Una reforma de educación que hable de educación

10 de octubre de 2014

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Hablar hoy de educación no es un tema fácil. Existen variadas premisas que ya se encuentran instaladas en la opinión pública, las cuales parecen indiscutibles y son base de la reforma educacional propuesta (en Chile) por la actual administración. Esta actitud reduce el debate, ya que se mira la educación desde una única visión, dejando fuera múltiples aristas que podrían considerarse.

Como sociedad se tiene un diagnóstico compartido que ha tratado de solucionarse desde una versión reduccionista del problema, centrando el eje de la discusión en asuntos técnicos y muchas veces dejando lo importante de lado. En esta columna intentaré dilucidar cuáles son los factores fundamentales que faltan en la discusión para así, tener claro los fundamentos que harán posible consensuar posiciones que se hagan cargo efectivamente del problema que actualmente nos aqueja en educación.

Partamos intentando responder qué es la educación y cuáles son sus fines. Actualmente, cuando se habla de educación los planteamientos tienen énfasis sólo en los aprendizajes y las competencias, lo que merma aspectos más de fondo y legitima un concepto de educación centrado en el desarrollo profesional y no en la labor formativa. Sin embargo, la educación debe ser entendida como aquella actividad que apunta a guiar al niño en el desenvolvimiento dinámico a lo largo del cual se va formando en cuanto persona humana, con el fin de desarrollar las potencialidades humanas en toda su amplitud. Este concepto apunta al desarrollo humano integral y concibe la educación como un bien público en cuanto la sociedad se beneficia frente al hecho de que existan personas que tengan más posibilidades de contribuir con el bien común.

Teniendo esto en mente procedamos a explicar tres factores que son fundamentales a la hora de lograr este objetivo integral de la educación, el cual sea capaz del desarrollo pleno de la persona en cuanto ser social.

Primero, debemos reflexionar sobre lo que significa la libertad de enseñanza. Debemos dejar en claro que son los padres los primeros educadores de los hijos. De hecho, así lo define Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esto significa en la práctica que son los padres –o los apoderados en su defecto- quienes tienen el derecho preferente a elegir la educación que deseen para sus hijos, labor frente el cual las escuelas cumplen sólo un rol colaborador.  De este punto se desprende entonces el por qué se requiere de proyectos educativos diversos, ya que a través de ellos se  ayuda a los padres a cumplir la labor formativa  con sus hijos. La discusión sobre la libertad educacional no puede entenderse sólo como libertad de emprendimiento. La educación es mucho más que una transacción entre agentes económicos, ya que los padres no sólo solicitan un servicio educativo a la escuela, sino que se hacen parte de ella y participan a través de la comunidad educativa.

Teniendo en claro que son los padres y las familias quienes juegan un rol preferente en la educación, cabe reflexionar cuál es el rol que le toca al Estado frente al desafío de educar una nación.

El Estado tiene un rol subsidiario en materia educativa, el cual ha sido, en la actualidad, limitado y mal entendido. Cuando se habla de subsidiariedad –subsidium– se entiende que el Estado tiene un rol de “ayuda”, en donde debe hacer que la libre iniciativa de los particulares se oriente al bien común, junto con generar las condiciones que hacen posible dicha decisión. Por lo mismo, el Estado no puede sustituir a las familias en las tareas que puede llevar a cabo por sí misma, o en otros casos, libremente asociada con otras familias. A su vez, debe ayudar a estas últimas en las necesidades educativas que no puedan resolver de manera autónoma, de modo de garantizar el derecho a la educación. Esto implica apoyar y promover la variedad de escuelas que surgen en una sociedad diversa, intentando siempre asegurar la calidad y la equidad.

Finalmente, debemos reflexionar sobre un asunto fundamental y que lamentablemente ha estado ausente del debate actual: la calidad. Una vez definido los fines de la educación, es más claro definir bajo qué parámetros podemos medir su calidad.

Para alcanzar una educación de calidad se necesita de variados factores, muchos de los cuales han estado ausentes del debate educacional. El primero, los padres, quienes con prácticas parentales saludables pueden aumentar el interés y asistencia del estudiante, así como también disminuir la deserción escolar. El segundo, los profesores, quienes actualmente tienen una profesión socialmente poco valorada y que son claves en el desarrollo efectivo de aprendizajes del estudiante. Finalmente, se encuentra la comunidad educativa, la cual cuando se encuentra comprometida con objetivos comunes, genera ambientes propicios para una buena enseñanza (su principal efecto se observa en las escuelas efectivas).

Con estas definiciones en mente, nos es fácil más fácil poder juzgar las políticas que están actualmente en discusión ya que contamos con una claridad respecto a qué es la educación y cuáles son su fines.

Si llevamos las tres propuestas que se discuten actualmente: el fin al copago, el fin a la selección y el fin al lucro, veremos que difícilmente se acercan al objetivo de lograr una visión de educación en la cual se logre el desarrollo integral de la persona, se fomente el rol de los padres y de la familia como los primeros educadores y se entienda el rol del Estado de una manera que permita que todos estos factores se conjuguen logrando el mejor resultado en pos del estudiante y de su familia.

En IdeaPaís estamos conscientes que como sociedad enfrentamos serias problemática educativas. Sabemos que la alta segregación que se observa repercute en que hoy no exista una verdadera igualdad de oportunidades, que la libertad de enseñanza es para muchos padres sólo una ilusión debido a restricciones económicas, y que el sector municipal no es capaz de sobrevivir con su actual institucionalidad frente a la competencia de los otros establecimientos.

Estas son serias problemáticas que deben tenerse presentes, sin embargo somos unos convencidos que la verdadera solución pasa por lograr políticas que respeten los fines de la educación y que permitan a los factores que hemos definido en esta columna poder desempeñarse como tales. Sino, lo único que obtendremos son políticas deficientes que más que arreglar el problema lo agravarán.

Si se quiere profundizar en esta propuesta de educación integral los invito a visitar nuestra página web www.ideapais.cl y a leer nuestro informe #3EjesParaUnDebate.

 

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