La crónica negra puesta en evidencia por la verdad

04 de agosto de 2018

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Arrecian las malas noticias. Lo que tendría que ser un anuncio constante de la Buena Nueva del Señor, se ha convertido de pronto, en un cúmulo de informaciones devastadoras para nuestra sociedad y que brotan justamente de la Iglesia nacida del Corazón de Jesús.
 
Prendemos la televisión y las imágenes nos contagian de una desesperanza y de un malestar que no sólo perturba nuestra mente, sino también nuestro espíritu. Los comentarios diarios son de sospecha, de odio, de condenación y resentimiento contra el mundo, la sociedad y la Iglesia.
 
Muchas veces en estos días he repasado en mi mente aquellas palabras del profeta Jeremías: "Salgo al campo: muertos a espada; entro en la ciudad: desfallecidos de hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el país".
 
Leo las informaciones en los portales de noticias de mi región (Magallanes), de mi país (Chile) y del mundo... y una noticia parece ser peor que la anterior. Nos preguntamos ¿Cuándo terminará este Vía Crucis? ¿Tendremos la Alegría de ver un mundo mejor y a los miembros de nuestra Iglesia Católica fortalecidos por su santidad?
 
Vuelven a aparecer las palabras del profeta:

"Señor, reconocemos nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros".
 
Jesús se encontró innumerables veces con este panorama mientras recorría pueblos y ciudades. Vio, escuchó y sintió la angustia de "Su Pueblo". Experimentó el dolor de su prójimo. Elevó los ojos al cielo, pronunció bendiciones, tocó la raíz de los males y tomando la iniciativa, levantó el rostro de sus hermanos. Les dio esperanza, los llenó de amor e irradió su alegría de ser Hijo de Dios.
 
Jesús pasó haciendo el bien.

Durante los tres años de ministerio, anunció su mensaje, congregó a sus semejantes como Pueblo de Dios, liberó y sanó a los afligidos y enfermos. Le devolvió la vista al ciego Bartimeo. Este dio un salto de Alegría y arrojó lejos el manto. Bartimeo estaba como nosotros hemos estado muchas veces: a la orilla del camino, pidiendo y recogiendo limosnas y paralizado por su triste situación. Jesús le da una Nueva Vida. Lo recupera. Lo sana no sólo de la vista, sino completamente.
 
Nosotros, hoy, ante la contingencia, tenemos una especie de ceguera espiritual. Nos es muy difícil ver lo que ocurre, brota y nace a nuestro alrededor. Nos quedamos paralizados ante la "aparente supremacía del mal" y hasta tenemos la tentación de enmudecernos por la vergüenza de este hoy tan convulsionado.

En este tiempo, cuando muchos están atentos a las noticias que proceden de la Iglesia y estamos en los titulares del país y del mundo, es fácil enredarnos en conversaciones ociosas, malignas u oscuras sobre nuestra misma familia eclesial. Posiblemente caemos en la crítica que no construye nada, sino que empobrece todo, incluso aumentamos con más datos e informaciones, la situación cada vez más dolorosa que experimentamos.
 
Pero, el Señor sigue actuando en nosotros. La semilla de la Buena Nueva no ha detenido su crecimiento. Y en medio de la peor tormenta, el brote está ahí. Sólo debemos pedir que "se nos caigan las escamas de los ojos".
 
Hace unos días, más de 140 jóvenes magallánicos participaron de los Cursos de Invierno Diocesanos en donde se abordó el tema de la crisis de la Iglesia y se entregaron las herramientas para la prevención de abusos. Participaron activa y creativamente, dándonos un ejemplo impresionante de la juventud de Cristo que se pone de pie, con la mirada puesta en el cielo.
 
También en estos duros meses del año, donde la nieve y la escarcha hacen lo suyo en nuestras australes ciudades, cientos de niños y jóvenes de la Diócesis de Punta Arenas, se reunieron para dar vida a los CEVAS de invierno 2018 (CEVAS: Centro de Vacaciones. Experiencia traída a Chile desde Bélgica, por el sacerdote salesiano Hugo Cornelissen).
 
En el extremo norte de Chile (Iquique), más de trescientas mil personas peregrinaron este 16 de julio al Santuario de la Virgen del Carmen en La Tirana, manifestando abiertamente su fe. Cabe destacar que esa peregrinación se realiza en el más extremo desierto, con temperaturas que suben y caen estrepitosamente durante el día y la noche.
 
El pueblo de Nicaragua, en medio de la profunda crisis del País, se ha mantenido firme a los pies del Sagrario y de la mano de María Santísima y a pesar de que han llamado "golpistas" a sus obispos, estos últimos han dado un testimonio de fortaleza y fe frente a la adversidad y el pueblo los apoyó en estos días, en una multitudinaria manifestación en la capital, Managua.
 
En el Anuario Pontificio, se acaba de señalar que aumentó significativamente el número de bautizados a nivel mundial, siendo el continente americano el que lleva la delantera. En Argentina, miles de católicos se levantaron para oponerse a la ley del aborto. Salieron a las calles y dijeron enérgicamente no a la matanza de niños en el vientre. En Roma, más de sesenta mil jóvenes están participando de la Jornada Mundial de Monaguillos, bajo el lema: "Busquen y consigan La Paz".
 
Y si ponemos atención a nuestras propias comunidades, nos daríamos cuenta cuán numerosas y valiosas noticias nacen de su núcleo.
 
Abundantes son las expresiones de fe, amor y fortaleza que están dando permanentemente un rostro maduro de esperanza y luz a una Iglesia que no es Santa y Pecadora como muchos erróneamente señalan, sino con toda certeza: Una, Santa, Católica y Apostólica. Que se renueva en una constante purificación pues la sostiene una promesa que se cumplirá, como todas las que hizo Jesús: “Las fuerzas del mal nunca prevalecerán contra ella”.

 

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