Al cantautor Jack Terzian su conversión le regaló una certeza que hizo canción: «Sé único, sé tú y glorifica a Dios»

30 de abril de 2021

El encuentro con Dios, tan anhelado por años, llegaría cuando un impulso interior le llevó a una capilla de Adoración Eucarística.

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El pasado 27 de octubre de 2020 en una reflexión publicada en su blog comunitario Philly Frassati, el joven cantautor norteamericano Jack Terzian arengaba a los lectores: “Da lo mejor de ti para glorificar a Dios, Él se encargará del resto…”.
 
A sus 23 años Jack agradece a Dios su proceso de conversión mediante el cual ha logrado ir sanando las heridas espirituales de un recorrido que lo mantuvo “por demasiado tiempo”, recuerda, sin paz, sin una razón para vivir.

Creció siendo feligrés de la Parroquia St. Katharine of Siena en Wayne (Pennsylvania, Estados Unidos), pero pronto los conflictos al interior de su familia provocaron en él que se aislara de todo, quedando atrapado durante la adolescencia en la inseguridad y siendo víctima del bullying escolar. Fue así como, por las burlas, se “avergonzaba” de sus dotes artísticas naturales.
 
Consecuencias del bullying

 

Esta experiencia podría haber castrado su vocación artística, pero Jack -gracias a la intervención de Dios, según hoy lo cree- encontró un cauce para mantener vivos sus dones, apoyando el trabajo de otros artistas. “Dios nunca nos abandona”, confidenció sobre este asunto el pasado mes de enero al portal Catholic Philly y explicaba: “Me permitió participar en actividades musicales durante el instituto. No creaba el contenido, pero aplicaba mi creatividad de otras maneras, intentando ser útil”. Fue así entonces que comenzó a dirigir la carrera de un amigo que era aspirante a rapero, una experiencia que le permitió “conocer a gente realmente genial y reservar espectáculos geniales”, comenta.
 
En lo íntimo Jack se encontraba lleno de dudas y su vínculo con Dios no había traspasado la barrera de las interrogantes propia de la edad. Llegar a comprender cuál sería el perfil de su relación con Dios marcó “un gran punto de conversión” en su vida, dice. Pero el camino hacia esa verdad le exigiría cambios que él mismo debería modelar hasta “encontrar el sentido de mi existencia en medio el mundo”, reflexiona. Un camino que tendría altos y bajos según confidencia: “…pasé algún tiempo persiguiendo las pasiones de mi carne y permitiendo que eso definiera quién era yo”.

El encuentro con Dios en la Eucaristía



Durante los años en la Universidad Loyola de Nueva Orléans aún luchaba por encontrar su lugar, musical y espiritualmente. Ello hasta que decidió abandonar su papel como mánager de artistas, coger la guitarra y empezar a tocar en la iglesia. “No creía que fuera tan bueno. Pero un día, gracias al estímulo de un amigo, fui capaz de tocar bien en ese entorno. Eso me llevó a tener mucha confianza en mí mismo para poder hacer mi propia música”.
 
Luego de ese paso, el siguiente fue contar su propia historia, casi “como una terapia”, comenta. Pero el encuentro con Dios, tan anhelado por años, llegaría cuando un impulso interior le llevó a una capilla de Adoración Eucarística. “Empecé a ir a la capilla sin entender ni conocer del todo la adoración, aunque había sido criado como católico. Allí encontraba la paz, junto con la libertad y el perdón. Y con el tiempo, Dios cambió lenta pero seguramente los deseos de mi corazón”, testimonia.
 
Cantar dando gloria a Dios



Tras su graduación en 2019, Jack Terzian se comprometió a trabajar durante dos años en la pastoral juvenil. Hoy en día, sigue una carrera musical a tiempo completo mientras construye su propia marca: “Be Cool Be You”. El objetivo, explica, es “mostrar a la gente quiénes son: creados por Dios. Una vez que uno mismo tiene esa comprensión, entonces puede dar forma a la cultura que le rodea”.
 
Jack también participa activamente en Mission Youth Philly, un apostolado para jóvenes de los Legionarios de Cristo, y coordina en Filadelfia la Sociedad Frassati. Grupo inspirado en el beato Pier Giorgio Frassati, un joven italiano de principios del siglo XX con una activa causa de canonización. Al igual que Frassati -quien murió de poliomielitis en 1925 a los 24 años-, para Jack “la Eucaristía es la prioridad número uno” de su vida. “El alimento que proporciona abre las puertas al conocimiento y a la paz. Nos da energía en este mundo para vivir a plenitud nuestra existencia”, señala Jack.

 

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