"Debemos intentar que aumente el bienestar..."

11 de noviembre de 2016

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“Debemos intentar que aumente el bienestar para que se difunda más”


«Yo no doy juicios sobre las personas ni sobre los hombres políticos; solo quiero comprender cuáles son los sufrimientos que su manera de proceder provoca en los pobres y en los excluidos». Lo dijo Papa Francisco en una conversación con Eugenio Scalfari, publicada en el diario italiano «La Repubblica», respondiendo a una pregunta sobre Donald Trump. La conversación se llevó a cabo el pasado lunes 7 de noviembre, es decir antes de que se llevara a cabo la elección del nuevo presidente estadounidense, que, desmintiendo la mayor parte de las previsiones mediáticas, resultó ser justamente Trump.
 
Bergoglio, según lo que refirió el periodista italiano, dijo que su mayor preocupación en este momento en el mundo son los pobres y los migrantes, «en menor medida cristianos, pero esto no cambia la situación para con nosotros, sus sufrimientos y sus malestares; las causas son muchas y nosotros hacemos lo posible para removerlas».
 
Desgraciadamente, continuó el Pontífice, «muchas veces hay medidas que las poblaciones no comparten, pues temen que les quiten el trabajo y que les reduzcan los salarios. El dinero están en contra de los pobres, y también contra los migrantes y contra los refugiados, pero hay pobres en países ricos que temen la acogida de sus semejantes que provienen de países pobres. Es un círculo perverso y debe ser interrumpido. Debemos derribar los muros que nos dividen: intentar que aumente el bienestar y que se difunda más, pero para alcanzar este resultado debemos derribar esos muros y construir puentes que permitan que disminuyan las desigualdades y que aumenten la libertad y los derechos. A mayores derechos, mayor libertad… Lo que queremos es la lucha contra las desigualdades: este es el mayor mal que existe en el mundo. Es el dinero quien las crea y está en contra de esas medidas que tienen a equilibrar el bienestar y favorecer, por lo tanto, la igualdad».
 
Francisco, según lo que refirió Scalfari, después observó que las desigualdades impulsan «el movimiento de muchos pueblos de un país a otro, de un continente a otro. Después de dos, tres o cuatro generaciones, esos pueblos se integran y sus diversidades tienen a desaparecer completamente». Bergoglio también dijo estar de acuerdo con la definición de este proceso como «mestizaje» y repitió que no piensa en una sociedad de tipo marxista: «Mi respuesta siempre ha sido, si acaso, que son los comunistas los que piensan como cristianos. Cristo habló de una sociedad en la que los pobres, los débiles y los excluidos decidan. No los demagogos, no los Barrabás, sino el pueblo, los pobres, que tengan fe en el Dios trascendente o no, son ellos a quienes debemos ayudar para obtener la igualdad y la libertad».
 
El Papa, hablando sobre los Movimientos populares y sobre el papel político que en su opinión deberían asumir, nunca ha «pensado en guerra y armas. La sangre sí, puede ser derramada, pero serán eventualmente los cristianos los que sean martirizados, como está sucediendo en casi todo el mundo, a manos de los fundamentalistas y terroristas del Estado Islámico, de los carniceros. Esos son horribles, y los cristianos son las víctimas».
 
Bergoglio después explicó que «nosotros los cristianos siempre hemos sido mártires, y a pesar de ello, en el curso de los siglos, nuestra fe ha conquistado gran parte del mundo. Claro, ha habido guerras apoyadas por la Iglesia en contra de otras religiones y ha habido incluso guerras dentro de nuestra religión. La más cruel fue la masacre de San Bartolomé, y desgraciadamente muchas otras parecidas. Pero sucedían cuando las diferentes religiones y la nuestra, como y aveces incluso más que las otras, anteponían el poder temporal a la fe y a la misericordia».
 
Francisco observó que los cristianos han «difundido la fe tomando como ejemplo a Jesucristo. Él fue el mártir de mártires y arrojó a la humanidad la semilla de la fe. Pero me cuido mucho —añadió— de pedir el martirio a quienes se cimienten en una política orientada hacia los pobres, por la igualdad y por la libertad. Esta política es diferente de la fe y son muchos los pobres que no tienen fe. Pero tienen necesidades urgentes y vitales, y nosotros debemos apoyarlos como apoyaríamos a todos los demás. Como podamos y como sepamos».
 
Para concluir, el Papa respondió a una pregunta sobre los «adversarios dentro de la Iglesia». «Adversarios, adversarios, no diría. La fe nos unifica a todos. Naturalmente cada uno de nosotros, individuos, ve las mismas cosas de manera diferente; el cuadro, objetivamente, es el mismo, pero, subjetivamente, diferente».


 

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