No sé si soy facha, pero desde luego no soy nazi

23 de marzo de 2019

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Mi ideal político desde hace muchos años, es la Declaración Universal de Derechos Humanos del 10 de Diciembre de 1948. Me considero por tanto demócrata y defensor de la Ley Natural y por ello defiendo el derecho a la vida contra el aborto, la pena de muerte y la eutanasia, el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones, las libertades de opinión, de expresión, de conciencia y la libertad religiosa, así como los demás derechos contenidos en esa Declaración.

Puede que, por defender las cosas que acabo de expresar muchos me consideren de extrema derecha, facha o ambas cosas, así como políticamente incorrecto. Personalmente estoy de acuerdo en que se me considere políticamente incorrecto, pero lo que sucede es que soy católico, y como católico tengo que amar al prójimo y el primer paso para ello es respetarle. Porque, ¿cómo puedo decir que amo a alguien a quien no respeto, ni siquiera en su derecho más fundamental, que es el derecho a la vida? El que me consideren de extrema derecha o facha, por defender estas ideas, me importa un bledo, porque como me dijo una persona que sabía que se moría en breve plazo: «A mí me importa muchísimo lo que piense de mí Dios, algo lo que yo pienso de mí, nada lo que piensen los demás». En mis viajes por Europa con mis alumnos les llevé a ver Matthausen, Dachau, Sachsenhausen y las fosas Ardeatinas. Como me dijo un padre: «Mi hijo era filonazi. Viendo Dachau, se le quitaron las ganas».

Dicho esto, voy a hablar un poco de Educación. Ha habido un Papa, que ha arremetido contra ciertas ideas dominantes en este campo. De uno de sus documentos cito lo que me ha parecido más relevante:

«34. Sobre la fe en Dios, genuina y pura, se funda la moralidad del género humano. Todos los intentos de separar la doctrina del orden moral de la base granítica de la fe, para reconstruirla sobre la arena movediza de normas humanas, conducen, pronto o tarde, a los individuos y a las naciones a la decadencia moral. El necio que dice en su corazón: No hay Dios, se encamina a la corrupción moral (Sal 13[14],1). Y estos necios, que presumen separar la moral de la religión, constituyen hoy legión. No se percatan, o no quieren percatarse, de que, el desterrar de las escuelas y de la educación la enseñanza confesional, o sea, la noción clara y precisa del cristianismo, impidiéndola contribuir a la formación de la sociedad y de la vida pública, es caminar al empobrecimiento y decadencia moral».

«35. Es una nefasta característica del tiempo presente querer desgajar no solamente la doctrina moral, sino los mismos fundamentos del derecho y de su aplicación, de la verdadera fe en Dios y de las normas de la relación divina. Fíjase aquí nuestro pensamiento en lo que se suele llamar derecho natural, impreso por el dedo mismo del Creador en las tablas del corazón humano (cf. Rom 2,14-15), y que la sana razón humana no obscurecida por pecados y pasiones es capaz de descubrir. A la luz de las normas de este derecho natural puede ser valorado todo derecho positivo, cualquiera que sea el legislador, en su contenido ético y, consiguientemente, en la legitimidad del mandato y en la obligación que implica de cumplirlo. Las leyes humanas, que están en oposición insoluble con el derecho natural, adolecen de un vicio original».

«37. Los padres, conscientes y conocedores de su misión educadora, tienen, antes que nadie, derecho esencial a la educación de los hijos, que Dios les ha dado, según el espíritu de la verdadera fe y en consecuencia con sus principios y sus prescripciones. Las leyes y demás disposiciones semejantes que no tengan en cuenta la voluntad de los padres en la cuestión escolar, o la hagan ineficaz con amenazas o con la violencia, están en contradicción con el derecho natural y son íntima y esencialmente inmorales».

«40… La prensa y la radio inundan a diario con producciones de contenido opuesto a la fe y a la Iglesia y, sin consideración y respeto alguno, atacan lo que para vosotros debe ser sagrado y santo».


Cuando leo estas líneas, me pregunto si este documento: ¿Es actual o está pasado de moda?, ¿a quienes se refiere?, ¿nos presenta ideas claras sobre los problemas actuales? Y, por supuesto, ¿quién lo ha escrito y en qué circunstancias?
A las primeras preguntas les dejo contestar a Ustedes. A la última la respuesta es sencilla: se trata de párrafos de la Encíclica «Mit brennender Sorge», «Con profunda preocupación», del Papa Pío XI del 14 de Marzo de 1937 contra el nacionalsocialismo alemán. Sería bueno que aquéllos que tienen rápidamente la palabra facha para todo aquél que no coincide con su modo de pensar, se pregunten, puesto que opinan lo mismo que los nazis, si a ellos no se les puede llamar nazis.
 
 

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