Con Dios en la carretera

Orar con fe es su "motor de arranque", cuenta Humberto Dávila, un joven chófer de camión

13 de enero de 2017

La fe, dice, mantiene su conciencia en el valor supremo de la vida; la responsabilidad con que debe conducir; y la importancia de orar pidiendo a Dios le guíe y ayude a estar alerta, mientras transita por las carreteras.

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Con 33 años de edad, el mexicano Humberto Dávila lleva ya cuatro años conduciendo un camión de carga internacional. Originario de ciudad Juárez, el periódico Presencia de la Diócesis destaca esta semana, cuán valiosa es la fe y poderosa la oración para enfrentar los desafíos de la actividad profesional.
 
Dios le ayuda, dice, a estar siempre alerta, sin olvidar que en casa lo esperan su esposa y sus dos hijas. Es un hombre feliz con su trabajo… “Como chofer de carga, uno mueve desde equipo médico, componentes tóxicos, combustibles, desechos, material de construcción y alimentos. Es una gran responsabilidad…”, remarca destacando así que está orgulloso de su aporte a la sociedad, a pesar de los riesgos que involucra el ser chófer de camión.


El camionero se confiesa…

“Es muy bonito, aprendes a madurar y valorar las cosas”, comenta y agrega que gracias a ello ha logrado cubrir las necesidades de su familia, pudiendo además conocer mucha gente en la carretera, compañeros que le han “enseñado y apoyado durante el camino”.
 
No obstante reitera que… “ha sido muy difícil estar lejos de mis hijas, perderme muchas cosas de su crecimiento, aniversarios de boda, cumpleaños, me pierdo de muchas cosas por el mismo fin de sacar adelante a mi familia, pero mi fe me acompaña y es lo que me da la fuerza para seguir”.


El regalo de la fe

Hoy está agradecido de haber sido formado en la fe católica. Tiene vivo en el recuerdo los años de adolescencia cuando perteneció al “ministerio de alabanza” en la Parroquia Santa Cecilia de Ciudad Juárez. Por esas experiencias de Dios entonces vividas hoy es devoto de orar al iniciar cada viaje -normalmente con el rosario que muestra en las fotos de esta crónica-, pues es su “motor de arranque”, puntualiza Humberto.
 
“Pido principalmente por mi familia, mis seres queridos, compañeros y amigos. Toda la gente que recorre carreteras siempre está en mis oraciones. Me ha tocado ver accidentes tan fuertes y difíciles de asimilar. El afán de sacar adelante la familia muchas veces nos arranca la vida”, reflexiona este conductor profesional.
 
Muchos, dice, al conducir un vehículo grande son irresponsables pensando que a ellos nada les ocurrirá. Pero están en un error, comenta…  “Cualquier cosa puede hacerlo a uno salir de la carretera, una pestañeada, una dormidita de dos segundos, y no puedes hacer nada. Cuando voy cansado siempre recuerdo que es más importante mi vida y la de los demás, que una entrega”, dice Humberto.
 
“Yo no podría con un cargo de conciencia de que por una imprudencia mía, ocasionar el accidente de alguien más. Los accidentes pasan, pero en mi oración lo pido a Dios siempre que si va a pasar algo, que no sea por imprudencia mía, que yo trate de cuidar a los demás así como Él me cuida a mí”, comenta.
 
 Valorar la vida
 

 

Las exigencias horarias y el estar muchos días en la carretera son un impedimento para llevar una vida sacramental como anhela en su alma, por ello ora a menudo señala… “Mi fe me ha ayudado muchísimo para manejar responsablemente. Desde mi primer viaje en carretera por Estados Unidos, siempre me acompaño de un crucifijo y una imagen de San Judas. Al arrancar me encomiendo a Dios con la fe de que voy a llegar bien a mi destino, de que voy a cuidar a la gente que se cruce en mi camino, Él va por delante”, dice emocionándose y agrega…
 
“Normalmente llegamos, entregamos la carga y de ahí ya nos tienen otro destino. Pero siempre busco la oportunidad para ir a misa o visitar algún templo. Este trabajo me ayudó a vivir un sueño muy grande que era visitar la Basílica de Guadalupe en México. Cuando tengo oportunidad visito las iglesias, oigo música religiosa o veo películas sobre la fe”, compartió.

“A los que se dedican a esto –señala al finalizar su testimonio- les digo que la fe es algo muy grande, no se suelten de la mano de Dios. Muchas veces no podemos estar constantes visitando las iglesias, pero simplemente no soltarse de Dios es algo que fortalece mucho. Manejen con toda la precaución, una pestañada dura milésimas de segundo y en ese tiempo se puede perder la vida”.

 

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