Preparando nuestra muerte ... ¡la vida es tan corta!

10 de septiembre de 2018

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Cada cierto tiempo, en algunas comunidades se habla sobre la vida, la muerte y el sentido de este paso tan importante para nuestra existencia.
 
Para algunos, el sólo hecho de oír la palabra "muerte" les produce espanto y cambian inmediatamente el tema de la conversación; otros, sorprendidos, escuchan atentamente las preguntas y las respuestas de los demás, no atreviéndose a contestar. Y otros tantos, se animan a sumergirse en ese tema tan apasionante que se trata nada más y nada menos, del fin de nuestra vida aquí en este mundo.
 
¿Nos gustaría recibir el Sacramento de la Unción de los Enfermos? Y si estamos en el proceso final de una enfermedad ¿Me gustaría saber que mi vida está a punto de terminar? ¿Me gustaría despedirme de mis seres queridos uno a uno?
 
Apenas comenzamos a responder surge en la asamblea una inquietud, que pronto se transforma en una animada y profunda conversación.
 
La mayor parte de las personas prefieren saber la verdad acerca de su estado de salud, por más terrible que pueda ser. Además, quisieran tener la asistencia de un sacerdote, la oración de la comunidad y la cercanía de la familia. Les encantaría despedirse de sus familiares más cercanos y así poder incluso, reconciliarse con quienes se pudieron haber distanciado o terminar procesos que aún no hubiesen podido terminar.
 
Entonces les sugiero algunas ideas que he extraído de los mismos parroquianos que ya partieron de este mundo y que son verdaderas herramientas espirituales que podrían ser muy útiles para esos momentos, como tener cerca del moribundo, reliquias, la imagen de la Santísima Virgen, un rosario, un escapulario, etc.
 
Otras ideas son que la familia o quienes estén acompañando, recen con ellos el Santo Rosario, el Vía Crucis, las Letanías de los Santos, les lean pasajes del Evangelio y los santigüen con agua bendita. Sé de algunos laicos que acompañan a los agonizantes cantando salmos o himnos.
 
Y es que esperamos con tantas ansias el nacimiento de un ser humano, que nos preguntamos ¿por qué no preparar también nuestra muerte con la solemnidad con que se hacía antiguamente?, por ejemplo, con el "ejercicio de la buena muerte" (que aparecía en los manuales de devoción llamados Oremus- San Juan Bosco practicaba esos ejercicios espirituales con sus jóvenes).
 
Últimamente he escuchado a hermanos y hermanas de los grupos laicales en los que participo, decir con especial simpatía: "quiero estar bien preparado para cuando me llame el Señor" o "ya no le tengo miedo a la muerte, al contrario, sería otra alegría más para mi vida de fe".
 
Entonces aumenta en nosotros la idea de ser santos e irradiar esa santidad a todos para que todos alcancemos la vida eterna.
 
Los santos nos ayudan muchísimo a esperar con alegría y esperanza a la "hermana muerte" como decía San Francisco de Asís; y a actualizar hoy, después de cien años y con fuerza, que "esta vida, no es la vida" o "hasta el cielo... la vida es tan corta", frases que decía con tanta jovialidad y simpatía (y siendo adolescente) Santa Teresa de Jesús de Los Andes.
 
Que al cielo nos lleven los ángeles y a nuestra llegada nos reciban los santos y la Santísima Virgen María, para conducirnos hasta la presencia de Dios que tanto nos ama. Anhelemos la vida eterna. Amén+

 

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