La dictadura del relativismo cierra el círculo

19 de agosto de 2016

Compartir en:



España, Colombia, Argentina. Tres países en una misma semana han sido noticia por el intento de sus gobernantes -los tres de partidos conservadores- de imponer la ideología de género. En los tres, aunque con distinta intensidad, los únicos que se han manifestado en contra han sido los católicos. En España han sido varios los obispos que han protestado y lo mismo ha sucedido en Colombia. En todos esos lugares, la reacción del “lobby gay” ha sido la misma: poner denuncias legales contra los que se manifiestan en contra de la ley, acusándoles de homofobia y pidiendo la cárcel para ellos.
 
 No podemos pensar que esto sea una casualidad. Detrás hay un programa, probablemente impulsado por la ONU. Estamos ante un proyecto de colonización ideológica -así lo ha definido el Papa Francisco- que tiene como objetivo primero cambiar radicalmente el concepto natural de hombre y mujer -basado en la biología-, para instaurar un modelo masculino-femenino ambiguo, mudable y por ello mismo manipulable. Como consecuencia se modifican también radicalmente el concepto de familia y el ejercicio de la sexualidad. En países como Canadá, por ejemplo, es ya obligatorio enseñar a los niños en las escuelas a masturbarse desde los 8 años, y la homosexualidad se presenta como algo normal, tan normal como la heterosexualidad.
 
Hasta aquí podríamos considerar el esfuerzo por modificar la concepción natural del género, de la sexualidad y de la familia, como un proceso de ingeniería social que tiene y tendrá dramáticas consecuencias. De alguna manera lo podríamos comparar con lo sucedido con el aborto, aunque sean cuestiones muy distintas. Pero en este caso hay algo más y quizá sea eso precisamente lo que en realidad se busca. Con el aborto ha existido siempre -aunque no plenamente garantizado- el derecho a la objeción de conciencia y hasta ahora nadie ha ido a la cárcel por decir -en una homilía por ejemplo- que el aborto lleva consigo la muerte de un inocente y que deben buscarse otras soluciones para ayudar a las mujeres en riesgo de aborto. Con la ideología de género, en cambio, se introduce como novedad que el que se atreva a decir que la naturaleza debe ser respetada, que la familia está formada sólo por un hombre y una mujer, que los padres tienen que tener la última palabra en la educación moral de sus hijos, o que la homosexualidad es un pecado, va a ir a la cárcel. Esta es la novedad. O aceptas sin rechistar la ideología de género o a la cárcel. La prueba es que inmediatamente después de que tres obispos españoles hayan protestado contra la ley aprobada por unanimidad de todos los partidos políticos en la comunidad autónoma de Madrid, el colectivo gay les ha denunciado y ha perdido que sean enviados a prisión.
 
Estamos ante una vuelta de tuerca más de la dictadura del relativismo, que actúa ahora a través de lo que algunos llaman ya la “gestapo gay”. Si el Papa -que ha sido clarísimo sobre este tema en la “Amoris laetitia” y recientemente en el encuentro con los obispos polacos-, un obispo, un sacerdote o simplemente un padre de familia no puede decir que, basándose en la Biblia, el ejercicio de la homosexualidad es un pecado, la familia es sólo la unión de un hombre y una mujer y nadie puede imponerse a los padres en la educación de sus hijos, sin ir a la cárcel, nos encontramos sometidos a una dictadura absoluta. Ya no se contempla ni siquiera la posibilidad de disentir intelectualmente de una ley: o piensas y te expresas como ellos dicen, o te espera la persecución. Pero, ¿de verdad son los gay los que están detrás de este acoso a la Iglesia? ¿A ellos les interesa que sean llevados a la cárcel curas y obispos? ¿No habrá entre sus filas alguien sensato que dé la voz de alarma y haga ver al resto que están siendo manipulados y utilizados para destruir a la Iglesia? La Gestapo tenía a Hitler detrás. ¿Quién es el Hitler de la nueva Gestapo?

 

Compartir en:

Portaluz te recomienda