Miguel Pastorino confirma que los algoritmos en Instagram y otras redes sociales potencian el fenómeno sectario

28 de julio de 2023

El experto en sectas uruguayo comparte claves para desenmascarar a los charlatanes, en una sociedad que cada vez tiene más ofertas de pseudoterapias o de caminos a beneficios que se aseguran; y más gente que cae en ellas.

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El fenómeno de las sectas por ser tan conocido y complejo puede pasar desapercibido con facilidad en la diversidad de contenidos presentes en las redes sociales, maquillado como ofertas que otorgan bienestar al ser humano.

 

Sobre esta realidad la influencer uruguaya Soledad (Sole) Moldes entrevistó en un diálogo directo -difundido en su cuenta de Instagram (pulse para acceder)- a Miguel Pastorino, doctor en Filosofía, connotado académico de la Universidad Católica del Uruguay, y uno de los fundadores de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).

 

La permanente novedad de las sectas

 

Miguel Pastorino y Soledad Moldes

 

"Todos los días florecen cosas… todos los días se inventan nuevos fenómenos", destaca el académico Miguel Pastorino, advirtiendo que las redes sociales -Instagram entre ellas- pueden servir como caja de resonancia para la nefasta acción de las sectas: "Esta red social está llena de personajes que ofrecen servicios donde uno no sabe si es espiritualidad, terapia, ciencia ficción o delirio", señala.

 

La entrevistadora le pregunta por el impacto de la inteligencia artificial en el ámbito de las sectas, y el experto explica que "el algoritmo va sesgando el tipo de búsquedas: las personas que tienden a buscar temas cercanos a lo oriental –por ejemplo, el budismo, la meditación o el yoga– hoy están saturados de una ‘feria’; un mercado de venta de humo impresionante” que tiene poco que ver con lo genuino de las cosmovisiones orientales. En efecto, Miguel Pastorino recuerda que para Buda el objetivo de la meditación es “aniquilar el ‘yo’… todo lo contrario al budismo de revistas que compramos en Occidente" y prosigue…

 

"Hay todo un mercado que en el fondo apunta a una búsqueda de gratificación más bien emocional, de equilibrio… Y ahí se mete hasta la nutrición, con dietas milagrosas que generan problemas de salud”. Por eso, actualmente se cuela “el fenómeno del abuso y de la manipulación, y de la confusión estratégica entre temas en los que no se sabe muy bien cuál es el límite entre lo que es terapia, lo que es religión y lo que es pensamiento mágico y estafa… todo eso a las personas les genera una gran incertidumbre".

 

"Hay personas -añade Pastorino- que han pasado por métodos que están denunciados como sectarios, peligrosos, en el mundo; pero que tienen (n. del ed.: ofrecen en redes sociales) una pantalla de marketing… y dicen que no les ha pasado nada malo, que les ha ido fantástico. Claro que nada se dice de la inmensa cantidad de gente vulnerable que pasó por lo mismo y salió destruida", afirma el experto en sectas.

 

El sectarismo, más allá de lo religioso

 

 

Preguntado por el uso cada vez más infrecuente de la palabra "secta" y su sustitución por conceptos como "relaciones sectarias", el filósofo uruguayo lo atribuye a un empleo del término que a veces ha traído consigo actitudes de discriminación hacia minorías religiosas (n. del autor: el sentido original de "secta" no era negativo, y sólo más tarde empezó a utilizarse para designar grupos peligrosos).

 

Además -complementa Pastorino- llegó un momento en el que los psicólogos "empezaron a hablar no de 'secta', sino de 'conducta sectaria', 'mecanismos sectarios'… porque se dieron cuenta de que estos fenómenos se dan también fuera de la religión", como sucede en grupos comerciales piramidales o estafas multinivel. "Grupos que funcionan como sectas pero que no tienen un discurso religioso”, ya que “muchas organizaciones ponen como pantalla una actividad, pero detrás hay mecanismos muy cuestionables", puntualiza.

 

Ante el mito de que las personas con formación no pueden caer en las sectas, el experto recuerda en su diálogo con Sole Moldes que "la manipulación emocional existe" y por eso -explica- "en un contexto donde esto está planificado, es mucho más fácil. La manipulación no apunta a convencerte de ideas, sino que es emocional".

 

"En general, al líder sectario no lo ves como alguien que te secuestró, sino como un papá, un gurú sensacional que trajo la luz a tu vida, que te ama y quiere lo mejor para ti. Nunca vas a dudar de él, porque se genera un vínculo de dependencia donde la persona incluso es capaz de mentir a su familia para no dejar en evidencia las debilidades o los delitos de aquel a quien rinde culto", explica Pastorino.

 

Pensamiento mágico y "religión a la carta"

 

 

Debido a la crisis cultural -alerta- "en una sociedad tan científica como la nuestra, en una cultura consumista y muy individualista, las personas, en medio de una situación desesperante, al no tener referencias en donde apoyarse, recurren al pensamiento mágico".

