Crónicas de un obsoleto 20. Vandalismo, delincuencia y carabineros castigados

05 de junio de 2015

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Estimados lectores: 

El Obsoleto les pide humildes disculpas por haberles fallado en la semana pasada. Los  trastornos producidos por diversas marchas estudiantiles y de otra índole, tomas, huelgas de aduana, desvíos de tránsito, alumnos del Instituto Nacional que  cortaban el tránsito en la Alameda y cuando amainaba el griterío jugaban fútbol; locales comerciales y farmacias saqueadas en honor de la educación de calidad, los vitrales de la venerable iglesia de la Ingratitud Nacional nuevamente hechos trizas, declaraciones del enviado de las Naciones Unidas en favor del orgullo gay; femicidios por todos lados, volcanes que estallan, aluviones en el Norte con sedimentos de barro endurecidos por el sol, en Corea del Norte entrenamiento de 3000 hackers para el progreso de los computadores, lejano sonido de trompetas del Apocalipsis (para los oídos avispados, porque para  la mayoría esas cosas no existen); en fin, significaron, incluso  para los que viven “lejos del mundanal ruido”, la inhibición de todo pensamiento sensato o inspiración. Con razón tanta gente le confesó al Obsoleto que ya no miraban la televisión, porque traía puras malas noticias, y presentaban un Chile cada vez más parecido a la franja de Gaza, faltaban sólo los bombarderos israelíes y los misiles del frente palestino. Afortunadamente el Obsoleto se ahorró esos traumas ya que en su monasterio no hay televisores, ni de los cuadrados como cajones ni de los planitos tan elegantes que llaman “plasmas”. Pero no por gozar del  privilegio de la ausencia de televisión el Obsoleto se olvida del sufrimiento de la humanidad.
 
            Y hay nuevos sobresaltos: salió otra vez el pesado de Ventura Solano en El Mercurio, contra quien, como Uds. saben, el Obsoleto siente una resistencia difícilmente disimulable, porque él tiene su columna en El Mercurio, mientras que en esos altos recintos al Obsoleto no le admiten ni una modesta carta de lector…
 
Pues bien: consecuente como él se cree, propugna la eliminación de las clases de religión en los colegios. Lo cual nos puede privar a los chilenos de escuchar las últimas buenas noticias que aun nos quedaban, las del evangelio. La palabra “evangelio” como es sabido viene del griego y significa “buena noticia o buena nueva” Así pues, en medio de tanta palabrería política y ceniza de volcanes, hackers norcoreanos y yihadistas islámicos, los entendidos todavía podíamos disfrutar de alegrías verdaderas. Cómo   no va a ser una buena noticia que alguien nos diga:”El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”, o “La paz esté con Uds.” o “La paz les doy, mi paz les dejo”, o también “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” y no sólo como un buen deseo, sino que se nos narran las vidas de los que la dan, no sólo antes como en los tiempos de Diocleciano, sino ahora mismo, en nuestros insensatos tiempos. Porque esa es la gran ventaja de los obsoletos, que el aire de la adversidad en sus narices los refresca como si fuera puro oxígeno. Y ahora ese Ventura Solano, con sus ateas ganas de suprimir el aleluya en nuestra conversación contidiana.
                                   
            ¿Por qué se nos quitan las ganas de seguir viendo televisión, de asistir todos los días a un Chile seriamente ocupado en acusarse mutuamente, sin cesar, a todo nivel? ¿Por qué estas ganas de amarrar a otros al banquillo de los acusados? ¿Por qué hacer películas sobre las desgracias, verdaderas o inventadas, de sacerdotes? ¿Por qué este “festival Karadima”, alimentado con tantas ansias? ¿Cómo trataba Cristo a las pecadoras, a los delincuentes? ¿Nos resuena esa palabra al bandolero en la cruz: “En verdad te digo: Hoy vas a estar  conmigo en el paraíso?”  ¿Cuándo y cómo nació y pudo soportarse este Chile lúgubre? Tesis: El lema “Ni perdón, ni olvido”, no es una palabra de vida.

 

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