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Diez investigaciones, ajenas a la Iglesia, concluyen: Fe y Eucaristía potencian matrimonios sanos

01 de noviembre de 2013

Para un matrimonio feliz, estable, en fidelidad y sin violencia, la experiencia cotidiana de la fe es un factor positivo y protector. Lo reconocen psicólogos y sociólogos vinculados a la American Psychological Association.

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Las parejas comprometidas con su religión, asistiendo regularmente a misa y participando en la parroquia, tienden a desarrollarse mejor en su matrimonio, tienen una mejor calidad de vida marital, una menor probabilidad de divorcio, y son menos propensas a padecer violencia doméstica. También los adolescentes que han sido formados y se vinculan así con la religión buscan el matrimonio, desaprueban la convivencia y las relaciones sexuales prematrimoniales.
 
La afirmación del párrafo anterior no extrañaría que la dijera un sacerdote o un católico. Pero no. Es la American Psychological Association quien ha publicado uno de los diez sólidos estudios (ver n° 1 al pie) de psicólogos y sociólogos, que hacen base de este informe apoyado por The Heritage Foundation a través de la entidad Family Facts y que Portaluz pone a vuestra disposición.
 
Los estudios (citas de fuentes) que desarrollan cada una de las 10 conclusiones que presentamos, pueden ser consultados con su acceso directo al pie del artículo.
 
La creencia en el significado espiritual del matrimonio genera una mejor calidad de vida para los cónyuges. Las parejas que creen que el matrimonio tiene un significado espiritual tienden a adaptarse más fácilmente al matrimonio, experimentan menores niveles de conflicto, se comprometen efectivamente con su relación y resuelven mejor –dialogan- sus diferencias. Además el que los cónyuges participen juntos en actividades religiosas, entendiendo el matrimonio como un camino de santidad e incorporando a Dios en la propia percepción del matrimonio, se correlaciona positivamente con un buen ajuste y desarrollo del matrimonio (Conclusión del estudio 1. Fuente y acceso al pie).
 
Estabilidad del matrimonio, menos divorcio. Los esposos que acuden a Misa y participan en su parroquia tienen 2,4 veces menos probabilidades de terminar en divorcio que los matrimonios en los que ninguno de los cónyuges asiste a Misa (Conclusión del estudio 2. Fuente y acceso al pie).
 
La fe forma al adolescente para el matrimonio. En comparación con sus pares no creyentes y no activos en la Iglesia, los adolescentes que asisten a Misa y participan en su parroquia son más propensos a casarse y menos propensos a cohabitar (Conclusión del estudio 3. Fuente y acceso al pie).
 
Madres solteras y matrimonio. Un 75% de las madres solteras que comenzaron a participar regularmente de la Misa se casaban como máximo un año después de haber nacido su hijo. Asimismo las madres solteras urbanas de todas las razas y etnias, que asistieron en forma frecuente a servicios religiosos (es decir, varias veces al mes o más) incrementaron la probabilidad de casarse máximo un año después dar a luz (Conclusión del estudio 4. Fuente y acceso al pie).
 
Las actitudes hacia la convivencia y el sexo prematrimonial. Los adultos jóvenes que asistieron a misa con frecuencia durante la adolescencia eran más propensos a rechazar las relaciones sexuales prematrimoniales y la cohabitación. A la edad de 23 y 31 años, los adultos jóvenes encuestados que al menos desde los 18 años asistían frecuentemente a misa, eran más propensos a rechazar el sexo antes del matrimonio, la cohabitación fuera del matrimonio y el divorcio en comparación con sus pares que asistieron con menor frecuencia (Conclusión del estudio 5. Fuente y acceso al pie).
 
Calidad de la vida matrimonial. Los esposos que asisten frecuentemente a Misa y participan en su Parroquia expresan estar más felices y satisfechos con su matrimonio que quienes no asistieron a Misa al menos cada semana (Conclusión del estudio 6. Fuente y acceso al pie).
 
