La superioridad ética de la Izquierda y el Decálogo

13 de agosto de 2018

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Un conocido político izquierdista contaba que cuando sus hijas le preguntaron que cuál era la diferencia entre una persona de derechas y una de izquierdas les contestó: «la diferencia está en que mientras un izquierdista se preocupa por los demás, uno de derechas sólo piensa en sí mismo». Si esto fuera así y no una solemne tontería sería evidente la superioridad moral de la Izquierda.

Pero resulta que ya hace muchos años los programas de los Partidos políticos a veces no tienen diferencias. Recuerdo que cuando era joven, unos ingleses me lo explicaron así: «La diferencia entre el programa laborista y el conservador es mínima. Así que más que a los programas, votamos a los equipos dirigentes».

Nosotros los cristianos tenemos como normas de conducta los diez mandamientos o Decálogo, que dice así: «1. Amarás a Dios sobre todas las cosas; 2. No tomarás el nombre de Dios en vano; 3. Santificarás las fiestas; 4. Honrarás a tu padre y a tu madre; 5. No matarás: 6. No cometerás actos impuros; 7. No robarás; 8. No dirás falso testimonio ni mentirás; 9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros; 10. No codiciarás los bienes ajenos» (YouCat nº 349).

Ahora bien: ¿respetan los Partidos e ideologías de izquierdas los diez mandamientos? Veámoslo:

Si nos referimos a los tres primeros mandamientos, éstos hacen referencia a Dios, en quien los dirigentes izquierdistas no creen porque se declaran ateos, o como muchos agnósticos. Ciertamente no puedes esperar de ellos una profesión de fe, como lo muestra que, cuando tienen que jurar o prometer un cargo público, la práctica totalidad de ellos emplea la fórmula de la promesa. Está claro, por tanto, que ni aman a Dios sobre todas las cosas ni santifican las fiestas, ni significa para ellos nada el uso o mal uso del nombre de Dios, y desde luego no lo emplean para alabarlo, bendecirlo y glorificarlo.

El cuarto mandamiento tampoco es respetado. Al crear al hombre y la mujer, Dios crea el matrimonio y la familia, la primera institución natural, incluso anterior a todo reconocimiento por la autoridad pública. Pero con la ideología de género cualquier relación pasa a ser un nuevo modelo de familia y no se reconoce a los padres su «derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos» (art. 26-3 de la Declaración de Derechos Humanos de la ONU). La educación afectivo-sexual en esta ideología supone la total libertad sexual enseñando a los niños el disfrute de su cuerpo sin ninguna constricción moral.

En el quinto mandamiento «no matarás» en los últimos años el aborto ha pasado de ser un delito, un crimen abominable para la Iglesia, a ser un derecho de la mujer. En cuanto a la eutanasia dentro de muy poco va a ser también legalmente reconocida. Y sin embargo el matar a un ser humano inocente no sólo quebranta el quinto mandamiento, sino que constituye también un pecado gravísimo. Y no olvidemos los cien millones de muertos de los comunistas.

Del sexto y nono mandamiento, ¿qué decir? Actualmente, con el triunfo de la ideología de género, la supresión de la familia es el objetivo fundamental a conseguir. Uno puede acostarse con quien quiera, menos con su esposa y es que en el matrimonio el marido es el capitalista opresor y la mujer la proletaria esclavizada, por lo que hay que liberar a la mujer de las ataduras del matrimonio y de la familia.

Sobre el séptimo y décimo mandamientos recuerdo ante todo una frase célebre de la vicepresidente del Gobierno: «El dinero público no es de nadie», frase que en un país normal terminaría fulminantemente con la carrera política de quien la dice. Me parece también de interés ese refrán que dice: «delante de la casa del creyente no dejarás el trigo, y delante de la del no creyente ni el trigo ni la cebada». En España está claro que muchos se han dejado corromper también en lo económico, pero parece que las máximas cantidades han sido con los ERE andaluces, siendo sus víctimas principales los parados, y es que creer en Dios es un obstáculo, aunque no siempre decisivo, para ser un ladrón.

En cuanto al octavo mandamiento, «no dirás falso testimonio ni mentirás», hoy el relativismo pretende que no hay verdad ni mentira, ni una Verdad objetiva que el hombre debe buscar, con la consecuencia que el Bien y el Mal pueden ser intercambiables y que todo cabe bajo el paraguas de la post-verdad, es decir lo que hasta hace poco se llamaba mentira.

En resumidas cuentas, la Izquierda ha quebrantado todos y cada uno de los diez mandamientos, aunque también esto sucede con esa derecha que se deja llevar por lo políticamente correcto y defiende lo mismo. A unos y otros les diré que no logro ver por ninguna parte su superioridad moral. Por ello me gustaría que si alguien cree sinceramente en esa superioridad me la explique, porque yo no la encuentro. Muchas gracias.


 

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