Una afinidad inesperada

19 de marzo de 2021

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Una de las santas favoritas de Dorothy Day era Therese de Lisieux, Thérèse Martin, la santa que llamamos "la Pequeña Flor". A primera vista, esto podría parecer una afinidad extraña.  Dorothy Day fue una activista por la justicia, que protestó en las calles, fue arrestada, fue a la cárcel y fundó una comunidad y un periódico, el Catholic Worker, al servicio de los pobres. Teresa de Lisieux fue una monja contemplativa, escondida en un oscuro convento de una pequeña ciudad de Francia. De hecho, durante toda su vida, salvo un breve viaje de visita a Roma con su familia y su parroquia, nunca salió de su pequeño pueblo y, a su muerte, probablemente la conocían menos de doscientas personas. Además, en sus escritos se encuentra muy poco que pueda considerarse explícitamente profético en términos de justicia social. Escribió como una mística, centrándose en la vida interior y en nuestra intimidad personal con Jesús. No es exactamente el material de las protestas en las calles. Entonces, ¿por qué Dorothy Day, cuya vida parece tan diferente, tuvo afinidad con esta joven recluida?
 
Dorothy Day se sintió atraída por la espiritualidad de Teresita porque la entendía más allá de su concepción popular errónea. Entre todos los santos conocidos, Teresa de Lisieux destaca como una de las santas más populares de todos los tiempos y como una de las santas más incomprendidas de todos los tiempos, y su popularidad es parte del problema. La devoción popular ha incrustado su persona y su espiritualidad en una piedad demasiado simplista que generalmente sirve para ocultar su verdadera profundidad. Teresa llamó a su espiritualidad "el pequeño camino". La piedad popular, en su mayor parte, piensa en su "pequeño camino" como una espiritualidad que nos invita a vivir vidas tranquilas, humildes, sencillas, anónimas, en las que hacemos todo, especialmente las pequeñas y humildes tareas que se nos piden, con fidelidad y gracia, sin pretensiones, como niños, agradecidos a Dios sólo por ser útiles. Aunque hay mucho de cierto en esa interpretación, se pierde parte de la profundidad de la persona y la espiritualidad de Teresa.
 
Para entender el "pequeño camino" de Teresa y su conexión con la justicia para los pobres, necesitamos entender ciertas cosas en su vida que ayudaron a constelar la visión que había detrás de su "pequeño camino".
 
Teresa de Lisieux tuvo una infancia muy compleja. Por un lado, su vida estuvo marcada por una profunda tristeza, sobre todo por la muerte de su madre cuando Teresa tenía cuatro años y por varios ataques de depresión clínica de los que estuvo a punto de morir. Su infancia no fue fácil.  Por otro lado, tuvo una infancia excepcionalmente agraciada. Creció en una familia de santos que la amaba profundamente y honraba (y a menudo fotografiaba) todas sus alegrías y dolores. Además, era una joven hermosa, atractiva y dotada de una calidez y una sensibilidad desconcertantes. Su familia y todos quienes la rodeaban la consideraban especial y preciosa. Era muy querida, pero eso no la convertía en una niña mimada. Nunca se nos puede malcriar por ser demasiado queridos, sólo por ser mal queridos. Su familia la amó con pureza, y el resultado fue una joven que abrió su corazón y su persona al mundo de forma excepcional.
 
Además, a medida que maduraba, empezó a darse cuenta de algo. Se dio cuenta de que, cuando era niña, cada una de sus lágrimas era notada, valorada y honrada, pero que no era así para muchas otras personas. Se dio cuenta de que un sinfín de personas sufren desgarros e injusticias, soportan abusos, son humilladas, viven en la vergüenza y derraman lágrimas que nadie nota ni se preocupa por ellas. Su dolor no se ve, no se honra, no se valora. A partir de esta percepción, articuló esta metáfora de base que sustenta su "pequeño camino".
 
Sus palabras: Un domingo, mirando una imagen de Nuestro Señor en la Cruz, me impactó la sangre que brotaba de una de sus divinas manos. Sentí una punzada de gran dolor al pensar que esa sangre caía al suelo sin que nadie se apresurara a recogerla. Me propuse permanecer en espíritu al pie de la Cruz y recibir su rocío. ... No quiero que esta preciosa sangre se pierda. Pasaré mi vida recogiéndola para el bien de las almas.
 
De ello se desprende que su "pequeño camino" no consiste en una piedad privatizada, sino en notar y responder al dolor y las lágrimas de nuestro mundo. Metafóricamente, se trata de notar y "recoger" la sangre que gotea del rostro sufriente de Cristo que este rostro está sufriendo actualmente en nuestro mundo en los rostros de los pobres, los rostros de aquellos que están sangrando y derramando lágrimas a causa del desamor, la injusticia, la pobreza, la falta de amor y la falta de ser considerados preciosos.
 
Dorothy Day recorrió las calles de los pobres, notando su sangre, secando sus lágrimas, intentando a su manera recogerlos. Teresa hizo lo mismo místicamente, en lo más profundo del cuerpo de Cristo. No es de extrañar que Dorothy Day la tomara como patrona.

 

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