Fundación Madrina: Confiados a la protección de la Virgen resisten la "acción del demonio" y salvan miles de vidas

02 de octubre de 2020

"En medio de las colas del hambre, hemos dado gloria a Dios (…) es un milagro de fe diario. Es todo de María", testimonia desde España el presidente de la Fundación Conrado Giménez.

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En todo el mundo, la pandemia del COVID-19 ha originado una grave crisis humanitaria, dejando a millones de familias y personas sin trabajo y generando una mayor pobreza y exclusión social. Ante tal situación multitud de organizaciones, desde planteamientos religioso o no, han aumentado su trabajo humanitario.

Una agrupación católica en el candelero

Una de las instituciones españolas que comienza a figurar en los medios de comunicación, desconocida para muchos hasta ahora, es la Fundación Madrina. Creada en el año 2000, sorprende constatar el eco que ha tenido la actividad de una entidad muy pequeña –centrada principalmente en Madrid, aunque con voluntariado en el resto de España e Iberoamérica– en comparación con el volumen de trabajo y la implantación de los servicios sociales públicos, Cáritas (expresión institucional de la Iglesia Católica de ayuda a los necesitados) y organizaciones no gubernamentales como Cruz Roja y otras.



De hecho, un informe del Ayuntamiento de Madrid antes de la pandemia colocaba a la Fundación Madrina como la primera institución en la capital de España con el 60 % de la atención de infancia y maternidad vulnerable. Este porcentaje subió al 90 % con la atención durante la pandemia y sigue llegando a más de 3.000 familias y madres gestantes cada día.

Madrina se ha hecho visible, por ejemplo, en algunas de las “colas del hambre” que han aparecido en España con el confinamiento sanitario. Medios de comunicación nacionales y extranjeros como ABC, Telemadrid o RT han reflejado esta terrible realidad que, en el caso de la Fundación, se ha volcado en un ofrecimiento de ayuda a través de la parroquia de Santa María Micaela en Madrid. Un espacio en el que ya llevaba dos décadas distribuyendo alimentos infantiles y pañales.

De clara identidad evangélica, el fin principal de la Fundación Madrina es “la promoción, ayuda y dignificación de la mujer y la infancia, en general, y de la madre y su maternidad, en particular, preservándoles frente a cualquier tipo de dificultad, riesgo, abuso, violencia o desigualdad social”. Por eso su labor está centrada especialmente en “la acogida a las embarazadas”, sobre todo adolescentes. En dos décadas ha atendido a más de 80.000 mujeres, y tras el mes de marzo de 2020 a cerca de 200.000 madres en situación de vulnerabilidad.

Esta Fundación nació de la mano de Conrado Giménez Agrela “tras detectar que un 95% de los casos de las jóvenes y adolescentes embarazadas en situación de vulnerabilidad social y dificultad psico-social, quedan desatendidas y abandonadas por falta de recursos, presentando así, graves problemas colaterales que les llevan a una ‘espiral de pérdida’”.

Una vida tocada por la gracia

En un reciente encuentro celebrado en la sede de la Fundación Madrina, enfocado a sacerdotes que se dedican al ministerio de la liberación y a laicos que colaboran con ellos, Conrado Giménez Agrela dio testimonio sobre su trayectoria vital y de fe, además de ofrecer una visión más profunda de la labor que está desarrollando en este tiempo de pandemia, yendo más allá de la actividad que han mostrado los medios de comunicación.

Biólogo molecular de formación, Conrado trabajó en Madrid en esta área científica, hasta que dio el salto al mundo empresarial y a la banca, haciéndose especialista en bolsa y mercados. “Me iba muy bien”, cuenta Conrado. Pero tuvo un accidente muy grave que cambió su vida: “iba a morir, así que le pedí al Señor la oportunidad de entregarme a Él o de dedicarme a lo que Él quisiera, si me concedía sobrevivir”, testimonia.

Así ocurrió y, tras una curación “incomprensible” -señala-, aunque continuaba con su trabajo, “el Señor empezó a quitarme cosas. Comencé un camino sin retorno, ayudando a la Madre Teresa de Calcuta, a enfermos de SIDA que se morían por la noche, a prostitutas de la Casa de Campo de Madrid (cuando iba de peregrinación al santuario de Schoenstatt, y después las llevaba allí, viendo experiencias de conversión) … Yo le pedía al Señor: ‘dime lo que quieres que haga’. En unas misiones en Perú me di cuenta de que debía dejarlo todo y dedicarme a la empresa más importante que tiene un país, que es la familia”.

