"Nunca os dé vergüenza decir que sois cristianos", arenga una anciana católica española

07 de junio de 2021

En la vida, dice Pepita, "no podemos quedarnos dentro, el testimonio de los cristianos fuera es muy necesario; yo debo ser cristiano en la calle, en el mercado, en la farmacia, en todas partes".

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Pepita, como es conocida por todos, vive intensamente la alegría del Evangelio. Su vida ha sido una acción de gracias permanente. “Podría decir que, desde la cuna, mis padres me hablaron de la existencia de Dios”, afirma al portal de la Arquidiócesis de Sevilla que ha recogido su testimonio.
 
María Josefa González Esteban, Pepita, nació en Gutierre-Muñoz, en la provincia de Ávila (España), y se educó en la Institución Teresiana de san Pedro Poveda. Estudió Magisterio y ejerció su profesión a lo largo de 25 hermosos años en El Rubio, “donde he sido maestra, he sido muy feliz y he querido mucho a los niños”, puntualiza.
 
En su juventud conoció a Rafael con quien, tras nueve años de noviazgo, contrajo matrimonio, hasta que él falleció, después de 33 años de casados. “Fue un hombre bueno, muy buen cristiano, fui muy feliz, aprendí a un día callar, el otro día a corregir y así poco a poco se va gestando la vida matrimonial”, reconoce.
 
Pepita llegó a Andalucía en el año 1958, “y desde entonces he sido feliz aquí, en esta provincia que me ha acogido con tanto cariño, sin perder mis raíces castellanas”. Ha pertenecido desde muy joven a la Acción Católica y desde que llegó a la Parroquia San Sebastián, de Sevilla, en 1993, ha servido como catequista de Primera Comunión. “A pesar de mis 91 años, me permite el Señor seguir sirviendo a la Iglesia”. Mira hacia atrás y afirma convencida que todo es gracia de Dios. “Yo no he comprado ni merecido nada, todo proviene de Dios, mis años, mi vida, mi salud, mi bienestar, todo es regalo de Dios. ¿qué más puedo pedir?”.
 
Así, san José ha sido su santo e intercesor de cabecera desde que tiene uso de razón, “es un santo admirable, un santo del silencio y la obediencia, pienso en cómo tenía que ser su corazón para que Dios le confiara la grandeza de la vida de María y de Jesús y me conmuevo”, reflexiona.
 
Sobre su vida parroquial manifiesta que San Sebastián “es una familia, una parroquia muy, pero muy viva, con todo tipo de carismas y movimientos, además somos una gran familia, que eso es importante, decir que es una parroquia acogedora sería poco”.
 
La fe de esta sabia mujer se fundamenta en Jesús Eucaristía, de eso no hay duda alguna. “Todos los días inicio la jornada con la Santa Misa, también rezo el Santo Rosario, que ha sido un arma poderosa de intercesión desde mi juventud, en la etapa matrimonial y lo sigue siendo en la actualidad; la devoción a la Virgen siempre ha estado también muy presente”, manifiesta. “Dios me ha ido poniendo todo por delante y por eso mi vida es una acción de gracias constante”, reitera.
 
“Me hace muy feliz que aun con los años que tengo me sigan encargando cosas, me alegro porque digo: mira, todavía soy capaz y se fían de mi”, sonríe emocionada. Y recuerda un consejo que suele dar a los chicos que forma: “A mis niños de catequesis les digo que cuando sean un poco más grandes y le pregunten que si van a Misa y que si son practicantes, digan que sí, que nunca os dé vergüenza decir que sois cristianos, porque es muy probable que, en la adolescencia, se burlen de vosotros e inclusive os llamen hasta tontos, pues decid: no soy tonto, soy cristiano”. Advierte que, en la vida, siempre es necesario tener “algo a qué agarrarse y ese algo es Dios”, de lo contrario, se corre el riesgo de diluirse y perderse en el ambiente. “Por eso, coincido con la llamada que hace el Papa Francisco de salir e ir en busca de las ovejas, no podemos quedarnos dentro, el testimonio de los cristianos fuera es muy necesario; yo debo ser cristiano en la calle, en el mercado, en la farmacia, en todas partes”.
 

Fuente: Arquidiócesis de Sevilla

 

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