La Iglesia no es una máquina de hacer santos, sino que santifica a personas que han llevado una vida de coherencia con Cristo y exhibiendo virtudes heroicas por encima de las debilidades propias de todo ser humano. El próximo 27 de abril, junto a Juan XXIII, será santificado en Roma, Karol Wojtyla, el Papa polaco que adoptó por nombre Juan Pablo II y estuvo casi 27 años al frente de la Iglesia católica. Si bien el proceso cumplió con todas las formalidades del caso (incluyendo los dos milagros exigidos), ya desde su muerte el 2 de abril de 2005, el pueblo de Dios pedía que fuera canonizado, cuando en la plaza de San Pedro, una multitud gritó: ¡Santo súbito! (¡Santo ya!). Me pasó lo mismo siguiendo el funeral por la televisión. Los motivos: el fuerte contraste entre grandeza y sencillez que representa un hombre que logra darle sentido al sufrimiento.
En 1938, al terminar el colegio, donde Karol sobresalió en teatro, recitación y poesía, se trasladaron con su padre a Cracovia. Allí, en la universidad Jagellónica, comenzó a estudiar literatura polaca y filología, pero sus estudios se vieron pronto interrumpidos cuando los alemanes invadieron Polonia (septiembre de 1939) y cerraron la facultad. Karol comenzó a trabajar en una cantera de la fábrica Solvay para evitar ser deportado.
En febrero de 1941 muere su padre y Karol queda solo, aunque cuenta con el apoyo del grupo de teatro de la facultad y del místico Jan Tyranowski, quien lo introdujo en la espiritualidad de San Juan de la Cruz y en “el rosario vivo”. Robustecida su búsqueda espiritual, decide dejar de lado una prometedora carrera como escritor y actor de teatro, ingresando en 1942 al seminario clandestino de Cracovia dirigido por el arzobispo, Adam Sapieha. En 1945 los rusos liberan Polonia, pero instalan el comunismo en la patria de Karol.
Finalmente, el 15 de octubre de 1978 es elegido Sumo Pontífice en reemplazo de Juan Pablo I. Un polaco luego de casi 500 años en los que todos los papas habían sido italianos. Esto marca un gran cambio en la Iglesia católica. Karol, para su ordenación, rechaza utilizar la silla gestatoria (con la que trasladaban a los Pontífices) y la tiara (corona) papal, dando inmediatos signos de la humildad que traía desde la cuna. Juan Pablo II, inició su papado consagrándose a la Virgen, con aquél lema del Totus Tuus (“Todo tuyo”) y diciendo: “¡No tengan miedo!, ¡abran de par en par las puertas a Cristo!”. Se convirtió inmediatamente en el “Papa peregrino”, por sus viajes alrededor del mundo, y en firme defensor del movimiento “Solidaridad” encabezado por Lech Walesa en Polonia, algo que no era bien visto por las autoridades soviéticas y que desembocaría en la caída del sistema.
El último libro publicado por el autor de esta columna es: “Francisco. Un signo de esperanza” (Lumen)...
¿Lo quieres?, te sugerimos una opción:
Opción 1