Crónicas de un obsoleto 21. En el país de Elich

19 de junio de 2015

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Estimados lectores

 En la crónica pasada el Obsoleto había avanzado una tesis acerca del origen de este  mundo al revés en que se está convirtiendo nuestro Chile, y por consiguiente  de su abundancia de malas noticias  y escasez de  buenas, ante todo de las buenas por antonomasia que son el evangelio.         Y para sugerir lo que consideraba la causa de este Chile al revés (“país de Elich”) y no herir ni difamar a nadie dicho Obsoleto había rematado sus argumentos  con una sentencia final, un poco vaga,  simplemente : “Tesis: Ni perdón, ni olvido, No es una palabra de vida”.

En su calidad de tesis es un volantín al aire, como quien no quiere la cosa. Pero  los más agudos entre Uds. habrán barruntado que se trata, en realidad, de algo muy serio y solemne, nada menos que de la eficacia para vencer el mal. A pesar de que los humanos somos todos pecadores, en el fondo, en el fondo, preferimos que las cosas anden bien y que nosotros también estemos bien.

Entonces toda la humanidad en sus largos siglos de historia ha sido unánime en  que el mal hay que eliminarlo: ojo por ojo, diente por diente, venga la guillotina y basta. Sólo Cristo dice otra cosa: no resistir al mal, superarlo por dentro y proclamar el perdón. Pedir y dar el perdón- Se dice que sólo Dios tiene el poder de convertir lo malo en algo bueno. ¿Cómo logra esto? Por el perdón, después del perdón no queda nada, sólo alegría y “la vida puede seguir”, como nos asegura el Papa Benedicto XVI. “Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen”. No es una palabra ingenua, bonachona, no es una capitulación ante el poder del mal. Es la única solución eficaz de un conflicto. En Medio Oriente se practica el ojo por ojo, diente por diente, desde 1948, es decir, ya durante 67 años y no se ve salida. En cambio, el diferendo entre  Argentina y Chile en los años ochenta se superó sin daños, por medio de la mediación papal. Si la meta es la paz, ¿de qué parte está la mayor eficacia?

            El lema “Ni perdón, ni olvido” tiene a Chile sobre las cuerdas. Primero el odio se descargó contra los militares, echados al saco común de los “crímenes contra los derechos humanos”. Después se procedió contra los curas, donde la necesaria purga fue sobrepujada por el espectáculo mediático y, por parte de las víctimas, como una inexorable venganza. Y ahora estamos con los empresarios, todos pillados in fraganti. ¿Tendrán algo en común estas tres clases de enemigos de la patria? Y dejamos de lado una cuarta capa sociológica. La de los mapuches buenos y la de los huincas malvados. A esta simplificación jurídica se le ha dado vigencia para destrabar un innecesario conflicto.

            Que la sabiduría más alta de nuestra Patrona, la Virgen del Carmen, nos proteja  en esta previsible marcha hacia el País de ELICH, el Chile al revés.

 

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