La defensa de la vida en un momento crucial



Conrado bromea comentando que quienes acuden a la parroquia para pedir alimentos lo llaman “padre”, porque es quien pronuncia la bendición sobre ellos cuando no está el sacerdote. “Yo pido al Señor que nos proteja en esta pandemia, que la Virgen nos cubra con su manto”, explica, “para librarnos del pecado, de la enfermedad, de la muerte, de la pandemia, de Satanás y sus secuaces”.

¿Por qué esta alusión tan explícita al maligno? El presidente de la Fundación Madrina lo tiene claro: “justo en esta pandemia hemos recibido los ataques más fuertes. Incluso desde el movimiento provida. Estamos aquí para salvar vidas, y eso también implica dar alimentos y enseres de bebé. Esto es determinante para que una joven que acaba de saber que va a ser madre se decida a seguir con su embarazo. Pero hay muchos provida que no lo han entendido, y han llegado a decir que somos la amenaza más grande en la historia de los provida en el mundo por lo que hemos hecho: dar de comer”.

En los momentos más duros de la pandemia en España “comenzaron a llegar voluntarios –cerca de 400– para hacer llegar alimentos y canastillas y enseres de bebé a la gente más necesitada. Llevamos 20 años dando alimentación e higiene a bebés, cuidando del riesgo alimentario de niños y del riesgo sanitario de sus madres gestantes. Y en el inicio del confinamiento, cuando todo estaba cerrado, hemos estado dando alimentos a más de 3.000 familias cada día” en una obra que “está consagrada a la Virgen. Todos nuestros voluntarios, además de nuestras instalaciones, casas y centros, están consagrados a la Virgen; son pequeños santuarios-hogares de la misericordia”.

“El Señor nos hizo valientes, porque nos dio mucho amor a Dios, y cuando tienes amor a Dios no tienes miedo a nada. Él hizo el milagro, trayendo a 400 voluntarios, y por eso el Ayuntamiento nos pidió ayuda para poder llevar alimentos a toda la ciudad de Madrid”, afirma. “Ha sido algo tan espectacular, tan bello… y entonces comenzaron a llegar los medios de comunicación –también de otros países–, y así pudimos dar testimonio”. De esta forma, “una pequeña institución por el amor de Dios acabó convirtiéndose en el corazón de Madrid”.

Los más débiles ante la crisis



En medio de una situación tan dura, Conrado Giménez destaca sobre todo que “pudimos hacer más de 500 ecografías y salvamos 500 vidas. Las vidas de 500 niños que iban a ser abortados. Además, recibíamos 15 llamadas de teléfono al día de personas y familias desesperadas, que decían que iban a suicidarse, y de otras muchas angustiadas que estaban pensando en abortar”.

Fue un momento muy difícil también para la Fundación Madrina, porque el malestar de algunos sectores del movimiento provida español –por la ayuda que estaba prestando a las familias necesitadas– derivó en intentos de desestabilizar la Fundación. Por eso, Conrado hace esta lectura: “vi la acción del demonio durante la pandemia… personas muy buenas y creyentes, engañadas por el demonio para romper una obra de Dios”. Porque, como añade Conrado, “se ha visto que es obra de Dios por el milagro de sobrevivir a pesar de todo”.

“En medio de las colas del hambre, hemos dado gloria a Dios. También hemos invitado a las personas a que se acerquen a la Iglesia y celebren los sacramentos”, algo en lo que ya tienen experiencia por su trabajo con gente necesitada: “el año pasado tuvimos 44 bautizos, y este año tendremos más de 500 bautizos si Dios quiere, y primeras comuniones y bodas de jóvenes madres que están en las colas del hambre. Dios los llama”.

La acción de Dios cotidiana

En las filas de personas esperando alimentos “hay madres gestantes o madres que van con el bebé recién nacido, arquitectos, empresarios… y todos ven un testimonio, a todos les hablamos de Dios”. No sólo eso: “los primeros en convertirse son los voluntarios que ven filas de cientos de familias y niños esperando los alimentos desde las 6 de la mañana, pasando frío, y el banco del bebé vacío de alimentos... pero como cada mañana rezamos para que la Virgen nos lo llene, una hora después se ven personas particulares que aparecen con pequeñas compras, y camiones que no sabemos quién los ha llamado, trayendo pallets de comida”. Por tanto, reconoce que “el banco del bebé es un milagro de fe diario. Es todo de María”.

Todo lo conseguido por esta Fundación es, para su presidente, “un milagro, lo que el Señor ha querido”. Aunque recibe ataques por su confesionalidad católica, “como cuando han dicho que nos iban a cerrar el ‘chiringuito’ por hacer escapularios de San José, o que somos ‘un fraude’. Ahí ves el beso de Dios en cada prueba, y el rostro del demonio detrás de los ataques más fuertes contra un trabajo hecho especialmente por amor a Dios, porque estamos salvando vidas”.

 

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