Promesa cumplida

Pasión y amor de una anciana devota de la Santísima Virgen María de Fátima

15 de mayo de 2015

"Valió la pena" dijo la anciana que recorrió cientos de kilómetros caminando, movida por el fervor. Era su "manda" a la Virgen de Fátima. Millones como ella se apasionan en el mundo con las peregrinaciones y el culto público.

Compartir en:



Entre la multitud que atestaba el Santuario de Fátima este 13 de mayo, una mujer sexagenaria se abría paso a duras penas para recorrer hasta el final un pasillo de 300 metros que desemboca en la capilla, y no ceja hasta lograrlo. Con dificultades para ponerse en pie por el dolor, asegura: "Valió la pena".

Es Manuela Moreira, de 63 años, quien acaba de cumplir una promesa que le hizo tal día como hoy, hace un año y en este mismo lugar, a la Virgen de Fátima. Tras recorrer casi 200 kilómetros a pie en los últimos trece días, cumple el último tramo de rodillas (sin protección) acompañada de su hija, quien en pie avisa a quienes no respetan el pasillo para que se retiren y la dejen pasar.

"El año pasado mis hijos estaban en el paro y ahora ya tienen empleo (...) Siempre hay que creer y tener fe, no podemos bajar los brazos", explica Manuela, todavía con la respiración entrecortada por el esfuerzo.

La historia de esta mujer portuguesa es sólo una más entre los millones de almas que año tras año, día tras día se apiñan en torno al altar y en derredor de la imagen de la Virgen, por momentos en medio de un silencio sobrecogedor, mientras crepita una pira de fuego donde los peregrinos tiran toneladas de velas de cera.
 

Son los testigos que dan razón al Santuario de Fátima, en la zona centro de Portugal, donde hace 98 años tres niños pastores fueron testigos de las apariciones de la Santísima Virgen María y a quienes les fueron revelados tres secretos (pulse para leer reportaje de Portaluz).

Las apariciones marianas arrancaron un 13 de mayo de 1917, en una zona prácticamente sin población, un descampado conocido como Cova de Iria. Hoy se ha convertido en un municipio -llamado así oficialmente desde 2003- que vive por y para los peregrinos.

"Si no se llega a aparecer la Virgen, no creo que estuviéramos aquí", admite Jacinta Marto, una de las vecinas de la localidad. "En aquellos años éramos pobres, se vivía de la agricultura y el pastoreo, sólo después de las apariciones empezaron a llegar muchos peregrinos y muchas familias comenzaron a construir casas aquí para acogerlos", explica frente a un mostrador lleno de velas y recuerdos.

Frente al trajín y la algarabía que se respira en el exterior, en el interior del Santuario -todo al aire libre- el ambiente es por momentos cargado y solemne, con rezos multitudinarios, velas encendidas y ojos enrojecidos por las lágrimas.
 

La mayoría de las peticiones y promesas están relacionadas con la salud, y son muchos los que coinciden en atribuirle a la Virgen de Fátima dotes milagrosas.  "De pequeño tuve un problema con una pierna. Antes paseaba la Virgen de Fátima por España de pueblo en pueblo, y mi padre me llevó, y para mí fue un milagro. Yo al día siguiente andaba perfectamente", recuerda Timoteo Aranda, natural de la provincia de Badajoz. "Cuando tengo alguna preocupación, le pido ayuda y soy oída. No vengo por promesa, sino por agradecimiento", corrobora a su lado la portuguesa Margarita Marques.

La seriedad que preside la peregrinación contrasta en ocasiones con la actitud de aquellos que aprovechan el momento para hacerse "selfis", o autofotos, brazos extensibles incluidos. De hecho, ni siquiera algunos de los sacerdotes que participaron en la eucaristía se resistieron a la atracción de las nuevas tecnologías. Con el rosario en una mano y el teléfono móvil en la otra, inmortalizaron la impresionante estampa que formaban las cerca de 200.000 personas que rindieron, entre este martes 13 y el 14, tributo de fervor y amor a la Virgen de Fátima.

 

Compartir en:

Portaluz te recomienda