El poder de la fe

Vera Baboun, primera mujer alcaldesa de Belén, reitera su perdón a quienes mataron a su marido

23 de diciembre de 2016

Vera se encontró en el Centro Asirio con la prensa occidental a comienzos de diciembre 2016 y con claridad reiteró su apuesta por la paz, para un futuro de esperanza, que no silencia la verdad de la historia.

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Hacia 1950 en Belén y los pueblos circundantes, habitaban un 86 por ciento de cristianos. Al finalizar 2016, apenas alcanzan un 12 por ciento, según ha informado la alcaldesa de Belén, Vera Baboun, reunida con la prensa occidental a comienzos de diciembre de este año 2016.
 
Ella es no sólo la primera mujer que ostenta el cargo de alcalde en la aldea que vio nacer al Salvador del mundo, Jesús. Vera es también una de sus seguidores, católica y palestina. Más aún, al ejercer su cargo está dando testimonio de fidelidad a Dios, rasgo por el cual es ampliamente conocida y respetada.
 
Perdonar a tus enemigos

La primera vez que Johnny, esposo de Vera, fue arrestado por el Ejército de Israel fue una noche de 1990. Acusado de participar en la primera Intifada, lo condenaron a tres años de prisión. Ella fue entonces el sostén de la familia -tres hijos de cinco que con el tiempo tendrían- a la par de forjarse como líder mientras estudiaba literatura en la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Dando un signo que convoca a la paz en esta Navidad 2016, presentamos a los lectores de Portaluz extracto de la entrevista que ella concedió para el portal del Movimiento de los Focolares. Allí Vera recuerda a su marido como “un mártir”, que a los 49 años falleció “como consecuencia de las torturas que sufrió en una cárcel israelí”, cita el medio ya referido.

Los conflictos no se han disipado con los años, ni tras declaraciones de buenas intenciones al recibir a líderes espirituales. Como signo de dominación el municipio está circundado por un muro de hormigón de 8 metros de altura construido por orden de las autoridades israelíes a partir del 2002.

“Belén está cercada. Soy la alcaldesa de una ciudad cercada”, dice Vera haciendo honor a su conocido carácter, directa, cuyos intensos ojos azules observan serenos a su interlocutor…
 
 


¿Nos explica cómo se divide la ciudad de Belén?
 En base a los acuerdos de Oslo de 1993, Cisjordania fue clasificada en tres áreas administrativas: A, B y C. El área A está administrada por los palestinos, tanto en lo político como en cuanto a la seguridad. En el área B, la administración es palestina, pero la seguridad, está bajo mando israelí. El área C está en manos israelíes. En efecto, los israelíes controlan por completo el 82 % de la ciudad.

A menudo, en los medios de comunicación se habla de tiroteos y de casas derrumbadas. ¿Cómo es la situación?
 La vida cotidiana en Belén es muy tranquila. Las escaramuzas entre jóvenes y el ejército israelí suceden a lo largo de los confines, lejos de las áreas turísticas. Sin embargo, de noche, los soldados entran en la ciudad y en las plazas principales -tenemos filmaciones de las cámaras de seguridad- y arrestan a personas. Después de los disturbios de la segunda intifada entran incluso en las áreas A y B porque cambiaron arbitrariamente su protocolo.
 
¿Qué balance hace de su mandato?
Soy una alcaldesa sin autoridad, porque cuando el concejo municipal decide abrir una calle, o aprobar un proyecto para el agua potable o para la electricidad, tiene que pedir permiso a Israel. La gente que vive en esta ciudad tiene que lidiar con dificultades que no se pueden imaginar.

Comenzando por el muro…
Nacimos para actuar e interactuar con otras personas, culturas y nacionalidades. Pero el hecho de que la ciudad esté cercada desde hace más de 12 años tiene consecuencias en la economía, en la propiedad, en la política. Los turistas mismos visitan la basílica de la Natividad y desaparecen… El muro condiciona incluso nuestra fe, porque siendo niños estábamos acostumbrados a visitar los lugares de Jesús. Hoy, una generación entera de jóvenes palestinos cristianos jamás rezó en el Santo Sepulcro en Jesusalén. Con el muro no sólo se encierra un territorio, sino que se sofoca la vida, se obstaculiza el normal desarrollo de las actividades humanas…

¿Por qué se postuló a un cargo tan complejo?
 Lo hice y lo hago sólo por el amor de Dios. Lo siento muy fuertemente. No me importa el poder o la fama. Para mí, ser alcaldesa es un peso que cuesta mucho. Después de la muerte de mi marido y de haber trabajado toda mi vida en la educación, decidí tomar el lugar de mi marido…

Usted declaró más de una vez: “¿Podrá alguna vez el mundo vivir en paz mientras la ciudad de la paz está cercada de muros?”
Mientras Belén esté circundada de muros, existe un muro para la paz. Estamos sitiados. Y para el mundo entero es mejor trabajar para la paz, no sólo para Belén, sino para librarnos del sentido del mal, del uso de la religión como máscara para cubrir maldad y guerra. Hoy también, como en los tiempos de Jesús, en Belén los niños son un símbolo. Un símbolo de esperanza, de vida, pero también una “muestra” para comprender el estado de salud de una familia, de una sociedad, del mundo entero. Todos recordamos las imágenes del pequeño Aylan, el niño sirio que se ahogó en la playa de Bodrum en Turquía. Es signo de humanidad que logremos proteger a nuestros niños. La humanidad falla cuando los niños están desamparados…

Después de dos años de la oración por la paz de los presidentes Shimon Peres y Mahmoud Abás junto al Papa Francisco (usted estaba presente) ¿ve algún signo de esperanza?
 Esa oración, para mí, fue el modo en que el papa Francisco intentó enseñarnos a construir la paz, iniciando un proceso concreto: reunirnos, rezar juntos, judíos, cristianos y musulmanes, con un verdadero sentido de Dios. La oración puede continuar con un diálogo y con negociaciones, en el respeto y en la aceptación del otro.

¿Es posible instaurar una amistad auténtica entre palestinos e israelíes?
 Conocí a Bella, una mujer judía, en un centro de los Focolares en Jerusalén. Le conté la historia de mi marido torturado en la cárcel. Me escuchaba, aunque notaba en ella cierto conflicto interior, como si ser israelí la obligara a rechazar todo lo que le estaba contando, o sentir compasión significara traicionar su identidad. En un primer momento no logró aceptarme, y dejó la habitación donde nos encontramos. Pero yo fui tras ella y le dije que lamentaba haberla molestado. Ella me explicó que no era mi culpa, sino del sistema. Le pedí entonces que regresara (se conmueve, NdR). Así nació nuestra amistad. Un muro separa mi ciudad, Belén, de la suya, Jerusalén, pero entre nosotras ya no existen muros. Rezo para que muchos judíos israelíes puedan ver e imitar nuestra amistad. Bella vive el espíritu de los Focolares. Todos somos hijos de Dios y sólo el amor y la compasión nos lleva a vivir juntos. Los hombres construimos el muro alrededor de Belén. Dios nos dio la libertad de construirlo o de derrumbarlo. Al muro dentro de nosotros, también.


 

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