Laudato Si´ y los pichoncitos de Yaco

30 de octubre de 2015

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La palomita comenzó a armar su casita en un arbusto del patio. Yaco que parece que tuviera un radar y no se pierde nada se dio cuenta al instante. Cual guardia real la cuidó como pudo para que los gatos y el mismo Nero -su perro- no se la engullera mientras estaba desprevenida construyendo su mono ambiente. 
 
La palomita fue juntando lo que encontró para armar su nidito. Un nido de la posmodernidad, además de palitos y más ramitas hay una tapita celeste que le da color al lugar. Yaco nos fue mostrando de a uno su tesoro del patio. "El tour del nidito", dijo Bruno. 

Para hacerte merecedor de un boleto del paseo guiado hasta el nidito -cuatro metros patio al fondo- había que acordar con Yaco normas estrictas de comportamiento, "Silencio absoluto" -nada de exclamaciones-, "cuerpo tieso" -nada de gestos abruptos- y sobre todo "la coherencia de verlo e irse" -no querer quedarse media hora-. 
 
Al cabo de unos días, -no los conté- la palomita puso dos brillosos huevitos, blancos como la nieve de las montañas, y se instaló a empollarlos. La palomita clueca nos complicó un poco el panorama porque las salidas al patio casi se anularon por orden expresa de Yaco. Es decir para salir al patio había que justificar la merecida necesidad de salir, sino más vale quedarse adentro. "Cuando nazcan los pichones les aviso" enunció Yaco y nadie se animó a discutir lo indiscutible.
 
Ayer, en medio de tanto Yaco me dijo "Ma tengo algo que mostrarte", y yo seguía en mi mundo de teléfono e internet, cuando sentenció "si no vas vos te los perdés".
Dejé todo como estaba y dije "vamos", entonces con su mirada de niño aún me disparó "primero tranquilízate, hay que ir tranquilos".

Allá fuimos y los cuatro metros me parecieron cientos. En medio del nidito, -sin la palomita- estaban dos bolitas amarillas, de plumones amarillos verdosos con dos ojos enormes cerrados aún. Apretujados contra sí, inmóviles, parecían dos bolitas de ternura.

Yaco, como era de esperar dijo "se terminó el tiempo, capaz este volviendo la mamá" y nos volvimos al adentro. Una vez adentro yo sentía tantas cosas lindas y quise decirle , entonces me ganó la palabra y dijo "no digas que son bonitos porque son medio feos, pero si son tan tiernos, dan ganas de agarrarlos".

Nos quedamos un rato largo hablando de lo maravillosa que es la vida, la naturaleza y cómo puede una palomita hacer un nidito en un arbustito del patio. Fue de alguna forma ‘tocar’ algo de Laudato Si’
 
La vida es un sueño... si nos animamos a soñarla.


 

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