 

Al respecto, la entrevistadora le pregunta a Miguel Pastorino su parecer sobre esa conducta de algunas personas que acuden a la Misa los domingos y celebra los sacramentos de la Iglesia católica, pero, al mismo tiempo, acude a terapeutas alternativos y realiza ritos esotéricos en casa, en una suerte de "religión a la carta". El doctor en Filosofía subraya que Uruguay es "más que laica, laicista y, por tanto, con una gran ignorancia religiosa", y es precisamente la cultura religiosa la que puede prevenir de muchos engaños. La falta de formación religiosa "nos hace mucho más vulnerables", reitera.

 

Uno de los elementos que aparece en la conversación con Sole Moldes es el principio fundamental de muchos libros de autoayuda: la llamada "ley de atracción", que se presenta como algo científico e inapelable en afirmaciones tales como: "si tú generas cosas positivas, el universo te las devuelve". Si eso se acepta como una ley -dice Pastorino- "la conclusión lógica es que todo lo bueno que te pasa es gracias a ti… y todo lo malo que te pasa es culpa tuya. Con lo cual, los 'pseudoterapeutas' se salvan de explicar que sus métodos no funcionen, porque en realidad el problema siempre eres tú".

 

El drama de las pseudoterapias

 

Pastorino insiste en que "una cosa son las creencias, y otra cosa es que tú eso lo pases por ciencia. Y ésa es hoy la estafa de muchas pseudoterapias", cuando a lo místico o espiritual se le da un nombre rimbombante, que suena a científico. "Al tipo que antes se le llamaba espiritista, ahora se le llama canalizador de entidades o energías", puntualiza.

 

Por otro lado, una determinada concepción de la medicina –enfocada más a los órganos que a las personas– ha generado desconfianza y frustración, lo que hace "comprensible que las personas, en medio de ciertas situaciones, salgan a buscar todo lo que encuentren para solucionar un problema y a veces, incluso, con la esperanza de que una solución religiosa, espiritual o mágica tiene mucho más ‘arreglo’ que una patología que lleve un tratamiento de por vida".

 

En el tema concreto de las pseudoterapias, y especialmente las que afirman que detrás de cada enfermedad hay una causa únicamente emocional (como la biodescodificación y la Bioneuroemoción, muy difundidas a ambos lados del Atlántico), algo que denuncia Pastorino es que, aunque "muchos de los supuestos terapeutas que utilizan estas técnicas no son personas con título de grado en el ámbito de la salud… también hay médicos y psicólogos que han abrazado este tipo de técnicas". Algo muy grave esto último, ya que "se utiliza una carrera de salud para legitimar la otra práctica que, en realidad, es una creencia mágica", reitera el experto en sectas.

 

Del "a mí me funcionó" al daño sectario

 

 

¿Y qué sucede con las personas a quienes aparentemente les han funcionado estas "terapias" o, al menos, no les han hecho ningún mal? pregunta la influencer uruguaya. Pastorino responde que "… no podemos ser tan ingenuos. El argumento de que ‘me hace bien’ es un argumento pobre… Ese criterio de que 'si me hace bien es algo bueno' es un criterio muy inocente y muy peligroso. Hay que ser honesto y empezar a ver la cantidad de gente destrozada por el camino".

 

El primero de los peligros de las pseudoterapias es el relativo a la salud física y mental, según el investigador de la RIES. "Personas que empiezan a atribuir orígenes mágicos y soluciones mágicas a problemas que son de otro orden, y ahí tú puedes estar perdiendo mucho tiempo en tratar una enfermedad, y cuando vas a hacer algo, ya es tarde", explica.

 

Pero lo más peligroso, y lo que acerca el mundo de las pseudoterapias al fenómeno sectario, es cuando se le dice a la gente que su problema de salud procede de algún individuo cercano. Entonces, siguiendo esta dinámica, "¿cómo te curas? Poniéndolo en cuarentena. ¿Qué hacen? Aislar a la gente de sus vínculos. Y esa es una primera forma –sectaria– de blindar a la persona de las ‘influencias’ de sus seres más queridos, porque son los que lo intoxican y lo enferman", alerta Pastorino.

 

Desenmascarar a los farsantes y gurús

 

 

Sole Moldes le pregunta cómo se puede distinguir, en estos contextos espirituales y terapéuticos, a las personas que quieren ayudar a los demás de aquellas que son directamente "chantas" (estafadores). Primer consejo de Miguel Pastorino: "si alguien te vende que tiene el mejor secreto guardado y universal y que es el método infalible para todo… porque lo cura todo, (la verdad es que) no cura nada. Si hay algo que sirve para todo, sospecha". Además, los charlatanes lo ilustran con testimonios, "pero no presentan ni una sola evidencia científica", añade.

 

Otro síntoma de que nos encontramos ante un farsante -agrega- es "el embarullar, la verborragia con palabras técnicas". Aquí entra el uso de prefijos como "neuro", "psico" o "bio", que están de moda. Y una forma de defenderse de los críticos es acusarlos de tener una mente cerrada o tradicional, una falacia ad hominem que no aporta ninguna evidencia y que, en el fondo, es "un argumento típico del fanatismo".

 

Al finalizar, el experto en sectas alerta sobre la técnica "redimensionamiento de conflictos", que utilizan habitualmente los gurús para que las personas duden de sus vínculos principales (familia y amigos), generando intimidad con ellos para lograr que les cuenten más cosas, y consiguiendo una mayor dependencia y grado de manipulación.

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