Desde los 14 años bebía un cóctel del infierno: Black metal, nazismo y delincuencia. En un sueño la Virgen lo rescató

05 de octubre de 2020

Actualmente reza el rosario cada día, tiene director espiritual y está a caballo entre varias comunidades cristianas.

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Joaquim Rodríguez Ibarz, Quim, es un joven de Alella (Barcelona) que ha dado testimonio a Religión en Libertad sobre su paso por el mundo de la violencia juvenil, el heavy metal, el neopaganismo nazi y el culto a la fuerza, la nueva era, el aborto, su experiencia con el Maligno y la gracia de su conversión que agradece a la Santísima Virgen María.

Dios salió a su paso con varios signos pero pasó tiempo hasta que optó por Cristo y se bautizó. Hoy persevera en la fe con un director espiritual, rezo del rosario, oración de sanación y colaborando en obras de caridad. Nos cuenta su historia, dice directamente, "para dar gloria a Dios" y evitar que otros jóvenes queden atrapados en esas redes que alejan del amor de Dios.

Una familia “alejada de la fe”

"Nací en una familia indiferente y alejada de la fe, excepto quizá por mi abuela materna, que era católica cultural, una mujer muy buena, pero nada practicante", explica Quim.

Sus padres estaban separados. "Ni me bautizaron ni hice la primera comunión ni me formaron en nada de la fe. Sin embargo, recuerdo que de niño visité la catedral de Barcelona y noté algo que me cautivaba. ¿Quizá era la Presencia del Santísimo? Yo no sabía nada de eso, pero entendía que era un lugar especial".

Desde niño le gustaba el tema de la Edad Media, los caballeros, lo épico... Empezó a leer a Tolkien con unos 10 años. Disfrutaba con películas como Braveheart (de Mel Gibson) y Excalibur (de John Boorman, no adecuada para niños). Leía y soñaba con historias del Rey Arturo.

Pero en el colegio las cosas eran difíciles para él, porque otros niños se burlaban y lo acosaban. Quizá por eso, para hacerse fuerte, en la adolescencia empezó a entrenar artes marciales, incluyendo el uso de armas orientales. "Era una escuela de kung fu taoísta y empezó a interesarme la espiritualidad oriental", recuerda.

En el mundo del black metal: rabia y ocultismo



Al mismo tiempo, a los 13 o 14 años, empezó a escuchar heavy metal, y más adelante, black metal, con letras blasfemas, "con músicos que presumen, en distintos grados, de practicar el satanismo. Yo creo que me servía para expresar la rabia que llevaba dentro. Buscaba una identidad en una tribu urbana. A los 15 fui a mi primer concierto de black metal, con un amigo".

En ese primer concierto, lleno de referencias satánicas, desde el escenario le rociaron con una sustancia que imitaba la sangre. "Me pareció atrezzo, teatro... pero a partir de entonces pasaron muchas cosas. Hoy me pregunto si aquella sustancia podía ser alguna especie de bautismo maligno", comenta.

Al black metal sumó un  nuevo interés por el paganismo nórdico y céltico. "Los estilos de metal del norte de Europa llevaban a eso. Tanto el metal satanista como el neopagano tenían algo en común: su anticristianismo. A los 16 años yo pensaba que la Iglesia era corrupta, pederasta, unos meapilas remilgados... Lo cierto es que no conocía a ningún católico que me hubiera tratado mal. Pensaba así sólo por el entorno y los medios", señala Quim.

"A los 17 empecé a simpatizar con el nazismo, por los grupos de música que escuchaba en español y sobre todo en inglés. Me fueron calando sus letras violentas", recuerda. 

Obsesiones oscuras y Nueva Era 

Por aquel tiempo recuerda que conoció a una particular chica: "Había algo oscuro en ella. La besé... y desde eso momento empecé a tener ataques de ira incontrolable, desproporcionada, obsesiones..."

