¡Ay de ti Jerusalén!

29 de noviembre de 2013

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No es posible que las instituciones creadas por el Estado para proteger a las personas y en las que se invierten recursos de todos los ciudadanos, no cumplan con la tarea que se les ha confiado. Los que deberían ser protegidos se están muriendo.
 
Hace pocos días atrás, nuevamente hemos escuchado por los medios de comunicación, que un joven, menor de edad internando en un recito del SENAME fue acuchillado y muerto por otro joven; sumándose así otra víctima de esta ineficiencia. No hace mucho tiempo atrás, seis jóvenes murieron calcinados por un incendio en otro centro de menores del sur del país; lo mismo que 83 internos de la cárcel de San Miguel en la capital quienes un día 8 de diciembre murieron quemados por la falta de implementos y por el hacinamiento que hizo la tragedia más espantosa todavía.
 
A esto hay que agregar las decenas de personas fallecidas por la indolencia del estado que no ha tenido compasión con los enfermos terminales privados de libertad a los cuales no se les dio el indulto y así poder morir con dignidad con los suyos.
 
Consideremos que en nuestro país la mayoría de los que están privados de libertad lo están por las drogas: primero consumo y luego la misma situación los lleva a delinquir. El 99 por ciento de los que se encuentran privados de libertad siguen siendo pobres. Por eso no logro entender la propuesta de legalizar la droga en nuestro país cuando no hemos sido capaces de hacernos cargo de aquellos que habiendo entrado en ese mundo no pueden salir de ese abismo en el que cayeron. Para muchos es un camino sin retorno.
 
Está probado que de quienes entran al mundo de la droga solo se recuperan 5 de 10 y el resto se va a la cárcel , transformándose en una dolorosa carga para sus familias y otros se mueren o los matan.
 
En Chile nos existen suficientes centros de rehabilitación eficientes en el trabajo de recuperación de drogadictos, porque en nuestro país las instituciones existen, pero no funcionan.
 
Otro tema doloroso, es el de la aplicación de justicia por un sistema que se mostró como ideal pero que se ha viciado en el transcurso del tiempo. Los defensores públicos se quejan de tener pocos recursos para llevar a cabo su tarea. Un defensor tiene a su cargo muchas causas para las cuales no tiene todos los recursos, lo cual impide que se aplique la justicia de verdad y hace que su función sea inoperante. Siempre se busca el juicio abreviado donde el interno debe declararse culpable, para no ir a un juicio oral donde arriesga muchos años de cárcel.
 
Recuerdo un profesor que fue acusado falsamente de abuso y que arriesgaba una pena de 15 años de prisión, pero que gracias a un excelente abogado logró demostrar su inocencia y quedó libre por tres votos contra cero y declarado inocente… ¿Qué habría pasado si no hubiese tenido los recursos económicos que consiguió su familia para pagar el abogado?... Se queda preso quince años por algo que no hizo.
 
Otro joven que estuvo acusado de robo en un domicilio sin moradores arriesgaba 12 años, una buena defensa hecha por un familiar que estudiaba leyes lo salvó de estar en la cárcel por algo que no había hecho. ¿Qué habría sucedido si no hubiese tenido este familiar estudiando leyes?... Me pregunto cuántos están en la misa situación.
 
En este mismo medio hace unos días atrás nos contaba un padre que fue acusado por su hija de haberla abusado y luego la misma muchacha cuando fue mayor de edad acudió a los tribunales para hacer una auto denuncia porque fue presionada por su madre a acusar al padre… ¿Cuantos más habrán en la misma situación? En esto siempre son los pobres los que resultan más perjudicados…
 
Si no existe Verdad, no puede haber justicia… seguimos siendo una sociedad donde se castiga siempre a los más pobres, serlo significa casi un delito y si a esto agregamos enfermedad y vejez, con eso estás condenado a muerte.
 
No estoy diciendo con esto que todos los que están presos sean inocentes, sino que cualquiera que sea pobre, si tienen la desgracia de verse involucrado en una situación judicial puede quedar expuesto a la más completa vulnerabilidad.
 
Los derechos humanos son violados sistemáticamente en muchas prisiones latinoamericanas cada vez que se arriesga la integridad de los privados de libertad. Cuando son violados, heridos, violentados, muertos y hacinados viviendo en situaciones inhumanas no se busca con ello rehabilitar sino sólo castigar, negando con eso la total dignidad del ser humano y condenándolos con ello a una cadena perpetua.
 
Muchos salen de la cárcel y vuelven al poco tiempo, sobre todo los que proceden de la pobreza donde la delincuencia es la vida, donde las necesidades afectivas se compensan con el tener y el poder que da el dinero por el cual arriesgan sus vidas al cometer actos delictuales por el tráfico o el consumo de drogas.
 
Siempre son los pobres los que llenan las cárceles. Me da mucha pena y emoción ver a mujeres ancianas que caminan muchos kilómetros para ir a visitar a sus hijos, esposo o nietos, presos… La pobreza así es más violenta.
 
Los experimentos sociales que se han generado en nuestro país y seguramente en muchos países latinoamericanos al hacinar a las personas en pequeños espacios como verdaderos campos de concentración donde en pocos metros viven decenas de personas, hacen más favorable el ambiente a la delincuencia, la violencia y la droga.
 
Cuando los señores políticos hablan de legalización de drogas, aborto y otras lo hacen en total desconocimiento de la realidad que afecta a miles de jóvenes pobres de nuestras poblaciones consideradas marginales. Nunca han estado trabajando ahí, solo asisten para buscar los votos en una elección.
 
Como sacerdote católico y capellán de cárcel en Chile, no puedo callar ante semejante injusticia y discriminación porque todo lo que he descrito es un atentado contra el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo… una degradación de la dignidad de los hijos de Dios, un atentado contra Jesús que sigue siendo crucificado y muerto en tantos pobres de nuestro continente por un sistema materialista y cruel que margina a miles de seres humanos. Que Dios nos tenga piedad y nos bendiga, nos muestre su rostro y nos de su paz.

 

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