Vidas que nutren la vida

Velma y Thelma las jóvenes gemelas felices de vivir por y para su Amado: Jesús

07 de noviembre de 2014

Sus palabras, gestos y la intención que ponen al comunicar testimonian la alegría del evangelio que las habita. Sólidas para referir la espiritualidad y sentido de sus vidas, no dudan en afirmar que Jesús cumplirá cada cosa prometida.

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Originarias de Michoacán (México) además de ser gemelas, son las únicas mujeres en su familia y como la primera llamada Jesús se las hizo en su adolescencia, lo guardaron como un secreto. Estaban seguras que de enterarse sus padres, las sacarían de aquél colegio católico.

Fue Velma quien primero tuvo conciencia del rumbo que tomaría su vida. Ambas habían tenido un accidente automovilístico y ella sacó la peor parte. “Estuve en cama varios meses sin caminar después en muletas y ahí, que tenía 10 años, empecé a reflexionar sobre lo corto de la vida y escuché sobre la vida religiosa y dije: yo quiero ser eso, yo quiero gastar mi vida en algo que valga la pena y lo único que vale la pena en la vida es Dios”.

Thelma tenía sus dudas, no así la apasionada Velma quien se limitó a esbozar una sonrisa cuando su hermana le sugirió que no volviera a mencionar eso de hacerse monja hasta que terminase los estudios y al menos saliera con algún chico.

Luego sería el turno de Thelma, quien entre los retiros y el testimonio de las religiosas del colegio fue sintiendo la voz de Jesús que la invitaba a seguirlo. “Dios forja en la dificultad y el sufrimiento -dice Thelma al recordar-; fueron tres años de preparatoria muy difíciles. Sufrimos bullyng porque nos decían puritanas, santurronas, porque defendíamos la virginidad. Desde siempre Dios nos llama y lo único que tenemos que hacer es responderle”.

Comprobando que "Desde siempre, Dios nos llama”

Finalmente no hubo novios ni dudas para las gemelas, sí tremenda sorpresa para sus tres hermanos varones y los padres cuando nada más terminar los estudios del colegio, las gemelas comunicaron su decisión de ingresar a la Congregación Hijas de María Inmaculada de Guadalupe.  “Dios nos eligió, no somos nosotras quienes elegimos. Estamos consagradas para el que lo es todo”, señala Thelma. Y así, con este argumento, era imposible que nada ni nadie pudiera impedir lo que otro, superior, había decidido.

Velma quien es formadora en esta congregación nacida en México, tiene a flor de labios las certezas que a ella –como a toda persona que consagra su vida a Dios, dice- la mantienen plena y feliz….

“Jesús siempre cumple sus promesas… Dejamos la posibilidad de tener hijos pero recibimos el don de la maternidad espiritual… Así la castidad, es una oportunidad de abrir el corazón para amar plenamente”.
 
La Gracia de Dios da plenitud a la humanidad
 
Pero Velma, la joven religiosa mexicana, aquilata una sabiduría y espiritualidad diáfana. Lo que vale para la vida religiosa en fidelidad a Dios, dice, vale para todos…

“Dice san Agustín: Gratia supponit naturam que quiere decir-puntualiza-… la naturaleza es la que supone y sustenta la gracia de Dios. Una buena naturaleza hace que la gracia enriquezca más a la persona. Una naturaleza quebrantada hace que se vaya la gracia de Dios por las grietas".

"En la vida espiritual -agrega- se viven etapas hermosas de consolación, pero también etapas de desolación que son, como san Ignacio decía, momentos necesarios. Cuando crece una planta requiere lluvia, pero también aire, también sol, requiere de todo para que crezca fuerte y sana. Es lo mismo en la vida espiritual y creo es lo mismo en el amor humano… en la relación de un hombre con una mujer… son pasos consecutivos para llegar a la plenitud que en esta vida jamás alcanzaremos, sino hasta que lleguemos al cielo y estemos con el Señor y ya no habrá nada más”, sentencia con el rostro iluminado por la sonrisa, mientras junto a ella Thelma no se cansa de asentir dando aprobación a los dichos de su hermana gemela.

Disfruta en video el testimonio de las gemelas difundido por "El Observador" de México:






 

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