Durante 6 meses le pasaron cosas muy extrañas que no controlaba en su mente. "Me quedaba como vacío. Suspendí mis estudios porque no podía estudiar. Antes no me iban mal. Era el año previo a la selectividad, yo quería estudiar Biología, y no pude entrar. Tenía sensaciones espirituales adversas, pero yo no sabía nada de la fe y me desconcertaba todo mucho".

Para intentar mejorar, empezó a acudir a terapeutas de la Nueva Era. "Empecé con el reiki, las piedras, runas nórdicas, astrología, numerología, abrazaba árboles, llegué a ver y sentir “energías” y auras, probé estramonio una noche en el bosque... Yo tenía unos terapeutas de Nueva Era que no diré que fueran malas personas, pero estaban muy extraviados".

También fue a un psicoanalista que en vez de ayudarle "removió cosas que no debía haber tocado y me dañaron".

Una llamada de Dios: "se me abrió el entendimiento"

Con 18 o 19 años, paseando ante la catedral de Barcelona, vio una serie de tenderetes de antigüedades. Y de repente pensó: "¿Y si hay algo más puro y elevado que la naturaleza? Fue como una llamada de Dios, se me abrió el entendimiento. Entendí de golpe y porrazo que Dios existía. Que Él era bueno, que Él era puro", explica Quim. Pero le asustaban las implicaciones, porque eso significaba que tenía que cambiar de vida. "Me quedaba grande. Yo quería seguir yendo a peleas, vivir la vida, seguir con mis golferías".

Además, no había nadie para orientarle. Un día le dijo a sus amigos: "oye, que me he dado cuenta de que Dios existe". Pero se lo tomaron a risa. Sólo conocía ateos y gente de Nueva Era.

El “odio infernal” y la delincuencia



Rechazó a Dios y se atascó así en una etapa más oscura aún, de dos o tres años. Salía con chicas muy quebrantadas porque le resultaba fácil así acceder a ellas. Leía a Nietzsche y quería ser un superhombre, "muy fuerte, el rey de la selva". Iba con otros jóvenes a fiestas, bebían y buscaban a otros grupos que buscaban pelea. "Para colmo, yo tomaba una medicina que hacía reacción con el alcohol y era peor".

"Empecé a ir a conciertos y fiestas con gente violenta, ultras, como los Boixos Nois, ligados al fútbol, aunque el fútbol a mí no me interesaba. Yo buscaba la pelea y la moda skin. Buscaba la adrenalina de ir en grupo sabiendo que podía haber violencia", describe.

La policía lo detuvo varias veces. "Llegué a tener 4 o 5 juicios abiertos a la vez". Una noche los policías le maltrataron seriamente en el calabozo. "Y despertó en mí un odio infernal, negro, no meramente humano, que me consumía. Ese odio se extendía a cualquiera que me hubiera hecho algo alguna vez".

Los padres de Quim intentaban ayudarle y serenarle. Sin embargo, incluso cuando él intentaba evitar líos se encontraba ya en esta época que "me venía gente a saco contra mí, era surrealista".

A los 21 años, en 2010, en la noche de San Juan, en la playa del Masnou, Quim quedó con unos amigos que no aparecieron, así que se puso a beber mucho con unos desconocidos que luego se fueron y le dejaron solo. En ese momento "llegó un grupo de 20 o más y me dieron una paliza de las buenas. Fue entonces cuando ya de verdad me dije: 'estoy harto de peleas, de odio y de rencor'".

Una nueva vida en otra ciudad... dañada por el aborto

Se mudó a Valls, cerca de Tarragona, donde empezó un curso y conoció a una chica que le trataba bien. Lejos de la violencia física y las peleas, su vida parecía ganar serenidad. Pero otras formas de violencia más sibilina se instalaron en su vida. Tenía poco más de 23 años cuando aquello ocurrió…
"Mi novia abortó. Yo diría que casi empujé al aborto a mi novia, por mi omisión. Lo decidimos así, pero a partir de abortar se murió el amor entre nosotros, sólo quedaba algo de afecto".

