería fácil”, puntualiza.


Las estadísticas a fines del año 2012 señalan que la iglesia católica tiene 5.133 obispos, 414.313 sacerdotes, 55.314 religiosos, 721.935 religiosas y 120. 616 seminaristas… un total de 1.317.311 mujeres y hombres célibes en el mundo.



 

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