La ciencia reconoce sus límites

Teresa Daoud, enferma de cáncer y su médico tratante, el doctor Jacob Bickels: Todo es regalo de Dios

10 de abril de 2015

El invasivo impacto de un cáncer determinó que los médicos agendaran una fecha para amputarle su pierna. Mientras esperaba, la israelí y católica Teresa Daoud no se quedó en la desazón y se aferró a la fe. Su historia unió a judíos y cristianos.

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La historia de Teresa Daoud dejó silentes a muchos en Israel. Precisamente en la tierra de Cristo, una de sus seguidoras recibió una confirmación de fe… la muerte está vencida.

A comienzos del año 2013 sufrió de unas pequeñas molestias en su pie izquierdo e imposibilitada de caminar normalmente, se hizo algunos exámenes, los cuales arrojaron un diagnóstico fatal.  Padecía de un sigiloso pero agresivo cáncer.
 
“Yo sentía dolores en mi pie y en mi tobillo, pero al comienzo intenté ignorarlo”, recuerda Teresa en una entrevista emitida en enero de 2014 por el canal 2 de Israel.

Los médicos le mandaron sacar radiografías y éstas mostraron una mancha del tamaño de una naranja. Más tarde la biopsia reveló que se trataba de un tumor maligno. Desesperada consultó con especialistas en oncología de Israel e incluso Estados Unidos, pero la respuesta fue unánime: Amputación. “Para mí fue un choque –dice Teresa- pero comencé a pensar en mi vida sin una de mis piernas”.
 
La señal de Dios
 
Programaron la cirugía pasado Domingo de Ramos, pero una emergencia que demandó la ayuda de los médicos impidió la intervención. Pasaron semanas pues pospusieron dos veces más la operación. Esta vez por razones administrativas. Ella interpretó esas prórrogas como una señal de que debía confiar más en la oración que en la intervención médica… y decidió esperar.
 
Por su parte el doctor Jacob Bickels, jefe del Departamento de Oncología Ortopédica del Hospital Ichilov en Tel Aviv, en declaraciones al mismo canal de televisión israelí comenta que cuando atendió a Teresa… “era claro que ella iba a morir en poco tiempo. Ella es una mujer instruida, inteligente, lúcida, y cuando una persona así toma una decisión sabiendo bien las consecuencias, nosotros la respetamos”.
 
Teresa volvió a su hogar en Osefiya, un pueblo ubicado al norte de Israel y se aferró al tesoro que más nutría su vida. Pese a vivir en un país de religión judía, siendo católica, pidió a sus más cercanos unirse con ella para rezar intensamente pidiendo a Dios que la sanara. Ella, aferrada a Dios, acudía a rezar en la iglesia católica de su pueblo. Una pequeña edificación, sencilla, a la que se accede por una larga escalinata, que ahora ella puede subir con naturalidad. Adentro hay apenas una gran cruz, la imagen de Nuestra Señora de Fátima, un cuadro de San Charbel Macklouf y un humilde Nacimiento.
 
El clamor de muchos daría paso a lo extraordinario
 
Tres meses después regresó al Hospital Ichilov para una nueva consulta con el doctor Bickels. Teresa estaba en el quinto mes de la enfermedad y el médico no podía creer lo que las radiografías evidenciaban: “el cáncer estaba desapareciendo”, apunta el oncólogo. Teresa aún comenta el hecho como si hubiese sido ayer y dice: "Estaba en shock cuando me enteré del resultado, no lo podía creer y le pregunté al doctor si era un error".
 
"No había visto nada como esto, y menos oído hablar de tal cosa. No sabía de un cáncer que se retractara como tal en el organismo humano”, declaró más tarde Bickels y agrega: “Si alguien me hubiese contado esta historia, yo habría dicho que ambos, la paciente y el doctor, estaban mal de la cabeza. Era imposible”. El especialista en oncología exhibió las placas radiográficas mostrando cómo el cáncer, que se esparcía de modo violento, pura y simplemente había desaparecido ¡sin ningún tratamiento!.
 
Para tener certeza plena, Teresa se hizo otra biopsia, que fue realizada por el propio doctor Bickels y esta confirmó la desaparición del cáncer.
 
 “Regalo de Dios”
 
Finalmente el doctor quedó silente y reconoció que desde el punto de vista de la ciencia, “este fenómeno no es posible y no hay ninguna literatura clínica en ese sentido”. A la hora de establecer un análisis sobre la acción de la oración para la curación de heridas y enfermedades, el especialista es sincero y confidencia que “el efecto de las cosas que suceden en el alma humana sobre las cosas que suceden en su cuerpo es un área donde nosotros no entendemos prácticamente nada… en mi opinión, esto es lo que explica el caso de Teresa. Soy un hombre práctico, soy un oncólogo, no busco soluciones en los cielos, pero la única cosa que nosotros hicimos por Teresa fue demorarnos. Ella de hecho no fue tratada”, concluyó.
 
En tanto, Teresa como en un eco fraterno con el oncólogo agrega… “Todo es un regalo de Dios… cada vez que rezo, siento paz y seguridad. En ese momento tenía miedo, pero me sentía en paz”.
 

 

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