La lucha contra la Trata, una fantasía de Disney

19 de junio de 2015

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Quizás en otra vida podría haber tenido esperanzas que Dominique Strauss-Kahn, pudiera ser condenado por proxenetismo. Es decir si hubiera vivido otra vida y no hubiera visto lo que vi, tal vez las habría tenido. 

El Ex Director del FMI, -nada más y nada menos-, fue acusado de Proxenetismo junto a doce personas más que por supuesto también fueron absueltas de culpa y cargo.

Alguien dijo "la condena social que reciben es terrible", y me quedé pensando, que además de la condena social que reciben, lo cual es dudosa, me hubiera gustado verlos entre barrotes o entre rejas, en el lugar de privación de libertad que sufren las víctimas de trata, sin haber delinquido jamás en su vida, por el sólo pecado de ser pobres o indefensas o adolescentes o sin capital social o con hambre o con todas estas vulnerabilidades o atrocidades,  a la vez. 
 
Los pobres y sin recursos que delinquen además de ser condenados socialmente son condenados por el poder judicial que ahí descarga como un montacargas todo el peso de la ley. 

Claro, la ecuación es matemática, los pobres ya están condenados socialmente desde el día que nacieron -o antes de nacer-, es decir están fuera de todo tejido social. Entonces como la condena social siempre estuvo, el poder judicial descarga sobre ellos la otra condena, diez , quince , veinte años.
 
La hipocresía del poder político y del poder judicial. Cualquier parecido con la Argentina de principios de siglo XX es mera coincidencia cinematográfica, donde la mafia Zwi Migdal, constituida por comerciantes judíos preferentemente -no todos sólo la mayoría del Buenos Aires de la época- , explotaba en sus burdeles o prostíbulos a jóvenes de la Europa Oriental traídas engañadas con el anzuelo y la carnada -tan actuales- de un mundo mejor, de una posibilidad de un trabajo digno. Las pobres terminaban exhibidas como vacas en la feria, en casas donde concurrían algunos políticos de la época -no todos, sólo la mayoría-, a satisfacer sus perversiones y deseos más oscuros. 
 
No fue un sólo proxeneta -comerciantes judío- a la cárcel. El poder político y judicial de la época se encargó de arreglar entre gallos y media noche los temas que jamás deberían haber salido a luz pública. Y la heroína Raquel Liberman -que los denunció- murió a los treinta y cinco años de tristezas y angustias acumuladas -bueno se dice cáncer de tiroides-.

Raquel inocentemente creyó que el poder judicial podía encarcelar a proxenetas. Pequeño detalle, "sí los encarcela pero sólo cuando son pobres" y sin relaciones políticas y si no, pregúntenle a Martins que sigue viviendo una vida de película y cada vez que se atreven a molestarlo, deja claro que tiene una habitación con kilómetros de cinta de grabación donde deben haber unas cuantas caras conocidas del mundillo político y judicial. 
 
Quizás en otra vida podría haber tenido esperanzas que Dominique Strauss-Kahn, pudiera ser condenado por proxenetismo. 
 
La hipocresía del mundo actual, mientras en la Francia de la libertad, igualdad y fraternidad, se debatía la penalización del cliente, en otro lugar se declaraba libre de culpa y cargo y encima con derecho a entablar una demanda por difamación, etc. al monstruo Dominique Strauss-Kahn.

Qué clientes podrían ir a la cárcel? Pobres y sin relaciones y sobre todo sin cargos en el poder político o en el poder judicial. La impunidad es la madre de todos los hipócritas. 
 
A la víctima o a las víctimas sólo les cabe morirse de tristezas o de angustias, como Raquel Liberman, mientras el resto de la sociedad festejamos iniciativas que no van a cambiar la realidad, sólo la van a disfrazar para que la mayoría sintamos que políticos y juristas a nivel mundial están haciendo algo para combatir a la esclavitud.

La lectura es clara, si hicieran algo hoy Dominique Strauss-Kahn, habría sido condenado por el poder judicial, no sólo la condena social.


 

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