Satanás, la Virgen y los sacerdotes

16 de junio de 2018

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Satanás no ataca a todos los hombres con el mismo furor. Los cristianos mediocres y los pecadores reiterados son ya suyos y no los molesta. De hecho, estos niegan su existencia, niegan el infierno, creen estar libres de las tentaciones porque ya todo les parece normal; han perdido la conciencia del pecado. Mientras el hombre camina por donde Satanás desea que lo haga, está en tinieblas y ajeno a las tácticas del Diablo. El Santo Cura de Ars decía: “Si no tenéis tentaciones, entonces los demonios son vuestros amigos, vuestros conductores y vuestros pastores. Viviendo tranquilamente vuestra pobre vida, al final de vuestros días los demonios os arrastrarán a los abismos”.
 
El Diablo conoce muy bien a los virtuosos. Se ensaña contra los cristianos fervientes, contra los militantes empeñados con todas sus fuerzas en el Reino de Dios, sobre todo contra los sacerdotes, los santos y los devotos de la Virgen María. “El demonio tienta sobre todo a las almas hermosas”, observa el Cura de Ars. Y añade: “los santos más grandes son los que han sido más tentados”. Satanás se enfrenta con cualquiera que trabaja por la extensión del Reino de Dios. Una de las cosas que más odia el demonio es la oración y la contemplación.
(…)

En París, el año 1830 comenzó la serie de grandes visitas de María. En muchas de estas apariciones, la Virgen ha hablado del demonio; por ejemplo, en Akita, Japón (1973) donde la Virgen María dio a la Hermana Agnes Katsuko Sasagawa tres mensajes. Parte del tercer mensaje dado el 13 de octubre de 1973 es el siguiente:

“El trabajo del demonio se infiltrará dentro de la Iglesia de tal forma que se verá cardenales oponiéndose a otros cardenales, obispos en contra de obispos. Los sacerdotes que me veneren serán despreciados y marginados por otros sacerdotes. Las iglesias y los altares serán saqueados. La Iglesia estará llena de aquellos que aceptan componendas y el demonio buscará que muchos sacerdotes y almas consagradas dejen el servicio del Señor”.

“El demonio será especialmente implacable contra las almas consagradas a Dios. El pensamiento de la pérdida de tantas almas es la causa de mi tristeza. Si los pecados aumentan en número y en gravedad, ya no habrá perdón para ellos”.

“Recen mucho las oraciones del Rosario. Sólo yo puedo todavía salvarles de las calamidades que se acercan. Aquellos que ponen su confianza en mí serán salvados”.

 
Extracto de mi libro testimonial: “Desde el infierno de Ulises al Cielo de Pablo”
Puedes tenerlo
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