Traición, humillación… y un bien espiritual

22 de diciembre de 2017

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Durante las pasadas semanas, he estado revisando todos los apuntes que tenía del caso de Marta, en orden a su publicación. Me quedan ya poco más 150 páginas para acabar de las 670 que creo que tiene.
 
La lectura de esas anotaciones ha reabierto en mí heridas cerradas. Ha sido una lectura que me ha hecho daño. No me imaginaba que me iba a afectar tanto recordar con detalle capítulos tan dolorosos de traición y humillación. La historia entera es dolorosa. El demonio movió todo lo que pudo para acabar con los exorcismos.
 
El texto trataré de publicarlo en papel con una editorial, si no lo haré de forma digital con el habitual sello Dos Latidos, que es una editorial de un amigo mío de Barbastro. Pero se publique como se publique, habrá partes que quedarán ocultas bajo este signo (…). Y es que hay personas vivas cuya fama dejaré a salvo en mis páginas. Pero mucho más adelante, conmigo ya en la tumba, quiero que se sepa la historia entera. Y en este caso hay mucha tela que cortar. No es la acción de los demonios la que sorprenderá, sino la de los hombres.
 
Toda la historia estará en ese libro, pero no toda se contará ahora. Pero sí, siento que ya ha llegado la hora de que se sepa lo que pasó. Los que busquen lo extraordinario, quedarán decepcionados. Será una historia útil más bien para exorcistas, porque allí se verá con realismo cuáles son los peligros que acechan a los exorcistas.
 
Si me preguntarán qué sabor de boca me deja todo el proceso de liberación que allí se cuenta, la respuesta, sin ninguna duda, sería solo una: amargura.
 
Cuántos caídos a la vera del camino en aquella lucha invisible. Además, las conclusiones son todo menos claras. El lector podrá sacar las suyas. Eso sí, el entero proceso fue un regalo espiritual para mí, un don. ¡Cuánto bien espiritual hizo a mi alma! ¡Cuánto!
 
Dios mediante, si se publica de forma digital, el libro estará en dos o tres meses nadando por las aguas del mundo. Rezad ya para que haga, al escribirlo, la obra que Dios quiere.
 
De ningún modo piensen los que ahora me leen que voy a dar una versión heroica de mí. Al revés, con gusto me gustaría contar más en detalle todo lo malo mío. Pero también hay una soberbia en ese afán de descender a los detalles negativos propios. En fin, mi libro será todo lo sincero y honesto que pueda.

 

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