Pacto por la educación. ¿Dónde está la familia?

16 de diciembre de 2016

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En cada ocasión que se publican los resultados del Informe PISA se despierta una gran ola de comentarios, una exuberancia de datos y tablas, y es que este tipo de diagnóstico por su tratamiento cuantitativo resulta de lo más atractivo, tanto que el amateurismo pontifica sobre las cifras, cuatro puntos arriba, cuatro abajo, sin considerar que en muchos casos su significación es escasa.
 
Quizás una forma de entendernos mejor sería partir de que la distancia de 30 puntos equivale a un curso lectivo, y que, por tanto, una diferencia de 10 puntos viene a significar un retraso de un trimestre.
 
Como todos los análisis cuantitativos de procesos complejos, como la enseñanza PISA, presenta limitaciones, pero la más importante apenas sí se toma en consideración. Refiere muy poco de la influencia de la familia. Es un mal muy extendido, y España, todo y su abundancia en leyes educativas, es ejemplar en esta cuestión. Para el gobierno, los partidos políticos, los sindicatos y asociaciones profesionales, la familia no existe a la hora de educar o en todo caso es marginal.
 
Es un error extradinario fruto de la ideología, la cortedad de miras y el corporativismo. Es un error contrario a lo que sabemos del proceso educativo. Una escuela mediocre combinada con una familia con capacidad educadora, obtendrá un buen resultado. Una buena escuela y una familia conflictiva obtendrán un mal resultado. Por orden de importancia los agentes educadores son la familia en primer término, el aula y la escuela. Esa es la cuestión. Se podrá discutir la proporción, pero la familia incide entre el 50% y el 60% como mínimo en el rendimiento escolar. Un estudio de Javier Elzo sobre las familias catalanas lo constata Models educatius familiars a Catalunya.
 
A pesar de ello, el nuevo Pacto para la Educación incide en el mismo gran error, ignorar a la familia, algo que debe corregirse de inmediato si no se quiere volver a obtener un resultado mediocre.
 
Por eso es tan importante la campaña que han iniciado la Fundación Educatio Servanda y la CONCAPA,  que puede encontrase en www.familiayescuela.org. Conseguir que las organizaciones familiares estén presentes en el pacto es esencial para el bien común de la educación.
 
La familia es clave porque incide en la educación a través de una serie de funciones:
 
  • Porque, por medio del capital social localizado en ella, genera valores y virtudes compartidas que tienen traducción en el comportamiento en la escuela, que facilita la enseñanza. Por ejemplo, la media de tiempo que dedica un profesor a conseguir el silencio en el aula es del 20% y esto acumulado significado una pérdida de tiempo muy grande. Además de que la atención obligada no es igual a la motivada desde el propio alumno. Comportamientos, horarios, número de horas de descanso, capacidad para respetar, para el esfuerzo. Todo ello depende en primer término de la familia.
  • Un aspecto esencial del capital social es el capital moral de la familia. La capacidad para discernir lo que está bien y mal, es justo o injusto, es necesario o superfluo y actuar en consecuencia.
  • Estímulo para estudiar, visión de futuro. La diferencia entre la familia que es capaz de generarla y la que no lo hace es grande en términos de rendimiento.
  • Ayuda al estudio: tiempo de dedicación, lugar donde estudiar, silencio, un hogar sin tensiones, ni distracciones durante el tiempo del estudio.
  • Nivel educativo de los padres. Tiene relación con el nivel de renta y es un factor determinante siempre y cuando haya capital social Por sí solo el nivel educativo no es suficiente El hábito de la lectura y la comprensión está muy vinculado a la situación del hogar, y no únicamente en materia de libros. Un alumno que cada día vea entrar el diario en casa y como es leído y comentado, dispone, con el paso del tiempo, de una clara situación de ventaja en relación a otro de nivel de renta equivalente pero que no utiliza nunca el diario.
 
Y la clave de todo: la capacidad de la familia de transmitir un sentido a la vida, que está muy conectado a la vivencia y práctica religiosa.
 
Es una evidencia que debería ser asumida por los poderes públicos: no se puede avanzar en la educación sin contar con las familias y aportarles lo que necesitan para hacer bien su misión
 

Fuente: Forum Libertas

 

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