¿Es mi hijo homosexual? Un desafío educativo

09 de enero de 2014

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Hablando con la madre de un joven homosexual al que estuve tratando, me decía: “Elena, te podrán decir lo que quieran, pero el dolor que inicialmente experimenta una madre cuando descubre que su hijo es gay es demoledor e indescriptible, digan lo que te digan”.
 
Es muy frecuente escuchar a padres de familia decir:

 ¿Cómo ha podido pasar esto en mi familia? Yo que pensaba que lo estábamos haciendo bien. Hemos fracasado como padres ¿Qué valor tiene su educación religiosa? ¿No sé qué hacer? A mí me parece un chico “normal”, le voy a quitar eso de la cabeza. Necesito buscar a alguien que me oriente, pero ¿a quién puedo recurrir?
 
Es normal sentirse abrumado y solo ante una situación así y tener sentimientos encontrados de frustración, asombro, dolor, inseguridad, rechazo cuando unos padres sospechan o descubren que su hijo o hija tiene tendencias homosexuales o se identifican a sí mismos como gay.
Precisamente el Papa Francisco hablaba recientemente del “desafío educativo” de la Iglesia católica ante la homosexualidad, en concreto él hablaba de las parejas gays, pero extrapolemos este desafío a la educación de los hijos y a su desarrollo como personas.
 
Sabemos de sobra que los padres tienen en sus manos un gran reto y juegan un papel clave en la formación de sus hijos, pero quiero recalcar la importancia de ayudar a los hijos a consolidar su identidad, su desarrollo emocional y su madurez afectiva. El arte de transmitir una influencia constructiva, positiva y afectiva para consolidar su identidad no es algo que podamos dar por hecho, tenemos que trabajarlo y ayudarles a descubrir sus fundamentos, para que fijen sus pilares personales y puedan enfrentarse con solidez a todas las realidades de su vida, incluida la identidad sexual.
 
Hace unos días ojeaba unas estadísticas (en pewglobal.org) que decían que el índice de aceptación de la homosexualidad en España es del 88% y me preguntaba si sería un porcentaje proporcional, significando que el 88% de los padres aceptan tener un hijo homosexual o ¿preferirán que fuese heterosexual?
 
Nos toca vivir en una sociedad en constante bombardeo de ideas, a veces vacías de contenido y sin sustancia, cargadas de relativismo absurdo, donde quien defiende una creencia, un valor es ridiculizado, ignorado y dejado a un lado y sí, esta es la realidad que viven cada día nuestros adolescentes y jóvenes.
 
Pienso que es hora de "plantarse" y defender lo propio, no nos dejemos anestesiar por una libertad mal entendida y todo porque "no supimos", cayendo sin remedio en esta descripción de la escritora Ayn Rand:
 
“En la ausencia de oposición intelectual, las nociones del rebelde llegarán a ser absorbidos en la cultura. Las estupideces de hoy que no tienen oposición son los eslóganes aceptados de mañana. Llegan a ser aceptados por grados, por precedente, por implicación, por erosión, por negligencia…hasta el día en que se declaren la ideología oficial del país.”
Una característica propia del adolescente se nos muestra en las dos caras de una moneda, por un lado su cara amable en la capacidad de moldearse y ser moldeado y por su otro lado, la cruz, su vulnerabilidad. Hacer un buen uso de esa moneda será importante ya que, siendo un tesoro muy valioso, puede convertirse en "moneda de cambio" pagando un precio alto.
 
Debemos enseñarles a descubrir la sabiduría que emana del equilibrio entre la tolerancia y el respecto y, a la vez, la fidelidad hacia uno mismo, esto es, a sus valores y criterios, que es propio de las personas nobles, pues tal sabiduría les resultara imprescindible.
 
Joseph Nicolosi, cuenta un caso que quiero compartir porque me parece ilustrativo:
 
“Recibí una llamada de un psicólogo especialista en tratamiento de la homosexualidad. Él estaba tratando a un chico de 13 años que pensaba que podría ser gay y quería algún consejo. Respondía a sus preguntas, dándole alguna dirección sobre su comprensión del caso. Después de un rato le dije: Pero dígame, no tengo claro su enfoque. ¿Está usted intentando estimular su potencial heterosexual o está afirmando su identidad gay?”

El psicólogo respondió: “Estoy dejando que el chico decida”.
Es verdad que los psicólogos, terapeutas no debemos coaccionar o persuadir en la terapia. Las decisiones deben ser en último término de los pacientes y debemos respetar sus opciones.
 
La terapia de “afirmación gay” está disponible pero existen otras cuestiones éticas. ¿Cómo se puede animar a un chico de 13 años a que tome la decisión enormemente significativa de que “es gay”?  

Esta es una decisión que no puede ser tomada por un adolescente, no cuenta con la madurez para ello.
El desafío educativo para padres y educadores está servido.
 
En el próximo artículo veremos las etapas por las que puede pasar un joven antes de su declaración: “soy homosexual”.

 

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