La familia nunca ha tenido adversarios tan poderosos

03 de enero de 2014

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La familia nunca ha tenido adversarios tan poderosos. Siempre ha existido pluralismo y divergencias en los comportamientos sociales y nunca ha sido plena la uniformidad en los comportamientos. Incluso en ciertos sectores, como artistas, pintores, músicos, artistas de cine etc, se daba por hecho que practicaban libertades muy alejadas de los comportamientos de la generalidad de la población.
 
Pero en el pasado, las impugnaciones eran vividas de manera más o menos clandestina u oculta. Era notorio que existían rupturas con lo establecido, pero se eludía la notoriedad pública en la mayoría de las ocasiones. Las censuras sociales y en muchas ocasiones las normas jurídicas, impedían su difusión. Los comportamientos desviados existentes eran accesibles solo por círculos muy próximos a los propios autores y por los testigos directos. La prensa no podía hacerse eco de esos comportamientos de ruptura con lo establecido y solo la creación literaria hacían accesible las prácticas heterodoxas pero a un público muy restringido que, al escapar del conocimiento público, no socavaban los usos mayoritarios.
 
En nada se parece ese mundo al actual. No existen impedimentos para difundir los comportamientos de ruptura con lo establecido vividos con toda notoriedad que, en tantas ocasiones, se presentan como modelos positivos y encomiables.
 
Los medios de comunicación ofrecen múltiples modelos ajenos o erosionantes del modelo familiar con una gran capacidad de influencia sobre todo entre los niños. La capacidad socializadora de la TV y la transmisión de contenidos sobre la familia siempre conflictivos dota a los niños de un instrumento de aprendizaje de toda suerte de hostilidades, engaños o celos.
 
En la larga historia de la humanidad este cambio es decisivo. Nunca habían alcanzado notoriedad los comportamientos alternativos y hoy, por la libertad de expresión consustancial a los regímenes democráticos, las impugnaciones son accesibles permanentemente a cualquier ciudadano. El potencial erosionante de los modelos establecidos es indudable. El escepticismo y la huída a otras vías, se ofrece como salida cómoda de cualquier tensión.
 
Y esta situación se fortalece con la existencia de grupos que directamente impugnan a la familia establecida como tal. Ciertos sectores feministas tienen, entre otros, ese objetivo en sus estrategias de actuación. Y son actitudes compartidas por otros movimientos que comparten también la misma hostilidad a la familia.
 
Igualmente los poderes públicos pueden emplear la familia como territorio privilegiado para exhibir radicalismos que se contienen en otros sectores. Es mucho más arriesgado nacionalizar la banca que cambiar o introducir una legislación sobre el aborto o sobre el divorcio. Pueden utilizarse como instrumentos privilegiados para el radicalismo verbal en la lucha política. Pero naturalmente las orientaciones de los poderes públicos, directas en sus decisiones e indirectas con su capacidad de implantar cuestiones en la agenda pública, pueden dirigir a la familia hacia uno u otro futuro. Las tentativas políticas de hacer ingeniería social pasan siempre por imponer reformas sobre el sistema familiar, carentes de consensos sociales.
 
En conjunto estas tendencias construyen un escenario de desenvolvimiento de la familia muy diferente al de cualquier momento del pasado. Sólo en circunstancias de revoluciones políticas del pasado, la familia ha sido el centro de los objetivos de su desestabilización, que hoy se produce de manera rutinaria en muchas ocasiones.
 
(Extracto Discurso de Julio Iglesias de Usell en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, de la que es Académico de Número)

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