Por otro lado, empezó a explorar el mundo del nazismo más intelectual. "Yo iba a sus redes de militancia y leíamos mucho del tema anti-judío. En estos grupos buscan un origen racial a todo tipo de problemas que en realidad son espirituales, que tienen que ver con el bien y el mal en las personas. Luego he visto que algunos amigos de esa época se iban acercando a la fe. Eso se da a veces cuando se busca la verdad, la belleza, el bien, sin quedarse en pseudomaterialismos", comenta Quim.



Pero exploró además en el nazismo esóterico, lleno de espiritualidad gnóstica o luciferina. Sus conocidos en ese ámbito le hablaban de "autodivinizarse", de ser "el propio dios". Todo esto no hacía sino potenciar su soberbia.

Sin embargo, cuanto más leía a los autores nazis o neonazis, menos le convencían sus explicaciones, hasta que se topó con un autor que fue un punto de inflexión espiritual. "Encontré algunos pensadores de los años 30 y 40 que simpatizaban con ideas cristianas, como el rumano Corneliu Codreanu, por ejemplo. Y eso me hizo interesarme por el cristianismo", señala.

Luego de esas lecturas, por primera vez empezó a leer el Evangelio, por su cuenta, pensando aplicarlo según los modelos nazis. Por ejemplo, intentando negar que Jesús era judío, considerándolo ario. Pero no cuadraba.

El poder del Padrenuestro

Con 25 años, de vuelta a Alella, se aprendió de memoria el Padrenuestro. "Lo memoricé y empecé a recitarlo todo el día. Me di cuenta de que notaba un alivio espiritual, aliviaba mis sufrimientos. Sentí además que el odio y los rencores se iban. Y entendí que no todo ese odio procedía de mi interior, sino que parte tenía un origen maligno, externo a mí".

Además, conoció a un ex-nazi que ahora era cristiano. "Era la persona más culta que conocía en ese momento. Yo me preguntaba: '¿cómo puede ser cristiano este, con todo lo que sabe' Me ayudó a quitarme muchos prejuicios nazis o nietzschianos. Por ejemplo, es falso que el cristianismo sea una religión para débiles, de flojuchos sin hombría. El cristianismo es una lucha espiritual, épica, contra el mal y las pasiones. ¡Es lo más propio de un hombre!"

Rescatado y converso gracias a la Virgen María



El impulso definitivo hacia esta religión que iba conquistando su corazón llegaría de forma inesperada: "Una noche estaba durmiendo y en sueños vi a la Virgen. Era una figura femenina, con una luz dorada, llena de amor y yo sabía que era la Virgen. Me sentí lleno de amor, y cuando desperté seguía lleno de amor. No era solo un sueño, era algo real que me cambió por dentro. Creo que ese fue el momento real de mi conversión", testimonia Quim.

Sin saber casi nada de liturgia o de la Iglesia, empezó a presenciar la misa en una congregación que le recomendaron. "En esta fase el demonio empezó a hostigarme bastante fuerte, quizá porque veía mi conversión. Me venían ataques de miedo, veía imágenes inquietantes, me ahogaba, me venía angustia... yo tenía claro que era todo de origen maléfico. Yo quería visitar a un exorcista, pero mi familia no quería, pensando sería como en la película de miedo".

Le ayudó su amigo Marc -él mismo con una historia de descubrimiento de la fe- quien le presentó un sacerdote. "Una noche, en un ataque de esos, le dije a Marc que me llevara a la parroquia a hablar con ese cura. El sacerdote me hizo unas bendiciones, todo paró y sentí una gran paz".

Bautizo a los 27 años y vida nueva en Cristo



Se bautizó en 2015 en Sant Celoni, con 27 años, tras dos años de formación, con el nombre de Joaquín Maria, en honor a la Virgen.

Ya en la Iglesia recibió oraciones de liberación "que me han ido muy bien". También se consagró a la Virgen según el método de San Luis María Grignion de Monfort.

Actualmente reza el rosario cada día, tiene director espiritual y está a caballo entre varias comunidades cristianas. "Por mi trabajo, voy a misa a distintos sitios. Hago varios voluntariados. He estado con las calcutas del Raval de Barcelona y con Jóvenes de San José", finaliza.

 

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