Compromiso con los hijos del padre. Un padre (hombre) que asiste a misa con frecuencia es más propenso a comprometerse con sus hijos pequeños. Entre los padres que viven en zonas urbanas, los que con más frecuencia asistían a los servicios religiosos eran más propensos a estar involucrados en actividades con su hijo de un año de edad que sus compañeros que asistieron con menos frecuencia. Padres que redujeron la frecuencia de su asistencia a misa durante el primer año de vida de sus hijos comenzaron a estar, en promedio, menos comprometidos con su hijo de un año de edad en comparación con sus pares que mantuvieron el nivel de asistencia religiosa (Conclusión del estudio 7. Fuente y acceso al pie).
 
Fidelidad. Existe una relación positiva entre el asistir con frecuencia a Misa y participar en la Parroquia, y la fidelidad en el matrimonio. Las personas casadas que asistieron a la Iglesia con frecuencia son menos propensas a ser infieles a sus cónyuges que sus pares que asistieron menos frecuentemente (Conclusión del estudio 8. Fuente y acceso al pie).
 
Violencia Doméstica. Los hombres y mujeres que asisten regularmente a Misa son menos propensos a cometer un acto de violencia doméstica. En comparación con las personas que asistieron a Misa una vez al año o menos, quienes asistieron con regularidad (al menos una vez a la semana) eran menos propensos a cometer un acto de violencia contra sus parejas. La asistencia regular a Misa reduce las probabilidades de perpetrar la violencia doméstica contra las mujeres y  hombres (Conclusión del estudio 9. Fuente y acceso al pie).
 
La religiosidad en los Adolescentes fortalece el matrimonio. Los adolescentes que consideran importante la religión en sus vidas y participan en la Iglesia, eran más propensos a casarse y sin convivencia previa, en comparación con los jóvenes que consideran la religión como menos importante (Conclusión del estudio 10. Fuente y acceso al pie).
 
 
Fuentes de referencia citadas:
 
  1. A. Mahoney, K.I. Pargament, T. Jewell, A.B. Swank, E. Scott, E. Emery, and M. Rye, “Marriage and the Spiritual Realm: The Role of Proximal and Distal Religious Constructs in Marital Functioning,” Journal of Family Psychology 13, No. 3 (1999): 321-338.
  2. Vaughn R. A. Call and Tim B. Heaton, “Religious Influence on Marital Stability,” Journal for the Scientific Study of Religion 36, No. 3 (September 1997): 382-392.
  3. David Eggebeen and Jeffrey Dew, “The Role of Religion in Adolescence for Family Formation in Young Adulthood,” Journal of Marriage and Family 71, (February 2009): 108-121.
  4. Bradford W. Wilcox and Nicholas Wolfinger, “Then Comes Marriage? Religion, Race, and Marriage in Urban America,” Social Science Research 63, No. 2 (June 2007): 569-589.
  5. Lisa D. Pearce “Religious Identity and Family Ideologies in the Transitions to Adulthood,” Journal of Marriage and Family 69, No. 4 (December 2007): 1227-1234.
  6. Bradford W. Wilcox and Steven Nock, “What’s Love Got to Do with It?: Equality, Equity, Commitment and Women’s Marital Quality,” Social Forces 84, No. 3 (March 2006): 1321-1345.
  7. Richard J. Petts, “Religious Participation, Religious Affiliation, and Engagement with Children among Fathers Experiencing the Birth of a New Child,” Journal of Family Issues 28, No. 9 (September 2007): 1139-1161.
  8. A. M. Burdette, C. G. Ellison, D. E. Sherkat, and K. A. Gore, “Are There Religious Variations in Marital Infidelity?“ Journal of Family Issues 28, No. 1 (2007): 1553-1581.
  9. Christopher G. Ellison, John P. Bartkowski, and Kristin L. Anderson, “Are There Religious Variations in Domestic Violence?” Journal of Family Issues 20, (1997): 87-113.
  10. Wendy D. Manning, “The Changing Institution of Marriage: Adolescents’ Expectation to Cohabit and to Marry,” Journal of Marriage and Family 69, (August 2007): 559-575.

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