Cerrado, por descanso del personal

24 de octubre de 2013

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Me sorprendía esta mañana en una cyber-conversación con un seminarista sudamericano en Facebook. Que -respetando su anonimato- quiero compartir contigo amable lector.
 
Decía el joven: -"Y tú que día de descanso te dan allá, porque aquí a los sacerdotes, por lo general descansan el día lunes, y allá que día les dan".
 
A lo que, con cierta perplejidad, contesté: "Yo no tengo día libre".
 
Y me responde sorprendidísimo: "¡Oh por Dios! y eso ¿por qué?".
 
Le contesto: "El SACERDOCIO ES UN MINISTERIO DE 24H Y DE 365 DIAS AL AÑO. Si hubiera querido vivir marcado por una semana y una jornada laboral, sencillamente no me hubiera hecho sacerdote. El ministerio no tiene horas". ¡No es una profesión, aunque algunos la vivan como tal!
 
Y me replica: "Si eso es verdad, pero por salud de uno mismo y de la comunidad debes de tener un descanso. Bueno eso creo yo, quizás esté equivocado".
 
Mal vamos, pienso, cuando ya desde el seminario una incipiente vocación asocia el ejercicio del ministerio sacerdotal a un empleo a tiempo parcial, a un oficio con horario de oficina y día de descanso. Si estos jóvenes, antes de concluir su etapa formativa, antes de llegar a la Ordenación, se miran ya en curas remolones y con una entrega confortable... profesionalizarán el sacerdocio como si de un oficio, con horario de cierre, se tratase.
 
Me viene a la mente aquella anécdota de Teresa de Calcuta, cuando el Ministro de Trabajo Social le preguntó por la diferencia entre la labor asistencial que ella prestaba y la que hacía el Estado.

"Sencillo (le dijo). Usted trabaja por una cosa y nosotros por Alguien".

Conviene recordar que el sacerdote no se pertenece, se ha consagrado... su vida "a Alguien", que se ha dado a Cristo por entero.

No puedo concebir un sacerdote tomándose días semanales de asueto; ¡cuando hay tanto por hacer!; cuando las gentes tienen tanta necesidad de atención. No lo comprenderé nunca, me resisto a comprenderlo por más que se esfuercen en argumentarlo.
 
Para descansar ya están los días de retiro, o los Ejercicios Espirituales, o unos días de vacación para compartir con la familia en el verano; o simplemente, un cambio de actividad. Pero la ociosidad... no es sacerdotal. Nuestra vocación es el amor de Cristo y éste no tiene tregua ni descanso.
 
¡Qué tristeza da ver los templos cerrados! Y más, si la razón es por ¡descanso del personal!

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